Agustí Villaronga fue el gran triunfador de la última edición del festival de cine de Málaga. Su nueva película, El ventre del mar, se llevó seis premios, entre otros el reconocimiento a la mejor película, mejor director y mejor actor (Roger Casamajor). El cineasta mallorquín, que días atrás nos revelaba en una entrevista en el programa 'Al Dia', de IB3 Radio que está luchando contra un cáncer: "No está todavía en fase de metástasis. El lunes me operan, así que seguramente pasaré el estreno de El ventre del mar en la UCI y no me enteraré de cómo ha ido hasta que no salga del globo de la operación", nos descubre en su nuevo largometraje las interioridades de una obra nacida durante la pandemia con espíritu rebelde. Una cinta que muestra el inviolable compromiso de Villaronga con el cine más creativo, que mañana viernes 12 de noviembre llega a las salas de cine. Revivimos la conversación que tuvimos con el autor de referencias tan destacadas de nuestro cine como Pa negre o Incerta gloria.

Un ring en medio del océano

Junio de 1816. La fragata Alliance, de la Marina francesa, se embarranca delante de las costas del Senegal. Como los barcos disponibles para la evacuación no son suficientes para acoger a todos los tripulantes, se construye una precaria embarcación a la que obligan a subir a 147 hombres: soldados, marineros, algún pasajero y unos pocos oficiales. El plan previsto es que los barcos remolquen la fragata hacia tierra, pero el pánico y la confusión se apoderan del convoy y cortan la soga de remolque, abandonando el barco a su suerte. El hambre, la inclemencia del mar, la locura y una lucha encarnizada se desatan en aquella balsa a la deriva. Así, entre el naufragio y el desembarque, se produce una historia que se balancea entre la supervivencia y la devastación con episodios de canibalismo incluidos. Una historia real que noveló el escritor italiano Alessandro Baricco y que ahora ha llevado al cine al director mallorquín Agustí Villaronga.

"Ahora ya hace un montón de años que leí Oceano Mar, el libro de Alessandro Baricco que recoge esta historia," nos descubre a Agustí de Villaronga. "Un relato que me fascinó desde que me cayó en las manos. Tanto que hice una adaptación para teatro, ya con los personajes centrales de Savigny, oficial y cirujano del barco, y Thomas, un marinero raso". Ejes rotores de la narración, estos dos personajes explican la misma historia pero desde ángulos muy diferentes. "Esta barca a la deriva se convirtió en una especie de ring en medio del océano. Un cuadrilátero del cual no se puede entrar ni salir donde estas dos figuras mantienen un duelo dialéctico, de ideas pero también de pura supervivencia: uno de ellos intentando salvar a las personas que hay en el bote, el otro buscando un mínimo sentido humanitario a todo. Eso era lo que se me interesaba". Una historia, y Villaronga admite que era uno de sus propósitos, con el trasfondo del drama de los emigrantes en el Mediterráneo. "Y con esta problemática, todos los dramas sociales y políticos a los que se está enfrentando el ser humano en los últimos años y cómo estamos reaccionando ante ellos".

Un momento del rodaje de El Vientre del mar.

Un gran acto de rebeldía

Agustí Villaronga estaba en Mallorca con quien ha acabado siendo el productor del filme, Javier Pérez Santana, preparando la versión teatral de El vientre del mar. Cuatro días antes de que el proyecto llegara al Teatro Principal de Palma se declaró el estado de alarma y nos obligaron a confinarnos. Cerrados fue cuando Villaronga decidió recuperar la historia pero ahora llevándola al cine. "La obra de teatro iba a tener de protagonistas a Eduard Fernández y Darío Grandinetti, una pareja de protagonistas brutal, pero todo se fue al garete por la pandemia. Decidir rodar la película fue como un gran acto de rebeldía. Cuando no se podía hacer nada intentamos hacer una película. Lo tuvimos que hacer con muy poco presupuesto y de manera muy rápida, pero con una gran aportación humana. Una película muy heredera de la literatura y del teatro y no lo disimula".

El vientre del mar se rodó del 3 al 23 de agosto de 2020 en el interior de Es  Sindicat de Felanitx, una antigua bodega abandonada desde hace años. S'Estanyol, una pequeña localidad en sur de Mallorca; S'Algar, una de las calas más conocidas del litoral mallorquín y el salón de plenos del Consejo de Mallorca reconvertido en una sala de juicios de la época son el resto de localizaciones de una de las películas más personales de Agustí de Villanronga. "Una bonita manera de no decir que es una de mis películas más raras", apunta con humor el cineasta. "Pero es verdad, la siento muy próxima". Villaronga revela que el relato que se narra en El vientre del mar le emociona. "Es una película que me gusta mucho porque rehúye los convencionalismos. En este sentido me recuerda en Aro Tolbukhin, en la mente del asesino, una película mía de 2002 con la que ya exploraba narrativas diferentes".

Extremo y al límite

El vientre del mar se podría entender como un filme existencialista que descifra la herida del hombre."Cuando los acontecimientos nos superan la vida se nos transforma. Un ejemplo ha sido la pandemia: durante muchos meses nos hemos enfrentado a un hecho que nos han desbordado. Nos hemos hecho muchas preguntas sobre nuestro futuro. La verdadera esencia de las personas brota en estos momentos de indefensión. La verdad de las cosas aparece en los momentos difíciles, cuando el ser humano se siente indefenso. De la misma manera, quién no ha estado en peligro, quien no ha sufrido no puede decodificar el sentido de la vida en toda su complejidad".

El cine como arte tiene dos finalidades: entretener y platear preguntas vitales, la obra de Villaronga es un perfecto ejercicio de funambulismo entre los dos extremos. "Vengo de una generación que ha crecido con Ingmar Bergman y eso marca (risas). A mí me gusta reflexionar sobre temas profundos. Me conmueven los sentimientos extremos y muy al límite. Con todo, intento no alejarme del público. No quiero que mi cine sea una paja mental. Quiero que mis películas se entiendan".