València, 23 de diciembre de 1524. Hace 500 años. Germana de Foix, viuda del rey Fernando el Católico y virreina hispánica en el reino de València, firmaba un indulto al gremio de los pelaires (los tejedores de lana) de la capital por su implicación en la Revolución de las Germanías (1520-1523). Aquel indulto sería uno de los primeros documentos públicos redactados en castellano en el País Valencià, y sería el punto de partida de una turbia maniobra de sustitución de la lengua valenciana que no solo no cesaría en el tiempo, sino que a partir de 1707, con la ocupación borbónica del país, se transformaría en un estado de persecución. Hace 500 años que se inició este proceso. ¿Pero quiénes serían los actores que participarían en aquella trama iniciática?
¿Qué era la Revolución de las Germanías?
Según Joan Fuster, el gran intelectual del siglo XX, el resultado de la Revolución de las Germanías marcaría la historia moderna y contemporánea del País Valencià. La centuria de 1400 fue el Siglo de Oro valenciano. En el aspecto cultural y económico. Pero la apertura de las nuevas rutas atlánticas y el desplazamiento del centro de gravitación europeo hacia las orillas del océano y la competencia desleal a los potentes gremios de la capital perpetrada por parte de grandes especuladores próximos al poder habían sumido el país en una formidable crisis. La Revolución de las Germanías fue la respuesta de las clases populares urbanas a aquella crisis, y fue la punta de lanza de un ambicioso proyecto político que aspiraba a convertir el País Valencià en una República mercantil.
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Quién es quién en la Revolución de las Germanías
El proyecto República Valenciana de los revolucionarios hermanados no tenía el propósito de crear un Estado totalmente independiente. Cuando menos, al inicio. Pretendía transformar la naturaleza del edificio político valenciano y renegociar su relación con la monarquía hispánica; es decir, con el poder central. Y eso, sobre todo el primer punto, implicaba un conflicto con las clases pasivas del país: las jerarquías nobiliarias y eclesiásticas terratenientes y rentistas y, de rebote, con las masas de servidumbre de estos corpus sociales, los moriscos. Con el estallido de la Revolución y las primeras victorias de las Germanías (Xàtiva, Gandia), las clases pasivas valencianas no dudarían ni un instante en implorar la ayuda del poder central.
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La derrota de las Germanías y la depuración de sus representantes
Las clases pasivas valencianas, con sus hosts armados privados (la mano de obra semiesclava morisca emplazada en los latifundios del interior del país) serían incapaces de detener el empuje de las Germanías. Fue la intervención del ejército real, dirigido por el castellanísimo y sanguinario Pedro Fajardo, marqués de Los Vélez, la que pondría fin al sueño de las Germanías. Derrotadas las Germanías y brutalmente asesinados sus líderes (1523), el aparato hispánico desplegaría una gran operación de represión que se saldaría, entre otras cosas, con la depuración de todos los cargos políticos de representación de las clases populares —las clases gremiales—, que fueron sustituidos por elementos de las clases pasivas valencianas.
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¿Qué relación hay entre la derrota de las Germanías y la sustitución del valenciano?
De nuevo Joan Fuster, el gran intelectual del siglo XX, sostiene que los hermanados ambicionaban alcanzar el monopolio del poder municipal en la capital y en el conjunto del reino. Es decir, la creación de una república mercantil liderada por la capital e inspirada en los pequeños Estados de la península italiana (Venecia, Génova, Toscana) o del norte de Europa (las Diecisiete Provincias neerlandesas, Hannover). Y eso implicaba un redibujo de la arquitectura del poder (desaparición de los estamentos de la nobleza y de la Iglesia). La intervención armada hispánica abortaría el sueño hermanado y las clases pasivas valencianas evitarían su fin. Pero a partir de aquel momento, quedarían sujetos a un pacto de servidumbre con un poder central castellano y castellanizador.

Las "agradecidas" clases pasivas valencianas
La ideología castellanista y castellanizadora del poder central hispánico quedaría manifiestamente patente durante el gobierno de la virreina Germana de Foix, la primera delegada del poder central hispánico nombrada después de la derrota de las Germanías (1523-1536). La siniestra viuda del Católico, con una mano ejecutaría una terrible represión —con miles de desterrados, confiscados, arruinados y ejecutados— y con la otra crearía una lujosa corte virreinal que tenía un clarísimo propósito: la castellanización de las agradecidas e insensibles clases pasivas valencianas (el único corpus social que le quedaba al país después de las Germanías con capacidad de generar cultura y arte). La castellanización de estas oligarquías sería el efecto inmediato a la derrota de las Germanías.
El primer intento de exterminio de la lengua valenciana
Las "agradecidas" e insensibles clases pasivas valencianas del siglo XVI serían las que enterrarían la mejor generación cultural y artística de la historia del País Valencià. Y la virreina hispánica Germana de Foix sería la escultora de la lápida de la tumba donde descansaría, eternamente, el Siglo de Oro valenciano. La administración hispánica había fabricado el perverso axioma que apestaba la lengua valenciana con un hedor de pasado y de derrota; y que perfumaba la lengua castellana con una fragancia de prestigio y de cultura. Y las "agradecidas" e insensibles clases pasivas valencianas lo comprarían entusiásticamente. Traicionarían la lengua y la cultura propias y participarían activamente en el primer intento de exterminio de la lengua valenciana a cambio del bolsillo y de la poltrona.