El escritor, guionista y divulgador lingüístico, Enric Gomà, ha escrito un manifiesto con toques humorísticos a favor del catalán vivo y creativo. Gomà ha presentado el libro El català tranquil (Pòrtic) a los suscriptores de ElNacional de manera exclusiva por Zoom. Los socios han preguntado por la evolución y el futuro de nuestro idioma. También ha argumentado porque propone la aceptación de palabras como "candau", "peta" o la expresión "bon vespre".
¿Hace meses escribió El castellà, la llengua del costat, tienen relación?
Sí que están relacionados, pero llego por vías diferentes. El castellà, la llengua del costat lo escribí porque tenía en la cabeza la relación que hemos tenido con el castellano los últimos 600 años. Conozco en extranjeros -neerlandeses, italianos o alemanes-, que viven aquí o vienen a menudo, que saben catalán, pero no saben castellano. Pienso que los catalanes, hace cien o doscientos años, éramos así. Cuando escuchábamos el perro está enfermo no lo entendíamos porque era otra lengua. Esta idea que si entiendes una, entiendes la otra y que son prácticamente iguales es una tontería, porque no es cierto.
¿Y El català tranquil en qué idea se inserta?
En que los catalanes tenemos que estar muy orgullosos de nuestra lengua social y espontánea, es decir, de la que conocimos de nuestros padres, tíos y abuelos y que hablamos con nuestros hermanos, amigos y vecinos. Esta es nuestra lengua y tiene una gran utilidad. El catalán no es exclusivamente el estándar normativizado por el Instituto de Estudios Catalanes (IEC) que ha hecho una gran tarea en los últimos cien años y ha contribuido para que sea una lengua de cultura, de administración, de enseñanza y de instancias. A banda de eso, el catalán es una lengua coloquial porque nos llega a través del amor, la amistad, la convivencia, el entretenimiento, el engaño, la estafa y el codo con codo. Es una lengua que tiene una vertiente popular muy importante. El catalán tiene mil años y le han pasado muchas cosas. No sólo tienen importancia los últimos cien años normativizados, sino que los otros novecientos, sin normativa, pero con unas vías y parámetros concretos, también tienen importancia y peso.
¿El catalán de hoy en día es el del siglo XVI?
Sí, lo que más llega en la actualidad es el de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX que ha ido mutando, deformando, cambiando y ha recibido influencias. Soy partidario de ver el catalán como un conjunto, de hacerlo más próximo a la vida de los ciudadanos en la medida del posible y de abrir la puerta a formas que coexisten.
¿Nos puedes poner un ejemplo?
Medio país dice xarrup y medio dice sorbet, sorbet es normativo y xarrup, no. Xarrup nació por una equivocación de los restaurantes en los años ochenta, y hoy en día, unos dicen xarrup y otros, sorbet. Yo me planteo si podrían convivir estas dos palabras igual que lo hacen cercar y buscar. Creo que sí. ¡Casos como este hay muchos! El diccionario normativo tiene 70.000 entradas y el descriptivo tiene 110.000. Son 40.000 de diferencia. Se dice que un hombre de cultura media sabe unas dos o tres mil palabras. Estas 40.000 palabras que nos quedan fuera de la norma tendríamos que mirárnoslas con interés, proximidad y simpatía.
Si dejamos evolucionar el catalán, el castellano acabará influyendo demasiado y eso genera miedo.
No se tiene que abrir la puerta en los calcos del castellano, ahora bien, se tiene que apostar por la evolución. Las frases hechas normativas son un reflejo del catalán de los años veinte y treinta, cuando Fabra hizo su diccionario. Hay un déficit muy grande de catalán coloquial, actual y contemporáneo. No me refiero a la típica palabra de moda que tiene un par daños y después desaparece, sino que hablo de expresiones que tienen cincuenta años y que están fuera de la normativa. Por eso estoy a favor de la evolución. Tenemos que ver hacia dónde evoluciona el catalán intentando eludir la garrapata que tenemos del castellano que nos empuja a hacer calcos constantes.
Eso lo explica al libro Control de plagues que escribió en el 2018.
En este libro analizo noventa y dos palabras que hemos sustituido por culpa de la influencia del castellano. Ahora bien, no tenemos que fosilizar la lengua, sino que tenemos que hacer que evolucione. Además, el catalán tiene mucha riqueza expresiva y esta idea que en catalán no hay creación léxica es mentira. Mucha viene del castellano, es cierto, pero el catalán también tiene creación léxica. Tenemos palabras y expresiones que nos describen y nos definen, que han surgido de dentro de nuestra sociedad.
¿Por ejemplo?
La famosa palabra lot que sirve para dar luz cuando hay oscuridad. La palabra lot nació en una fábrica de Manlleu a los años veinte y, hasta hace unos meses, el IEC no lo ha aceptado. Nació de dentro de nuestra sociedad como tantas otras. Por ejemplo, la expresión al·lucinar mandonigulles se dice desde los años sesenta. No sé cuál es el origen, tengo la teoría que viene de al·lucinar mandarines, que se decía en los años sesenta y derivó en albóndigas. Es una frase hecha nuestra.
¿El DIEC lo puede acoger todo?
No, es lo que dicen los lingüistas y tienen toda la razón. Ahora bien, si no están, estas palabras y expresiones no estarán nunca en un doblaje de película, a la televisión, a la radio o a los libros y estas palabras desaparecerán. Las palabras viven porque tienen vida pública y no sólo porque las decimos en el comedor de casa. Yo hago televisión y, una vez, escribí en un letrero la palabra nosa y un amigo mío me dijo que no la había visto nunca escrita. ¿Qué particularidad tiene si es una palabra nuestra sin ningún misterio?
¿Quieres salvar las palabras?
Yo no quiero salvarlas para salvarlas. Quiero salvar la expresividad que es cultura, convivencia, diversión, entretenimiento, emociones... todo eso es la lengua. Es normal que la gente de veinte y de cincuenta años no hablen igual: hemos tenido vivencias diferentes, hemos visto diferentes películas y los grupos de amigos tienen tics lingüísticos diferentes. ¡No pasa nada!
Con los jóvenes todo el mundo se desespera...
Porque hablan mal, dicen, pero dentro de veinte años no hablarán igual. Su lengua mutará y se enriquecía por otros lados. Por ejemplo, como yo hablaba con 17 años no tiene nada que ver a cómo hablo yo ahora. De adolescente no podía decir una frase hecha como ser un tanoca porque me parecía de viejos. Ahora cojo a mi hijo le digo y le digo tanoca. La lengua se enriquece a lo largo de la vida. No hablaremos como nuestros padres ni abuelos, pero tenemos campos para correr con los jóvenes, seguro.
¿Las palabras y expresiones de las cuales hablas al libro como cumbaià, flipar -que el DIEC la define como drogarse-, o una caja de mistos de toda la vida en lugar de llumins, las fuiste encontrando a medida que escribías o ya las tenías apuntadas?
Desde 1988 me apunto y estudio las palabras y expresiones que se dicen espontáneamente a mi alrededor. Consulto por qué se dicen, donde nacieron, la vitalidad que pueden tener, etc. En este archivo tengo apuntadas 9.500 entradas en unos documentos conectados entre ellos que me sirven para hacer búsquedas. Sé perfectamente una palabra quién la dijo, dónde, cuando la oí, tengo el estudio y el ejemplo. Todo eso me ha servido para hacer el libro. Además, también leo diccionarios de la A en la Z y voy apuntando notas con papel y lápiz y las paso a limpio. He leído catorce, ya.
¿Qué opinas del bilingüismo?
El bilingüismo contiene una pequeña trampa: mientras unos son bilingües, los otros no lo son. Eso es un beneficio para el castellano y un perjuicio para el catalán. El castellano lo entiende todo el mundo y el catalán, no. Eso lo vemos en las tiendas, donde la atención al público hace unos diez años que se ha convertido en castellano como idioma inicial. Entro en un sitio, me preguntan "¿Qué desea"?, yo respondo en catalán y cambian a catalán directamente porque lo entienden y lo hablan perfectamente. Se ha instalado la idea de que la lengua societaria es el castellano. Eso es muy negativo para el catalán. No volveremos a tener personas catalanohablantes que no sepan castellano excepto casos singulares como extranjeros o estudiosos. Es difícil que tengamos personas que no sepan castellano. Ahora bien, una cosa es saberlo y el otro es sentirlo como lengua propia o familiar. Soy partidario de qué los catalanes en la medida del posible, tenemos que tener claro cuál es la legua propia y cuál es la aprendida.
¿Por qué tenemos que distinguirlas?
Con la lengua aprendida tienes una relación de gratitud, interés y ganas de leer y conversar, pero tienes que tener claro con qué lengua tienes más riqueza. Cuando hablo con escritores jóvenes de guion y literatura escrita los digo que tienen que escoger con cuál quieren profundizar, estudiar y ser expresivos. Los escritores bilingües que conozco no escriben bien ni en catalán ni en castellano.
¿El bilingüismo desplaza una lengua?
Seguro. Tal como está, actualmente, tiende a hacer desaparecer la lengua que no es compartida con todo el territorio e implanta la lengua que es común. Si estamos preocupados con el uso y el futuro del catalán, sólo hace falta aplicar un secreto: el catalán tendría que ser necesario para ganarse la vida. Es el punto clave de toda lengua en todas las sociedades. Suena a objetivo difícil, pero no lo es tanto. Hay muchos campos que tendría que ser necesaria, como la atención al público, la administración, o la enseñanza. Tenemos que conseguir que empresarios de PYMES sean conscientes de que este requisito es fundamental. Una vía de supervivencia clave para el catalán es el mundo laboral.
En veinte años hemos pasado del 50% de catalanohablantes en los 36% según las encuestas...
Cuando estábamos 50-50 estábamos tranquilos porque pensábamos que el catalán ganaría terreno en los años ochenta. De repente, nos encontramos con que el año 2021 somos sólo el 36% de lengua frecuente habitual, que a menudo coincide con la lengua materna porque nuestros padres nos hablaron en catalán. ¡Pero han llegado un millón y medio inmigrantes, era imposible que no bajáramos! ¡Si vienen un millón y medio más, bajaremos al 26%! ¿Cuál es nuestra esperanza? Que la segunda generación lo aprenda y se lo haga suyo.
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