Pues sí, empezamos el año a tope, abordando frontalmente uno de los temas más espinosos (y temidos) de la gramática catalana: el uso de los pronombres débiles (o pronoms febles, en catalán). ¿Cuándo hay que ponerlos? ¿Cuáles hay que utilizar en cada caso? ¿Dónde debemos colocarlos? ¿Cómo se combinan entre sí? Todas estas preguntas —y otras— se nos pueden plantear cuando escribimos y hablamos en catalán, y encontrar la respuesta acertada no siempre es fácil.

Pero una cosa sí que deberíamos tener clara: son necesarios, ya que sustituyen a elementos que completan el significado del verbo al que acompañan y, además, como característica genuina de la lengua catalana, deberíamos preservarlos (y no omitirlos, como se suele hacer cada vez más).

La receta para perderles el miedo: un poco de teoría, mucha práctica y un toque de intuición. ¿Estás a punto para enfrentarte a ellos? Que la fuerza te acompañe…

¡Ponte a prueba!

 

 

 

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