Élite nunca ha sido una serie excesivamente brillante, pero sí que tenía la principal calidad que hace que una ficción funcione en Netflix: la capacidad de capturar la atención del espectador y de mantenerla intacta a lo largo de los episodios. Ahora bien, tal como suele pasar con todas las series que se alargan más por motivos económicos - es una de las producciones de habla no inglesa más vistas de la plataforma - que por motivos narrativos, la magia se acaba perdiendo. Y es que la quinta temporada parece una imitación de lo que habían sido las primeras, pero sin aquel peso dramático que enganchaba la audiencia, que ahora tiene más motivos que nunca para abandonar el instituto.

El truco de escapismo que nos intentan hacer los guionistas de la serie no cuela. Van cambiando a los protagonistas iniciales, de los cuales sólo quedan Samuel (Itzan Escamilla) y Omar (Omar Ayuso), para incorporar a nuevos, como Iván (André Lamoglia) o Isadora (Valentina Zenere), y así pueden reciclar tramas ya utilizadas en el pasado disfrazándolas de novedad con la presencia de nuevos personajes. El problema aquí no es solo que ya lo hayamos visto antes, sino que aquella vez nos interesaba más porque los personajes estaban mejor desarrollados. Había momentos para la emoción y la profundidad y ahora sólo queda superficialidad.

La serie está reciclando tramas ya utilizadas para volver a enganchar al espectador. / Netflix

Resultados cuestionables

A pesar de la repetición, sí que hay tramas que suponen una novedad en esta temporada, pero con resultados muy cuestionables. Por una parte, la serie se interesa por el tema de los MENAs (menores extranjeros no acompañados) a través de la incorporación de Adán Nourou en el papel de Bilal, pero parece que se olvide a media temporada para acabar utilizando al personaje como una simple excusa para crear drama en la amistad entre Samuel y Omar. Por otra parte, a los guionistas se les ocurre hacer toda una trama sobre el escarnio público que sufre Phillipe por haber cometido una agresión sexual. ¿Una decisión valiente o ignorante? Parece que más bien la segunda opción, porque, evidentemente, colocar al violador como víctima ha levantado bastante polémica. Tampoco ayuda que el actor que lo interpreta sea Pol Granch, que también ha sido señalado por actitudes machistas, y eso que el casting de la serie acostumbra a ser bastante acertado.

La única trama que podríamos decir que sí que funciona es allí donde Élite siempre se ha sentido más cómoda: el asesinato. Los estudiantes de Las Encinas están siendo investigados por la muerte de Armando en la cuarta temporada, y este es quizás el principal aliciente para digerir la quinta. Ahora bien, tal como decíamos al inicio, no deja de ser un reciclaje de lo que había pasado en temporadas anteriores. Sí, la resolución del caso es diferente, pero ¿cuántas personas más pueden morir en este instituto? Al final, con tantos asesinatos, lo que tendría que hacer es cerrar las puertas, de la misma manera que lo tendría que hacer la serie, falta de ideas y de la capacidad de atraer interés por los personajes que tenía al inicio, aunque eso no le impedirá tener una sexta temporada, todavía sin fecha confirmada.