La presencia de mujeres en las radios generalistas sigue siendo residual: según un informe de 2020 de la plataforma On són les dones, ellas tan sólo representan el 34% en las tertulias radiofónicas. Pero cabe decir que también hay un sesgo en estos datos, ya que muchas de ellas son porcentajes que se tienen que cumplir sólo para que haya una voz femenina que difumine la hegemonía masculina dominante y se quede bien de cara a la audiencia. Ante esta realidad, muchas periodistas, comunicadoras o creadoras de todo tipo de contenido han buscado otras vías dónde poder dar alas a su creatividad y charlar sin temor a ser interrumpidas o silenciadas. El fenómeno del podcast ha sido su salvavidas colectivo.

Al principio de este año las escuchas de podcasts habían crecido en un 25%; de caras a futuro, es una tendencia que va al alza, un territorio perfecto para que las mujeres capitaneen la palabra y se hagan escuchar. Históricamente la voz femenina ha sufrido el estigma y el desprecio constante del entorno por hablar demasiado, porque calladita se está más guapa. Estos dichos populares, aunque difundidos por repetición y sin mala intención, son ofensivos y tienen un impacto real en cómo se conciben socialmente las cosas. En este caso, la consecuencia es la idea integrada que todo lo que tiene que decir una mujer es o bien un chisme o pura manipulación. Pero con la democratización del formato y la facilidad de producir contenido, esta tradición castrante empieza a tocar techo.

La mayoría de las mujeres que se han arriesgado a probar esta manera de comunicar han apostado por temáticas reflexivas comentadas desde una conversación cercana, casi como si hiciéramos una birra entre colegas, con toques de humor y una profunda complicidad. También beben de una libertad creativa imposible de explotar dentro de las radios tradicionales. Todo eso hace que el podcasting se transforme en un espacio íntimo donde sentirse a gusto, en la habitación propia que necesitaban para poder explicar ellas mismas lo que siempre habían explicado los otros. Pero que cualquiera tenga los recursos para grabar o producir también es un arma de doble filo: la accesibilidad también se resume en la precariedad que rodea al sector, y se puede correr el riesgo de no acabar de profesionalizarlo y que todo quede en la explotación de la ilusión, la vocación y la necesidad de empoderarse. Además, tras este trabajo también hay otra lucha: desterrar la idea – refutada, también, por cifras – que los contenidos liderados por mujeres son contenidos encasillados, idénticos y que sólo interesan a las mujeres.

Millennials, los oyentes más consolidados

Sus voces se empiezan a tomar en serio y, según estudios, la era del podcasting está absolutamente dominada por las mujeres. Sin ir más lejos, este año, el Premio Ondas a mejor podcast o programa de emisión digital se lo llevó Estirando el chicle, dirigido por las cómicas Carolina Iglesias y Victoria Martín – que también puede presumir de haber conseguido el hito privilegiado de llegar al número uno del ranking de escuchas en España. En febrero del 2021, Marta Salicrú consiguió un contrato de exclusividad con Spotify España y la plataforma se convirtió en la única donde poder reproducir los podcasts más escuchados de Radio Primavera Sound. Todos también conducidos por mujeres. ¿Quién decía que no tenían nada que decir?

Ana Polo y Maria Rovira conducen el podcast Oye polo. / Spotify

Son ejemplo podcasts de RPS como Gent de merda (Clàudia Rius, Paula Carreras, Rita Roig y Ofèlia Carbonell), Ciberlocutorio (Andrea Gumes y Anna Pacheco), Deforme Semanal Ideal Total (Isa Calderón y Lucía Lijtmaer), Oye Polo (Maria Rovira y Ana Polo), Daniela en la Nube (Daniela Blume) o Tardeo (Andrea Gumes), que quedó en segundo lugar como podcast cultural más escuchado en Spotify con un capítulo donde analizaban el fenómeno literario Sally Rooney. Todos tienen en común que tocan temas actuales de una manera informal, con perspectiva de género y que interesan a la generación millennial, la suya, la más dispuesta a consumir este formato. De forma independiente y también ejemplos del auge, hay Les golfes, donde las periodistas Júlia Bacardit y Anna Pazos hablan de la vida con guiños culturales o Coses Modernes, conducida por Elena Roig, Bruna Autet y Olímpia Solà y que habla de arquitectura y arte desde la visión de la generación Z. Y se acaba de estrenar el primer capítulo de Canvi de paradigma, conducido por "dos mujeres de más de 40 años" que se han querido sumado al carro: Natza Farré y Judit Martín.

El podcast ha llegado para quedarse y crecer, como una fuente de contenidos más que acabaremos reproduciendo de manera natural y residual. El empuje sonoro (y sororo) también se refuerza en las redes sociales, donde la posibilidad de compartir los programas crea enormes comunidades de oyentes que se identifican con estas nuevas voces e interactúan. Es también allí, en Twitter o Instagram, donde las creadoras ratifican que su opinión importa a más personas de las que parece – o de las que nos ha convencido el sistema. Quizás de esta manera habrá un día en que las radios de toda la vida empezarán a contratar mujeres por lo que valen y no por lo que suman en las cuotas de paridad.