Acostumbrados a ver intérpretes y directores como galardonados honoríficos en las entregas de premios cinematográficos, este año la Academia del Cinema Català rompe moldes y reivindica otros oficios, por definición más discretos pero igualmente fundamentales, quizás sin el mismo impacto mediático pero, a menudo, con maestría y enorme experiencia. Y lo hace escogiendo a Tomàs Pladevall Gaudí de Honor 2022 a uno reconocido director de fotografía de larguísima trayectoria, magnífico representante de tantos y tantos trabajadores más o menos anónimos, pero ejes rotores en cualquier rodaje.

La Junta directiva de la Academia, presidida por la cineasta Judith Colell, ha decidido otorgar el galardón honorífico en Pladevall, en la gala del próximo 6 de marzo, porque "ya es hora de reconocer las profesiones del cine que comparten autoría y que contribuyen de manera determinante a la creación del lenguaje cinematográfico. La dirección de fotografía es uno de los oficios que incide más en la construcción del universo único de cada cineasta y Tomàs Pladevall, ARTISTA en mayúsculas, ha sido capaz de crear un mundo propio de luz para cada uno de los directores y directoras con quien ha trabajado, "todos ellos grandes nombres de la historia del cine en nuestro país".

90 millones de fotogramas

Los créditos de Tomàs Pladevall (Sabadell, 1946) incluyen casi una sesentena de largometrajes, más de 400 producciones cortas (donde se incluyen documentales, cortos de ficción, series de televisión y spots publicitarios, mundo que abandonó, dice, "por razones éticas"), con productoras españolas, francesas, inglesas y norteamericanas.

Uno de los documentales fue rodado en 65mm en la Polinesia francesa, para el Expo92 de Sevilla. Ha experimentado con todos los formatos fotoquímicos y digitales (fue pionero en documentales con las primeras cámaras HD), incluyendo el 3D para grandes pantallas, con el que trabajó en su penúltimo filme, Viaje mágico al África (2010). Y, como él mismo destaca, es "responsable de más 90 millones de fotogramas en cámara". Todavía más: ha diseñado la luz de obras de teatro, conciertos y espectáculos, en vivo y para televisión. Y el año 1992 fue la mano derecha de Manuel Huerga como director de iluminación de las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Barcelona.


El director de fotografía Tomàs Pladevall ha sido galardonado con el Premio Guadí d'Honor. Foto: Academia del Cine Catalán

Haciendo cosas

Retirado de los rodajes desde hace más de una década, Tomàs Pladevall ha trabajado codo con codo con cineastas como Ventura Pons, Bigas Luna, José Luis Guerin, Pere Portabella, Rosa Vergés, Carles Benpar o Francesc Bellmunt, su primer socio y cómplice, en aquellos turbulentos años 60. "Él iba a la misma escuela que yo y éramos casi vecinos. Un día, debía tener 17 años, apareció diciéndome que sabía que yo hacía cine, porque en casa teníamos una cámara de 8mm de mi padre, y me propuso hacer alguna cosa".

Hijos de la larga tradición de cine amateur en Catalunya, Bellmunt y Pladevall empezaron a flirtear con lo que después les haría ganarse la vida: hicieron juntos un puñado de experimentos con la cámara antes de dedicarse profesionalmente. Y, de hecho, el debut del flamante Gaudí d'Honor, una vez diplomado en la Escuela Oficial de Cinematografía de Madrid, llegó de la mano de su amigo de adolescencia: Robin Hood nunca muere (1972) abría una carrera con algunos puntos álgidos que el maestro resalta.

Grabado en la piel

Dice Pladevall que su primer gran momento profesional fue con Bigas Luna. "Se destetó conmigo, cuando hicimos juntos Tatuaje. A Bigas no le gustaba mucho Tatuaje. Porque la estrenaron mal, porque iban con ínfulas, y porque se encontraron con que la película no funcionó. Y creo que vista hoy aguanta muy bien. Después cambió y trabajó con otros directores de fotografía, pero eso pasa a menudo".

También pasa al revés. José Luis Guerin, por ejemplo, lo llamó para hacer Tren de sombras cuando él había trabajado antes con Gerard Gormezano. Guerín había visto el trabajo que Pladevall había hecho con Manuel Huerga en el telefilm Gaudí, basado en la manipulación de imágenes antiguas, y eso le funcionaba para su proyecto. Nos entendimos muy bien, porque Guerin sabe mucho de imagen, es el único director a quien me he llevado al laboratorio para el proceso, nadie más: porque no entienden. Y Guerin sí, tiene muy buen criterio, discutíamos los encuadres, milímetro arriba y abajo, podíamos pasarnos dos horas así", explica entre risas.

Pere Portabella también es una figura importante en la trayectoria de Tomàs Pladevall. He aprendido mucho con él. Hicimos Pont de Varsòvia y El silenci abans de Bach". de Portabella, Pladevall destaca que es un cineasta muy discreto, con conocimientos y conceptos generales de fotografía. "Descubrimos muchas cosas juntos. Pero hay mucha gente y más trabajos relevantes. Soledad, con Romà Guardiet, por ejemplo, fue fundamental. O las diversas películas que hice con Ventura Pons, como Actrius, que fue un reto".


Tomàs Pladevall en el rodaje de Robin Hood nunca muere en febrero 1974

Paisajes

Pladevall, que ha dedicado muchos años de su vida a la docencia, transmite calma con sus reflexiones pausadas, sin evitar un sentido del humor sagaz bajo su apariencia de sabio despistado. Y ríe cuando el periodista comparte una inquietud sobre su profesión, y que tiene que ver con un comentario habitual del espectador común. ¿Qué opina sobre que se valore como buena la fotografía de una película en función de los paisajes que aparecen?

"Eso pasa en cualquier rama del cine. ¿Los premios a mejor vestuario a quién se lo dan? A las películas donde van más disfrazados. Maquillaje, efectos visuales... No se acostumbran a valorar los trabajos más sutiles. En la fotografía también pasa, a veces luce mucho, con el uso que haces de la luz con una puesta de sol, o un paisaje bonito. Pero eso lo tienes que dosificar, si se nota demasiado... mal, porque adquieres un protagonismo que no corresponde. Tienes que estar siempre en función de la historia".

4.291 películas

Obsesivo en la clasificación de su archivo personal, que quiere preservar para hacerlo accesible a todo el mundo, su manía llega hasta el punto de tener anotadas todas las películas que ha visto desde los 16 años. "Son 4.291, y 1.483 sesiones de películas que ya he visto y he repetido", puntualiza. Esta pasión por la catalogación, como su eterno impulso de seguir experimentando, que hace que su archivo no haga más que crecer, se plasma muy bien en el documental D'ombres, que le ha dedicado el cineasta Joan Tisminetzky y que fue premiado en el último Festival de Gijón. Un filme que se proyectará en la Filmoteca de Catalunya los días 25 y 27 de febrero.

Admirador de directores de fotografía como Néstor Almendros o Sven Nykvist, Pladevall apunta: "En realidad he aprendido de los 1747 directores de fotografía diferentes de todo el cine que he visto a mi vida". Sí, nuestro hombre también tiene este dato anotado. "Todos ellos me han marcado, todos lo hacen cuando tienes interés en un oficio, porque todos te aportan una cosa u otra. Te enseñan lo que quieres hacer o lo que no tienes que hacer".

Trabajo de equipo

¿Y qué opina de que unos premios cinematográficos valoren, por fin, un trabajo como la suya? "Pues me hace muy feliz, porque estamos acostumbrados a que no se nos dedique mucha atención, y eso sabe mal. Si nosotros, los directores de fotografía, que somos la mano derecha del director, estamos olvidados... imagínate a la gente de los laboratorios, como si no hubieran existido. La figura del director es fundamental, pero hasta un cierto punto".

Pladevall insiste que el cine es un trabajo de equipo. "Pero no me quejo, porque siempre me he sentido muy valorado por la gente de la profesión", afirma, antes de mostrarnos un papel con unas cuantas líneas escritas: "Estoy preparando el discurso de agradecimiento del Gaudí. Todavía no sé qué diré, pero tengo unas cuantas ideas. Habrá una parte de agradecimientos y una de recuerdos, me gustaría recordar que aparte de los directores y los actores hay mucha gente detrás de las películas, trabajando. Después me darán un minuto y medio y me quedaré a medias", remata con una carcajada.