Después del lanzamiento de su tercer disco, Cafè pels més cafeteros, la noche de este viernes 4 de abril, The Tyets celebraron una gran fiesta de color pastel en el Espai Corberó. Una velada para reivindicar todas las fiestas pasadas de nuestro país, pero sobre todo para anticipar todas las que vendrán con su nueva banda sonora.
☕'Cafè pels més cafeteros', el nuevo disco de The Tyets canción por canción
Qué hay que hacer para que una fiesta sea un éxito
La industria musical catalana está más en forma que nunca. Saca pecho, músculo. Está en plena efervescencia, como un adolescente que descubre que no solo puede gustar, sino que, encima, le gusta gustar. Por primera vez en mucho tiempo, parece creerse que nosotros también podemos. Podemos hacer grandes hits pop, álbumes que triunfen más allá de nuestras fronteras, y fiestas memorables, sin renunciar a lo que somos. Por eso, cuando el primer grupo en catalán al superar al millón de oyentes mensuales en Spotify publica un nuevo disco, hay que celebrarlo. Este viernes, con el lanzamiento de Cafè pels més cafeteros, The Tyets fueron los anfitriones de la primera gran velada POP —en mayúsculas— de la música catalana.
Este viernes, con el lanzamiento de Cafè pels més cafeteros, The Tyets fueron los anfitriones de la primera gran velada POP —en mayúsculas— de la música catalana
Nunca he tenido muy claro qué hay que esperar de una fiesta de presentación para que sea un éxito. ¿Hace falta un pastel como si fuera un cumpleaños? ¿Dejamos que suene el disco de fondo o hagamos que lo toquen en directo? ¿Tienen que hablar mucho los artistas? ¿Hace falta que incluso el apuntador acabe viendo doble por culpa de la barra libre? ¿Invitamos a marcas? ¿Amigos? ¿Famosos? ¿Amigos que ahora son famosos? ¿Micro-influencers? ¿Aburridos hombres con traje de la industria? ¿Acontecimiento público o con el secretismo de la exclusividad? ¿Cañones de confeti? Muchas preguntas y, muchas veces, pocas respuestas acertadas. Todo es cuestión de tantear. Aparentemente, la hoja de ruta de los de Mataró no tenía fisuras: ocho horas de fiesta en el Espai Corberó, un recinto brutalista que ha sido plató de videoclips, series olvidadas y editoriales de moda, reconvertido en una especie de fiesta tropical de crucero. Comida, bebida y música infinita a cargo del sello. Como catalanes que adoramos las cosas gratuitas —los clichés existen porque alguna certeza los sostiene—, y como generación que vive impulsada por el fomo, era un gran sí. Y el hecho de que empezara la noche con un espresso martini en la mano y la acabara sujetando a las dos de la madrugada el tobillo de un integrante de grupo-catalan-que-este-verano-te-hara-bailar-con-su-nuevo-disco mientras se hacía su primer tatuaje, lo corrobora. Pero vamos por partes: la presentación en sociedad de la cafetera de The Tyets.
Solo entrar encontrabas a los dos integrantes de The Tyets yendo de un lugar a otro saludando amigos y conocidos con los nervios y la ilusión de cuando se es el protagonista de una gran velada
Café, hamburguesas, tatuajes y hits para todo el mundo
Siete de la tarde, siete y poco, siete y media, una cola de gente bañada en colores pastel —porque sí, había código de vestimenta inspirado en la imagen gráfica del disco— se aproximaba en la puerta del recinto. Solo de entrar encontrabas a los dos integrantes de The Tyets yendo de un lugar a otro saludando amigos y conocidos con los nervios y la ilusión de cuando se es el protagonista de una gran velada. Anfitriones con compromiso. Trajes azul cielo, chándales de color rosa. La visión del espacio se iba tintando como si de una pasarela de la 080 patrocinada por una tienda de golosinas se tratara. Los asistentes eran una eterna lista del quién es quién del micro star system catalán. Como en un cómic de Martí Melcion, todos los estereotipos estaban allí. Desde nuestra problemática presentadora de radio preferida, con todo su equipo, hasta las nuevas promesas de la música catalana: Sexenni, Roots, Maria Jaume, Maria Hein —maleta en mano porque tenía que volar a Mallorca aquella misma noche—, dani6ix & IZZKID, entre otros. Quizás las ausencias más chaladas fueron las de Mushka y Figa Flawas, a quien interpelaban directamente en el álbum que se estaba presentando. Pero si hubo un vacío insalvable fue la no asistencia de Juan Magán. Mejor dicho, su no pinchada, que había sido un rumor durante días.
Si hubo un vacío insalvable fue la no asistencia de Juan Magán. Mejor dicho, su no pinchada, que había sido un rumor durante días
Desde un principio, la dinámica de la noche era muy libre. Es decir, no estaba clara. Autoservicio. Todo el mundo aprende imitando. Por eso esta velada replicaba las mejores tácticas turbocapitalistas que se han instaurado en los festivales estos últimos años: las activaciones de marcas. Durante las primeras horas, y antes de que las copas nos hicieran a todos amigos, los asistentes podían regalar sus datos a una marca de telefonía móvil a cambio de ganar una batería portátil, jugar al martillo de fuerza de una feria y colgarlo en stories para entrar en el sorteo de un viaje a Miami, beber una infinidad de cafés para sentir el fervor festivo, tatuarse en un ramalazo de juventud o comerse una smash burger —porque no hay nada que muestre que estás surfeando el éxito mainstream como una hamburguesa chafada en un panecillo de brioche. Todo eso amenizado con un poco de música electrónica suave de fondo.
Cuando la noche ya estaba bien entrada, y los asistentes se habían acostumbrado a las luces de discoteca de pueblo proyectadas sobre los muros de cemento de Corberó, DJ Trapalla cogió los platos. La impulsora de las nuevas noches de fiesta en catalán dio un repaso magistral a los hits que nos han acompañado los últimos diez años en la pista. Desde Avicii hasta grandes instituciones del reguetón, pasando por el desaparecido Juan Magán o nuestra diva del pop Julieta. Podríamos decir que, en aquel momento, se estaba gestando la fiesta, pero hacía falta que pasara alguna cosa. Dicho y hecho. The Tyets aparecieron en la terraza del edificio para tocar en directo. Intenso y fugaz, como si de un espresso se tratara, dieron las gracias e interpretaron A fora pllou y Café pels més cafeteros. Aplauso general, ovación, euforia: ¡en casa también se pueden hacer éxitos mainstream para todos los públicos que triunfen!
Como bien dicen The Tyets: "Aunque eso siempre lo dice todo el mundo, en mi casa nunca es suficiente"
Ahora sí, con la libertad que da sentir que ya has hecho el que habías venido a hacer —celebrar Cafè pels més cafeteros-, los asistentes se soltaron. Por primera vez en horas se notó una cierta desenvoltura en el ambiente. Los invitados que hasta entonces se habían mostrado de manera modesta, incluso insulsa, entre saludos y pequeñas conversaciones de cortesía con todo el mundo que medio conocían, se aferraron a la minuciosa cata de Vichys de sabores, acompañadas de bebidas espiritosas. En la sala inferior del recinto había una discoteca donde no faltó una torre de golosinas. Juerga y jolgorio para los que les gusta llegar al final de la noche. Un poco de beer pong, un poco de fumar puros en la cola de los tatuajes. Llegadas ciertas horas, y por respecto a los asistentes, dejaré que quien lea esto complete el delirio febril de colores pastel a su gusto. Como bien dicen The Tyets: "Aunque eso siempre lo dice todo el mundo, en mi casa nunca es suficiente", pero al acabar la fiesta todo el mundo salió satisfecho.