Este viernes ha llegado a Netflix Rainbow, la particular revisión que Paco León ha hecho del clásico El mago de Oz. Un viaje alucinógeno en búsqueda de la identidad propia y la aceptación de la diversidad. Es la cuarta película dirigida por una figura asociada a la comedia, pero que en cada proyecto que emprende, ya sea como actor o cineasta, hace eclosionar todo su talento y genialidad. Charlamos con él pese a los elementos: la línea de teléfono se corta cada dos por tres y él está ronco por culpa de los aires acondicionados y las decenas de entrevistas que está concediendo estos días. "Siento que acabamos de soltar la película hace muy poco. Y ha sido soltarla y empezar a preparar la promo, que me lleva casi más trabajo que la misma película. Llevo días sin parar de hablar". 

🎬Carla Simón: "Cuando acabo una película tengo crisis existenciales porque me siento vacía"
 

¿Te gusta hablar de tus películas?
Por supuesto. Es más, en las entrevistas siempre acabo descubriendo detalles de la película que me había pasado por alto. Las películas tienen algo orgánico: no solo las creas sino que las descubres. Las películas ocurren, se hacen solas. Son como hijas: las pares, quieres que sean ingenieras, pero se hacen hippies. Son bolas de nieve que se echan a rodar nutriéndose de cada una de las personas que participan en su proceso de creación. 

Las películas ocurren, se hacen solas. Son como hijas: las pares, quieres que sean ingenieras, pero se hacen hippies

El cine es un arte colectivo. 
Y esta película más. Había una conciencia de que todos los departamentos tuvieran una presencia preponderante. En Rainbow la música es muy importante, el vestuario es muy importante, las localizaciones son muy importantes, el maquillaje, la peluquería, el arte, los efectos, la figuración... De hecho, este fue el motor que me impulsó a hacer esta película. Con Rainbow no quería contar una historia sino crear un universo con sus propias reglas. Crear una estética entera. Es una gran pista de baile a la que he invitado a mucha gente, especialmente a muchos artistas que admiro: cantantes, bailarines, artistas plásticos... Los he juntado a todos en un cuento. 

Una metapelícula.
Esa era la propuesta y el reto. Una película que es una conjunción de muchos elementos, pero todos ellos muy pegados a la realidad. Una película muy fantástica pero a la vez muy realista. Del mismo modo que es un musical no-musical: hay números musicales en los que se canta y se baila, pero sin seguir las fórmulas del género, donde se canta y se baila sin un motivo o razón, sino por convención. En Rainbow cuando se canta y se baila hay un motivo para hacerlo. 

Rainbow es la particular versión de Paco León del clásico El mago de Oz

El musical es un género en auge en nuestro país. 
A mí me encanta, pero es muy difícil. Tiene una dificultad extrema. Por eso aún no me he atrevido a hacer un musical canónico. Hay que tener mucho nivel para hacerlo. Más allá de que es un género muy apegado a la cultura americana. Les sale de forma natural cantar y bailar delante de la cámara. A nosotros nos da vergüenza incluso ver los musicales. 

Teóricamente somos una cultura que se caracteriza por el jolgorio, nos gusta cantar y bailar. 
Sí, pero de otra manera, no desde el género del musical. 

Hablabas de los muchos artistas que forman parte del casting, destacando especialmente la presencia, además en papeles protagonistas, de cantantes como Dora, Ayax, Egosex... A los que además has dado la alternativa. 
Ayax ya había participado de algún rodaje. Pero yo me guío por el instinto: la gente me parece interesante o no, tenga mucha o poca experiencia. Si hay alguien que tenga carisma, magia e interés seguro que la cámara lo querrá, y el espectador, también. Ha sido una gran fortuna haber podido trabajar con todos ellos y mezclar la experiencia de gente como Carmen Maura, Carmen Machi o Hovik Keuchkerian, actrices y actores de gran prestigio, con gente con poca experiencia. Tengo la creencia que en esta mezcla, los unos se nutren y refrescan de los otros. 

Soy un cómico inquieto que hace muchas cosas

¿Qué tipo de director eres?
Cada actor necesita un director diferente. Y yo como director intento convertirme en el director que necesita cada uno de los actores de mi reparto. 

¿Dónde te sientes más cómodo?
Actuar es lo que me sale de forma natural, pero que me gustes más... Ya no lo tengo tan claro. Ahora ya depende del proyecto. Aun así, he dirigido cuatro películas y he actuado en decenas. Soy un cómico inquieto que hace muchas cosas. Mi base es esa. Empecé a dirigir películas como una actividad extraescolar y ahora ya es una profesión. Un oficio que ejerzo desde un prisma nada académico, y eso me da libertad para hacer las películas a mi manera, y sin dogmas. Prefiero hacer una mala película pero diferente que buena pero convencional. 

Hay una escena de la película en la que Dora, la prota, dice que solo hay una cosa más fuerte que el miedo, la curiosidad. 
Yo me identifico mucho con esta frase. Soy una persona miedosa pero también muy curiosa. Quiero probarlo y hacerlo todo. Y me gusta que sea así. Es como un secreto de juventud, porque la capacidad de asombrarse se pierde con la edad como el colágeno. La curiosidad te mantiene joven. 

La capacidad de asombrarse se pierde con la edad como el colágeno. La curiosidad te mantiene joven

¿Te esfuerzas por mantenerte joven?
Sí. Me esfuerzo porque tengo tentaciones de cinismo. Cuando tienes cierto recorrido tienes la sensación de que ya lo has hecho todo. El cinismo es la muerte del arte. Hace poco hice una película amb Inaki Gabilondo. Tiene 79 años, pero es la persona más joven que conozco, porque, justamente, se interesa por todo. Una de las personas más sabias que conozco, pero que mantiene esa mirada juvenil por la vida. También conozco gente de 20 que ya son viejos. 

¿Qué te falta por hacer?
Todo. Estoy empezando. Eso sí, tengo miedo que se me acaben las ideas.

Trailer de Rainbow

¿Las ideas se acaban?
Por ahora no me ha pasado. Pero siempre que terminas un proyecto se presenta un vacío. Las ideas te abordan. No sabes de dónde salen. Te preñas solo de ellas. 

¿Cómo te quedaste embarazado de la de Rainbow?
Tras la cancelación de la segunda temporada de Arde Madrid. De hecho, tenía un par de ideas previas, y una de ellas era esta. No concretamente hacer una versión del Mago de Oz, pero sí tenía ganas de hacer algo de fantasía. Una aventura que me permitiera mezclar géneros.

Cuando tienes cierto recorrido tienes la sensación de que ya lo has hecho todo 

Ese universo propio del que hablabas.
Llegó el confinamiento. Los planes eran que me fuera a Los Angeles una temporada, pero tuve que quedarme en Madrid. En aquel momento se me acentuó esa necesidad de fantasía y de fiesta, y de salir, y de viajar. 

¿Recuerdas la primera vez que viste la versión más popular, la de Victor Fleming con Judi Garland?
No. De hecho no es una película que me haya marcado. Del cuento del Mago de Oz hay muchas versiones, entre ellas una que hizo Michael Jackson y Diana Ross. 

Seguramente el espíritu de tu versión está más cerca de la de Jackson, una película... psicotrópica.
Para ver esa versión no sirven las palomitas. Tienes que verla puesto de marihuana. Es un delirio. Una ida de olla muy grande. Pero, nuevamente, es tan solo una de las muchas versiones que se han hecho. Yo he visto muchas, tanto en cine, como en teatro. Sí que me pasó que cuando releí la novela de L. Frank Baum en la que nos hemos inspirado todas las versiones, descubrí muchos detalles que quedaron fuera de la adaptación de Fleming. Aun así, la clásica es todo un referente y un icono para muchos colectivos, empezando por el LGTBI+.

El Mago de Oz no es una historia de amor sino de autoconocimiento. Me siento muy cercano a ese discurso, a hablar y defender la diversidad

La novela es de 1900 y la versión de Fleming de 1939, pero el mensaje es extremadamente vigente. 
Cuando di con El Mago de Oz me pareció una historia que encajaba perfectamente con lo que yo quería contar. Un cuento moderno en el sentido que la protagonista es una mujer. Una líder de un colectivo de desplazados. No hay ningún príncipe que la salve de nada. Una historia que habla de ser uno mismo y aceptarse y quererse tal como es. El Mago de Oz no es una historia de amor sino de autoconocimiento. Me siento muy cercano a ese discurso, a hablar y defender la diversidad. La vida es un camino de conocerte y aceptarte a ti y aceptar a los demás. 

Paco León y Dora en un momento del rodaje de Rainbow

¿Te ha costado mucho llegar a aceptarte y conocerte a ti mismo?
Sí. Una vez dije en una entrevista que la pulsión por ser actor nació de la incomodidad de ser yo mismo. Creo que nos pasa a muchos actores. Actuamos porque queremos ser otras personas. Curiosamente, haber sido muchas personas a través de mi oficio, me ha permitido descubrirme a mí mismo. He sido miss España, he sido yonki, he sido de todo... Y todos esos personajes son partes de mí que no conocía. Soy todos los personajes que he hecho. 

Y por esa pulsión de ser actor también aprendiste a hablar catalán.
Sí, me aprendí una obra en catalán para presentarme a un casting... No me cogieron (risas). Era una obra de Shakespeare, que dirigía Àlex Rigola para el Teatre Lliure. Sabía que tenía pocas probabilidades porque no hablaba catalán, pero...

La curiosidad de la que hablábamos antes.
Exacto. Fue por aquello de 'a ver qué pasa'. Nunca se sabe... La última película que he hecho con Nicolas Cage ha sido un poco así. 

¿¡Has hecho una película con Nicolas Cage!?
No sé hablar inglés, pero me preparé el casting y me cogieron (risas). Y ahí estoy actuando con Nicolas Cage. Ha sido una experiencia maravillosa, haciendo de malo, pegando tiros, diciendo 'motherfucker' y peleándome con Nicolas Cage. ¿Él? Es una leyenda 24 horas al día.