Puerto de Barcelona, 16 de agosto de 1936. Hace 88 años. 18.00 horas. Hacía cuatro semanas que había estallado la guerra civil española. Y el barco "Ciutat de Tarragona", que transportaba a 430 milicianos y milicianas republicanos, zarpaba hacia Menorca. Aquella estiba era la punta de lanza de la operación de recuperación de Mallorca, que, durante la jornada del golpe de Estado que había precedido al estallido del conflicto (18 de julio de 1936), había caído en poder de los militares y paramilitares rebeldes. Durante dieciocho días (del 18 de agosto al 4 de septiembre), se sucedieron una serie de combates que culminaron con el fracaso de la operación, la evacuación precipitada y desordenada de los milicianos y el abandono, entre otros, de un grupo de cinco enfermeras catalanas, que serían capturadas, torturadas, violadas y asesinadas por los golpistas: las otras "cinco rosas de Mallorca".
¿Quiénes eran esas enfermeras catalanas?
El trágico destino de esas enfermeras catalanas es conocido desde el día siguiente de su captura, tortura, violación y asesinato (06/09/1936). El semanario Arriba, que los golpistas editaban en Manacor desde prácticamente el mismo día de la rebelión, publicó el diario personal confiscado a una de las víctimas. Su identidad, en cambio, no sería revelada hasta bien entrado el siglo XXI, con el resultado de la investigación historiográfica de Gonzalo Berger y Antoni Tugores, y periodística de Tània Balló y Jaume Miró. Después de estas investigaciones, todavía no se conoce el nombre de la autora del diario; pero sí conocemos el nombre de las otras cuatro integrantes de ese grupo: Teresa Bellera Cemeli, las hermanas Daria y Mercè Buxadé Adroher y Maria García Sanchís, milicianas del batallón femenino del PSUC y enfermeras de la Cruz Roja republicana.
¿Qué era la operación de conquista republicana de Mallorca?
El 18 de julio de 1936, los golpistas habían logrado el control de Mallorca. Y la represión que desatarían sería de una violencia extrema (centenares de encarcelamientos, torturas y desapariciones). Pero este clima de represión no era el que más preocupaba a los comités revolucionarios de la retaguardia republicana, la verdadera fuerza armada de la República. Lo que realmente les preocupaba era la estratégica situación de Mallorca, que podía ser (como acabaría siendo) una base de lanzamiento de ataques navales y aéreos contra la costa mediterránea. Desde el momento en el que los golpistas son derrotados en Barcelona (19-20 de julio de 1936), los comités revolucionarios ya activan la operación Mallorca y nombran como máximo responsable al capitán Alberto Bayo, un oficial del ejército español que se había mantenido fiel a la República.
¿Quién formó parte de ese operativo?
Antes del desembarque del 16 de agosto, las fuerzas revolucionarias ya habían efectuado algunas operaciones en las Illes. La Columna Uribarri, formada en València por 300 efectivos (guardias civiles, guardias de asalto y milicianos) y comandada por Manuel Uribarri Barutell, capitán de la Guardia Civil y afiliado al partido Esquerra Valenciana, habían conquistado efímeramente Eivissa y Formentera. Pero en la operación en la que participan las cinco enfermeras catalanas, la Columna Uribarri ya no está. Los 4.000 efectivos que desembarcan en Mallorca con Bayo, el 16 de agosto de 1936, son exclusivamente milicianos, y proceden del sindicato anarquista CNT-FAI y de los partidos políticos Estat Català (independentista) y PSUC (estalinista). Los rebeldes se refirieron a esta fuerza como la "horda catalano-marxista".
¿Cómo fue esa operación militar?
El diario de la enfermera no identificada revela que esa operación, desde el mismo momento del desembarque, en Porto Cristo (en la costa oriental de Mallorca), fue un caos. Y no tanto por la inesperada resistencia de los rebeldes, como por la descoordinación de las distintas compañías de milicianos. En la operación "Reconquista de Mallorca", como la llamaban los comités revolucionarios, sucedería lo mismo que sucedía en los frentes de guerra republicanos de la Península: los milicianos estaban agrupados en compañías formadas por sus sindicatos o partidos y solo obedecían órdenes de las jerarquías de sus propias organizaciones, generalmente personajes sin ningún tipo de formación militar. El diario de la enfermera relata que esta descoordinación impediría alcanzar el objetivo —llegar a Palma— y condenaría dicha operación al fracaso.
¿Cómo era la vida en el campamento?
La enfermera no identificada es muy crítica con lo que pasaba en el campamento. En su diario relata como aquel pequeño grupo de mujeres tuvo que tomar muchas precauciones, sobre todo por la noche, porque entre sus propios compañeros de filas había muchos "maleantes". En este punto, es importante recordar que el 20 de julio de 1936, los milicianos anarquistas que habían derrotado el golpe de Estado en Barcelona, con Durruti al frente, habían asaltado la prisión Model y habían excarcelado e incorporado a sus filas a todos los presos comunes de dicho penal. La enfermera del diario también es muy crítica con el papel de algunos hombres. Lo es con los médicos y con los "comisarios" políticos, que "duermen en cómodas camas, mientras que los heridos, que han derramado su sangre por nuestros ideales, se curan en colchones viejos depositados en el suelo".
El abandono
Los últimos párrafos de ese diario son, realmente, dramáticos. Bayo recibió órdenes de retirarse. En esa caótica maniobra, Bayo abandonó a docenas de personas de su ejército que no habían recibido la orden y que habían quedado en campamentos alejados del frente. El silencio y la soledad alertaron a las cinco enfermeras catalanas, que, aterradas por la sospecha de que habían sido abandonadas, deambularon por toda la retaguardia republicana buscando a sus compañeros de filas. Solo encontraron rapiña y destrucción. Conscientes de su precaria situación, buscaron desesperadamente a alguien que las evacuara. Pero antes de lograr embarcar hacia Menorca, fueron capturadas por los rebeldes en la playa de Sa Coma, en Porto Cristo.
Los brazaletes de la Cruz Roja
Cuando fueron capturadas, llevaban los brazaletes de la Cruz Roja. Nunca habían participado en ninguna acción armada. Ni de guerra, ni de saqueo. Habían ido a la guerra cargadas de ideales y llenas de ilusiones, convencidas de que lo hacían para construir un mundo mejor, donde las mujeres estaban destinadas a tener un papel protagonista. En cambio, se encontraron con la muerte más horrible. Como la de "las rojas des Molinar" (las cinco rosas mallorquinas) o como la de Maravillas Lamberto, la adolescente de Larraga (Navarra). Fueron torturadas, violadas y asesinadas por quienes no querían ese mundo mejor, ni toleraban que las mujeres se atrevieran a soñar y a reivindicar un papel protagonista en la sociedad. Misóginos, violadores y asesinos que, tras esa mortífera guerra, impondrían su ley y gobernarían durante décadas.