"La crisis de los 40 no ha llegado, las cosas me sonríen, lo recuerdo y lo valoro y soy muy consciente, y estoy enormemente agradecido". La racha profesional de Quim Gutiérrez (Barcelona, 1981), sumada a su paternidad reciente, hace que el actor viva un momento especialmente feliz. Acaba de rodar los nuevos largometrajes de Cesc Gay e Isaki Lacuesta, y tiene en cartelera la producción francesa Madeleine Collins, un apasionante drama estructurado como si de un thriller de Hitchcock (o de Claude Chabrol, o de Roman Polanski) se tratara.

Apasionante y desconcertante

Madeleine Collins es una película apasionante y desconcertante a partes iguales, que va dejando pistas hasta que el rompecabezas toma sentido, y que explica la historia de una mujer que mantiene una doble vida: "Es un personaje femenino muy rico, con muchos matices. Juega con toda una cuestión de identidad bien interesante. Te hace dudar de si es una persona con una enfermedad mental galopante o si está en la frontera de tenerla. A mí me recuerda en cierta manera a Walter White, el protagonista de Breaking Bad: vive una crisis, descubre una habilidad que no sabía que tenía, legalmente cuestionable, pero que lo satisface, lo hace feliz. Y a Judith le pasa un poco lo mismo, encuentra un bienestar manteniendo estas dos vidas, por un lado una relación más convencional y tranquila, y por la otra, una más pasional, supongo que de empotramientos contra la pared", nos explica. El actor interpreta esta pareja no oficial, pero este es sólo un punto de partida que va mucho más allá, con insospechados giros de guion de los que el espectador puede esperar. "Tengo la sensación de que la apuesta funciona muy bien. Me parece muy difícil mantener este equilibrio, hacer la correcta combinación de elementos para no desvelar demasiado hasta el momento oportuno...", afirma.

Es sorprendente cuando en una película no sólo va todo bien, sino que también hay mucha química, y pasan cosas

En la película, Quim Gutiérrez comparte reparto con Virginie Efira, probablemente la actriz más en forma del cine francés, vista a títulos como Benedetta, El reflejo de Sibyl o Adiós, idiotas. Para nuestro hombre, su compañera es una animal. "Ha tenido una trayectoria profesional muy particular, porque empezó en la televisión haciendo un programa para niños, presentó el tiempo y un programa tipo Operación Triunfo, antes de saltar al cine con comedias románticas, para acabar haciendo cine de autor. Es una mujer con los pies a tierra, muy sencilla. Nos entendimos muy bien desde el principio, desde la prueba que hicimos juntos. Me lo puso muy fácil. Cuando haces un casting con alguien con una trayectoria tan potente, llegando de otro país, vas preparado por todo: si hay mal rollo tienes que estar muy zen, porque son momentos extraños, donde te puedes sentir expuesto, vulnerable. Es sorprendente cuando no sólo va todo bien, sino que también hay mucha química, y pasan cosas. Al rodaje había momentos que me sentía un poco perdido, para la misma dinámica de la peli, y fue fantástico poder compartirlo con ella, ensayar cosas juntos, hacer equipo. No siempre pasa, que puedes hacer este trabajo codo con codo con un partenaire". Aparte de Efira, el actor comparte una secuencia con un mito del cine, Jacqueline Bisset. ¡"Espectacular! De entrada impresiona. Cuando la conoces te das cuenta del carisma y el aura personal que tiene. Yo la recuerdo a Bullit, con Steve McQueen. Tuve un crush, era guapísima. Sigue siendo una mujer guapísima, encantadora, con la cabeza muy bien amueblada, y es un ejemplo en cómo se ha hecho grande, porque es evidente que para una actriz es muy duro envejecer dentro de la industria".


Quim Gutiérrez comparte protagonismo con Virginie Efira en su nueva película Madeleine Collins

Fantasía francesa

No es la primera experiencia en Francia del protagonista de filmes como Azuloscurocasinegro (2006), Primos (2011) o Anacleto: agente secreto (2015). Hace ocho años ya vivió el reto con Los ojos amarillos de los cococrilos (2014), y desde entonces, ha ido tres o cuatro veces en París para hacer castings y abrir unas puertas que forman parte de un deseo muy confesable: "Tenía la fantasía que, siendo catalán, quizás podría tener un acento francés razonablemente pasable. Conseguí hacer una película y ahora he hecho dos más, Madeleine Collins y École del air, que acabo de rodar. Y la nueva del Isaki Lacuesta también está hecha a Francia y en francés". Todo un reto para el actor, que, sumado a su aventura en Hollywood, sacando la cabeza en Jungle Cruise, representa una internacionalización que se podría traducir en la necesidad de buscar nuevos retos. Cuando me ponen con gente de otra industria diferente de la mía, en una especie de balanza interna, intento evaluar si estoy o no estoy a la altura. Hasta ahora he salido bien parado en esta autovaloración, el juego funciona. Quizás me pones a hacer una escena con Joaquin Phoenix y me cago en los pantalones", dice soltando una risotada.

La industria francesa es muy potente, con un espectador muy fiel, que ama mucho el cine, y eso abre el abanico de opciones

Gutiérrez sigue reflexionando al respecto: "Sé que hay un periodo donde yo me evalúo y los otros me evalúan a mí, pero rápidamente queda claro si la cosa funciona o no. Y más si haces un personaje con escenas complejas. Yo curro mucho, gustaré más o menos, pero llego al siete, o a los ensayos, con el trabajo hecho. Y enseguida se ve si soluciono la secuencia o no, y por mi parte miro a los ojos del compañero y veo si juega conmigo o si va por libre. Aunque estés en un contexto donde no te conocen, encima de la mesa hay lo que te da la experiencia. Y yo llego al plató y sé el trabajo que tengo que hacer, cómo puedo aligerar o facilitar el trabajo de cada departamento, y trato saber cómo se dice la gente del equipo, hay una voluntad de ser respetuoso y agradable con todo el mundo, de generar buen rollo". Su experiencia con Madeleine Collins ha afianzado la idea de Quim Gutiérrez que la maquinaria del cine francés es envidiable a muchos niveles. "La industria francesa es muy potente, con un espectador muy fiel, que ama mucho el cine, y eso abre el abanico de opciones. Hay una enorme diversidad de películas diferentes y de personajes. Los que me ofrecen en España son mucho menos variados que los que he hecho en Francia. Hacía mucho tiempo que no tenía la posibilidad de abordar a un personaje dramático con este tipo de perfil. Por eso lo disfruté tanto, porque no es frecuente que me pueda liar la manta en la cabeza e investigar tanto como he hecho con esta película".


La trayectoria del actor catalán Quim Gutiérrez cada vez tiene más presencia internacional

Aquel niño de Poblenou

¿Con un presente y un futuro profesional y personalmente felices, como recuerda Quim Gutiérrez a aquel niño que empezó las suyas primeras pasas con la mítica serie de TV3 Poblenou? "Lo tengo mucho presente. Relacionado con mi paternidad, he limpiado el trastero, he tirado un montón de cosas, pero conservo los vídeos en VHS, grabados por mi madre, de la serie entera. Y tengo un aparato que me funciona. También guardo un montón de fotos que nos hacían para pruebas de vestuario. Así que tengo visualmente mucho presente cómo era entonces y cómo lo viví. Guardo muy buen recuerdo. Es que ahora todo el mundo tiene mil imágenes en vídeo, es muy fácil, pero entonces, si no te dedicabas a lo que me dedico yo, no era tan habitual tener esta conciencia tan presente cómo eras y cómo cambias. Para mí Poblenou fue una experiencia formativa espectacular. Quizás fue duro tener un reconocimiento a una edad donde eres tan sensible, con gente a la cual le gustas mucho y gente que te detesta...".

Poblenou fue una experiencia formativa espectacular

Habría estado mucho peor debutar hoy, con Twitter escupiendo odio: ¡"Sería horrible! Es que ahora... los críos que hacen Élite, por ejemplo, no me gustaría nada estar en su piel. ¡No quiero comparar un éxito a Catalunya y uno internacional, pero es que se te puede ir mucho la olla! Tienes que tener una base de apoyo familiar y de amistades que te mantengan los pies en el suelo, que te ayuden a escoger las cosas que son importantes o que te permiten desarrollarte como persona a largo plazo. Ahora hay una necesidad de notoriedad exageradísima, una dictadura de los likes, las redes sociales... es muy lógico que los afecte", remata.