Catorce millones de libros vendidos, casi seiscientos escritos y alguno de ellos con más de cien ediciones. Las cifras de Jordi Sierra i Fabra son las de alguien fuera de serie. El escritor barcelonés hizo la primera novela con ocho años y cuando está a punto de cumplir setenta y cinco, mantiene las mismas ganas de escribir. Con una energía desbordante – sigue trabajando prácticamente ocho horas al día y gestiona dos fundaciones – explica que no ve el momento de terminar, que todavía tiene ganas de escribirlo aunque le sobran las ideas. Este septiembre, el Palau Robert acogerá una exposición que homenajea la dilatada trayectoria y obra de un Premio Nacional de Literatura atípico. Y que habla sin pelos en la lengua.
���� Manolo García: "La posteridad me importa un rábano"
¿Aún llevas la cuenta del número de libros que tienes publicados?
Si, publicados ya voy para el 540. Escritos son casi 600. Yo soy alguien muy atípico en mi forma de trabajar. Ahora viene el verano y estoy en la montaña tres o cuatro meses y haré seis o siete libros. Ahora acabo de hacer uno policíaco de la serie Magda Ventura y hoy ya he empezado uno infantil de cuarenta páginas. Cambio el chip de un día para el otro, no tengo ningún tipo de problema. Lo que estoy escribiendo este verano se publicará de aquí dos años. Tengo los libros de este año, los del año que viene y los del 2024 ya escritos.
El ritmo acelerado sigue.
Sí, pero cada libro que haces es como el primero, pasas un examen. No para ser Jordi Sierra i Fabra los envío a un editorial y me hacen la ola. Y muchas veces toco temas para ver si salgo adelante, experimento con nuevas técnicas narrativas, etc. Tengo muchos libros que no ha visto nunca ningún editor, que no los he enviado porque sé que me dirán que no. Y los he hecho sobre todo para aprender. Un artista es alguien que aprende hasta que se muere.
Prolífico es una palabra que siempre he odiado. Yo soy fértil
¿Cuál es la clave para ser tan prolífico?
Prolífico es una palabra que siempre he odiado. Yo soy fértil, siempre lo he dicho. Una persona prolífica es la que hace tornillos en una fábrica. Desde que tengo 8 años, que sufrí un accidente y me puse a escribir, mi imaginación siempre ha sido desbordante. Cojo el diario cada y día y saco tres novelas. No leo las noticias, busco historias. Incluso cuando viajo, charlo con una campesina del Tíbet o con un indio de Colombia o un campesino de Sudáfrica. Soy como una parabólica con patas, todo el día estoy captando energía. El problema es que me gusta escribirlo todo, soy como un niño todavía. Cuando me muera ya dejaré de escribir, pero mientras esté vivo hago lo que me gusta.
¿Siempre has querido ser escritor?
Si, toda la vida, desde que era un niño. En el cómic sobre mi vida, que se llama El largo y tortuoso camino, explico cómo llegué a serlo. Tuve que luchar contra mi padre, que me prohibió escribir, y también contra la escuela. Lo pasé fatal, a solas. Y finalmente conseguí lo que quería que no es sólo escribir sino vivir de escribir. Ahora, no me preguntes si me pensaba que sería rico o famoso, eso es una cosa totalmente diferente, yo sólo quería ser feliz. La fama es una trampa mortal, yo huyo. No me verás nunca en la televisión en una tertulia. Y creo que a veces pago un precio por eso. Me han dado la medalla de Bellas Artes, la Cruz de Sant Jordi... Y hace diez años que no salgo en TV3 .
Cojo el diario cada y día y saco tres novelas
¿Te parece que tienes poca presencia mediática?
Para Sant Jordi aquí viene gente a que le firme libros. Pero es que cuando me voy a la feria del libro de Madrid, vienen maestros de toda España a verme y gente llorando, que quieren abrazarme, y que me dicen que sus alumnos leen gracias a mí. Y me voy a Medellín, a Lima o a Mèxic D.F. y allí también tengo cola. Parece que cuanto más lejos te vas, más aureola tengas. Supongo que es porque aquí no soy una persona pública ni tengo ganas de serlo. Yo hago mi trabajo y punto.
¿La literatura juvenil está infravalorada? ¿Tiene menos prestigio de lo que se merecería en Catalunya?
Si escribes para jóvenes a veces parece que esté haciendo sólo un subgénero. ¿Sabes cuántas veces he estado firmando por Sant Jordi y me ha tocado al lado un pope intelectual y me ha visto firmar libros? Y me dicen: "¿Cuántas ediciones llevas de este libro? ¿64 ediciones? Quizás debería hacer yo alguna cosa para niños también". Y te lo miras y piensas: "haz, haz". La gente se piensa que escribir para jóvenes o niños es pan mojado con aceite y no, es difícil. Hay esta superioridad moral con la literatura juvenil. Si yo quisiera publicar al año tres o cuatro libros para adultos no se me permitiría, sería un anatema. A mí se me tolera. Soy un mal menor, como un chiste.
¿Cómo es tu rutina como escritor?
Cuando estoy haciendo un libro, me levanto a las 10 de la mañana y me pongo a trabajar a las 11h. De las 11h a las 15h estoy trabajando como un 'currante' cualquiera. En las 16:30h me pongo a escribir otra vez hasta las 20:30h, cuatro horas más. Me voy a dormir a la una de la noche y duermo nueve horas. La gente se piensa que duermo tres o cuatro y no, tengo que dormir mucho para tener la cabeza muy despierta. Y en verano lo que cambia es que sólo escribo cinco horas en ningún sitio de ocho.
Ocho horas al día de escribir sigue siendo brutal. ¿Nunca te ha costado?
No, yo escribo al día entre quince y veinte páginas normalmente. Son muchas. Además no corrijo, lo hago todo de una tirada. Empezar a cambiar una palabra o dos, para mí es enfriar el libro. Si hay algún error ya lo verán en la editorial. Pero cuando escribo tantas horas si que tengo un desgaste enorme. Por eso en verano también me va bien escribir menos. Es un proceso que tengo ya muy medido por palmos y cada día me levanto feliz porque estoy haciendo una novela, o empezaré una o estoy trabajando en otra.
¿Ahora a punto de hacer 75 años no ves el momento de bajar el ritmo?
El otro día leí que estadísticamente a los 75 años empieza la vejez. ¡Yo de aquí nada entraré en la vejez! Pero depende de muchas cosas, si el cuerpo te acompaña... Yo siempre para escribir me he respetado mucho el cuerpo y la mente. Y yo creo que mi cuerpo ahora eso lo está agradeciendo. ¿Mientras el cuerpo aguante, porque tengo que parar? ¡Si estoy haciendo lo que me gusta!
Los libros no se escriben, se sienten
Es curioso porque muchas veces cuando hablamos del artista nos imaginamos a alguien que tiene una iluminación o una idea buena en un momento puntual y no más.
Los libros no se escriben, se sienten. Hay libros que he hecho en cuatro días. Mi Premio Nacional de Literatura, Kafka y la muñeca viajera, siempre digo que lo escribí de una tirada: leí en un diario un día que Kafka se había encontrado a una niña que había perdido una muñeca y me pareció tanto maravillosa que la escribí muy rápido. Y ahora se está haciendo en teatro a medio mundo. Quiero decir, lo sentí dentro mío y eso es lo que es ser artista, ver lo que los otros no ven. Tú sales a la calle y ves una nube y piensas: "Está a punto de llover". Yo veo una nube y veo formas, pienso historias, veo un cuento infantil... Esta percepción es lo que me alimenta. Y me siento que soy un loco iluminado, soy una máquina productiva, lo sé, no puedo hacer nada para cambiarlo. ¡La gente dice que escribo demasiado y yo digo que los abomben! Todavía hay alguno impresentable que dice que es imposible que escriba tanto, que tendré doscientos negros. Ven a mi casa y verás mis diarios. A mí me gusta escribir, ya está.
Siento que soy un loco iluminado, soy una máquina productiva, lo sé, no puedo hacer nada para cambiarlo
¿Cómo ha sido tu relación con el público lector adolescente?
Estuve veinte años dando conferencias a institutos y teatros por toda España. Me iba de octubre a mayo una semana de cada más a hacer charlas y hacía cinco diarias durante cinco días seguidos. Y de los 14 millones de libro que he vendido a día de hoy, supongo que 13 deben ser de jóvenes que me leen a escuelas e institutos.
¿De qué les hablabas en estas conferencias?
De mi vida. ¿Un joven de 13 o 14 años qué quiere saber? Pues qué pienso, como era yo a su edad, porque soy escritor, etc. Cualquier crío que hoy tenga 14 años y me le metan hostias como me las birlaban para ser tartamudo, que vea alguien como yo explicándole cómo lo superó le sirve. Sé que les puedo transmitir energía y todavía los entiendo a los jóvenes. 'Campos de fresas', mi libro más vendido, sigue gustando. Siempre he intentado que la gente diga "es un Sierra y Fabra, es igual lo que explique, lo compraré porque lo ha hecho él".
¿Qué es un 'Sierra i Fabra'? ¿Qué tiene que tener un libro para serlo?
Ir rápido, no enrollarte, no querer demostrar nada a nadie, no poner palabras que nadie utiliza, que el primer capítulo te atrape... Yo explico siempre uno historia, no me lío, ni pongo paja. Te puedo explicar en una novela mía cada palabra porque la he puesto. Te puedo decir si he puesto una palabra en la página cuatro para no volver a repetirla a la setecientos. Eso me viene de fábrica y hace que no añada media página de más o alargue un capítulo porque sí. No lo puedes hacer eso: en una sinfonía todo tiene que encajar.
¿Escribir y leer fueron vías para afrontar las dificultades de tu infancia?
Si, de pequeño tartamudeaba y me di cuenta de que cuándo escribía no tenía este problema. Fue una revelación. Pero mi padre lloraba cuando me veía escribir. Todavía conservo mis diarios de adolescencia y repasándolos encontré páginas en que decía: "Mi padre me ha pillado escribiendo y se ha echado a llorar. Me ha dicho que me moriré de hambre y que ser escritor es imposible de conseguir'. En la escuela me dijeron inútil, incluso la maestra, me pegaban por ser tartamudo pero yo me seguia escribiendo a todas horas. Hacía ver que estudiaba pero en realidad estaba escribiendo y hacía un libro de quinientas páginas cada año por aprender.