Pasando de la comedia al drama y vuelta a empezar con la facilidad de quien cambia de carril en una autopista vacía, Carmen Machi hace años que deslumbra como una de las actrices más versátiles y superlativas de la escena interpretativa. Lo vuelve a demostrar en Amor de madre, la película que protagoniza al lado de Quim Gutierrez y que hoy se estrena sumándose al catálogo de Netflix. Antes, sin embargo, se pudo ver dentro de la programación del BCN Film Fest, dónde nos encontramos con ella para hablar de un rodaje que tenía que ser un viaje al paraíso y acabó siendo un pequeño gran milagro que se finalizara.
El de Amor de madre fue un rodaje lleno de contratiempo.
Era finales de febrero de 2020 cuando llegamos a las Islas Mauricio. Hacía pocas semanas que estábamos allí y estalló la pandemia. No habíamos rodado todavía mucho, pero cuando quisimos volver, el tráfico aéreo ya se había suspendido en todo el mundo. Por suerte, Netflix fletó un avión y pudimos volver.
Pero volvisteis a las Mauricio.
Una vez en Madrid nos dimos cuenta de que faltaba mucho más para rodar de lo que ya llevábamos rodado. Decidimos volver.
Pero la aventura no acabó aquí.
De nuevo en las Islas Mauricio una compañera dio positivo en una pcr al entrar en el país. Pocos días después, otra compañera también dio positivo. Nos confinaron 15 días. Estuvimos cerrados en las habitaciones del hotel. Nos dejaban la comida en la puerta de la habitación.
Eso es una meta película.
¡Pero es que cuando acabamos la cuarentena, se nos incendió el set! Lástima que nadie rodara un making of. Fue una cosa rarísima. Tuvimos que volver a España y acabamos de rodar la película en Tenerife.
Ha surgido una química entre Quim y yo que pocas veces la he sentido con otro actor
¿Ahora ya sí, no?
No, porque era enero de 2021 y fuimos víctimas de la Borrasca Filomena, un fenómeno atmosférico que arrasó con todo. Y yo me accidenté: se me inflamó el nervio ciático y no pude rodar.
Esto parece el Don Quijote de Terry Gillian.
Un poco, pero sumando a los elementos una pandemia mundial. Con todo, creo que lo que vivimos favoreció el resultado final. Montar la película debe haber sido un infierno, pero la relación entre todas las personas implicadas a la película se hizo más fuerte. Vivimos muchas cosas muy intensas durante mucho tiempo. Pocas veces he alcanzado una relación tan estrecha como la que tenemos ahora Quim y yo. Surgió una química entre nosotros dos que pocas la he sentido con nadie más. Que se haya acabado la película es un pequeño milagro.
¿Y tú, mientras estabas confinada, cómo sobreviviste a la pandemia?
Plataformas como Netflix hicieron un gran servicio a la humanidad (risas). Nosotros hemos trabajado muchísimo durante la pandemia. El audiovisual, afortunadamente, no se detuvo. Eso no significa que para nosotros, los actores, fuera fácil.
¿No lo fue?
Nosotros trabajábamos sin mascarillas en un momento en que la desinformación con respecto al virus era absoluta. Nos teníamos que hacer pcrs cada día... Y así siempre durante un año.
¿El trabajo no era un punto de fuga?
Lo era. Nuestro trabajo consiste en dar vida a personajes que están viviendo otras vidas y otras circunstancias. Eso nos evadía de la realidad del momento. Mientras rodaba tenía los problemas de los personajes que interpretaba. Fue jodido. Pero el trabajo me salvó durante la pandemia.
¿Interiorizas a los personajes?
No. No soy una actriz de método. De hecho, siempre marco distancia para que no me salpiquen. Trabajar y cambiar mucho de personaje te ayuda a deshacerte de ellos. Con todo, cuando estás trabajando tienes que empapar-te del personaje que estás interpretando y comportarte y actuar como lo haría ella, siempre, evidentemente, manteniendo el control de las cosas. Y eso te lo da la experiencia y, aunque parezca contradictorio con lo que he dicho, los métodos de trabajo. Pero evito tanto como sea posible que los personajes me salpiquen.
¿Por eso tus personajes acostumbran a ser tan dispares, pasando de la comedia al drama de un proyecto al otro?
Quizás, pero si es así, lo hago inconscientemente. Mis orígenes como actriz se encuentran en el teatro. De hecho, el teatro fue mi único trabajo durante muchos años. No debuté en el mundo del audiovisual hasta los 30 y muchos años. La tele y el cine nunca fueron mi objetivo. Y en el teatro, las dinámicas de trabajo son otras. En mis orígenes formaba parte de las llamadas compañías de repertorio, con las que por la mañana hacías un espectáculo, por la tarde otro y por la noche otro.
El trabajo me salvó durante la pandemia
Vaya, que podías llegar a interpretar a tres personajes diferentes en un único día.
Esta fue mi formación y mi diversidad de trabajos probablemente viene de aquí. No tengo tiempo para pensar tanto. Al final todo es mucho más pim pam.
Es decir, una currante de la interpretación.
Me tomo mi trabajo muy seriamente. Un trabajo que está hecho con el propósito que sea para el disfrute de los otros. Y eso lo he tenido claro desde que empecé a trabajar de muy pequeña: actuamos para el público, que además es el que nos paga para ver lo que nosotros hacemos. Y para alcanzarlo se tiene que trabajar mucho, aunque yo soy muy vaga y perezosa.
¿Sí?
Soy de la opinión que no siempre tienes que trabajar más para que salgan mejor las cosas. Si ya hay una toma que es buena, por qué tenemos que rodar veinte más. Se tiene que optimizar el tiempo, porque la vida de una actriz no tiene que ser sólo trabajar. Una actriz también tiene que mamar de la vida para mejorar en su acometida.
¿Cuándo descubriste que querías ser actriz?
Es algo que siempre he sentido. De pequeña, sin saber exactamente qué era, sí que notaba que tenía cierta facilidad para esconderme tras los personajes y hacerlos creíbles: engañar, mentir...
¿Eras muy mentirosa, de pequeña?
Sí, siempre he sido muy mentirosa, pero para demostrar que era posible que la gente se tragara lo que me inventaba. De la misma manera, siempre he sentido mucha empatía por los personajes dramáticos. Soy una gran amante del drama. De hecho, no soy una gran consumidora de comedias. En cine, como más lenta e intensa sea la película, mejor.
Mi objetivo es desaparecer como persona y dar salida al personaje
Es un tópico, pero parece que profesionalmente has alcanzado un nivel en que nada se te resiste: Carmen Machi puede hacer lo que quiera y le dé la gana, y lo hará soberbiamente.
Mi objetivo es desaparecer como persona y dar salida al personaje. Por el resto, el momento más dulce de una actriz y por extensión de una persona es justamente el instante antes de que pase. El instante en que todavía no ha pasado nada, pero intuyes qué pasará. Eso y la suerte.
¿Te han dejado alguna vez tirada como al prota de la peli?
Evidentemente, como todo el mundo, a mí también me han dejado tirada en el amor. No de una manera tran hollywoodiense como Amor de madre, pero sí que creí que me amaban más de lo que realmente me estimaba|amaba o que me necesitaban más de lo que me necesitaban.