Que no, que no empezamos insultando, no se me enfaden. Ni esto va a ser una somanta de palos ni pretendemos desacreditar su honorabilidad —¡Dios nos libre!—, más bien un saludable y enjundioso ejercicio de aceptación, superación y crecimiento personal (o no). Lo cual no quita para reafirmarnos en el título de esta reseña: ustedes, nosotros, todo quisqui, es imbécil (además de ruin, loser y, en muchos casos, además un/a contumaz borrachuzo/a). “Soy un perdedor. I'm a loser baby, so why don't you kill me?” Además, aunque la más mínima moralia (sí, acabo de referenciar a Beck y a Theodor W. Adorno de corrido, ¿qué pasa?) actual aconseja su desuso, el adjetivo “imbécil” fue usado por la psiquiatría durante mucho tiempo para nombrar a los retrasos mentales medios, los del ciudadano de a pie. Ruin. Loser. Borracha. No son insultos, sino las partes en las que se divide Imbécil (¡Caramba!, 2024), el nuevo tebeo de Camille Vannier (París, 1984). En su interior encontrarán un recopilatorio de los momentos vitales más lamentables y vergonzantes de su autora, una autobiografía dibujada llena de dramas capilares, curros de mierda, diarreicas intoxicaciones etílicas y alimentarias, un walk of shame absolutamente épico y hasta vacaciones en la casa en la que se alojó Brad Pitt (o tal vez no).

Camille Vannier es una autora, Imbécil

Son las cuatro de la tarde. Dime que hace horas que estás borracha o me caerá un mito.
(Ríe) No, aún no, siento decepcionarte. La mayoría de las historias de la parte de Borracha son aventuras que me pasaron cuando tenía más bien 20/30 años; ya sabes, la época en que mezclas todos los tipos de alcohol porque piensas que no pasa nada, pero resulta que sí que pasa. Bueno, ahora que lo pienso, la anécdota, la más humillante para mí, creo que es la que se titula Ron con nata (spoiler alert: la autora vomita y se caga encima a la vez por primera vez con cuarenta años), y esta me pasó el verano pasado… ¡Así que no hay edad para la humillación etílica!

Mesquína. Loser. Borracha. Imbécil... ¿Autoshaming o autobulling?
Autoconciencia, autoironía y sinvergüenza, más bien. “Autoshaming” no lo conocía, pero me gusta también. La idea es tomarse menos en serio y ser consciente de que somos todos un poco mierda en algún momento, y que no pasa nada, que nos podemos reír de ello. Bueno, en este caso, reíros vosotros conmigo de mis mierdas. Vivimos en un momento en que las redes sociales se han apoderado de nuestras vidas: siempre se enseña lo guay que es uno y la taza de café con leche y la mierda del dibujo en la espuma y los selfis con filtros, y todo eso es muy aséptico y aburrido. A mi me interesa todo lo contrario: los errores, los defectos y las cosas que no van según lo previsto, y eso es lo que quise hacer con este libro.

La idea es tomarse menos en serio y ser consciente de que somos todos un poco mierda en algún momento

“Si me pongo un lápiz en el culo dibujo mejor”, “Dejad de usar mano de obra infantil para colorear viñetas”… Los comentarios de haters reciclados como frases promocionales en las solapas son oro puro. ¿Cómo han recibido Imbécil estos imbéciles?
Pues no lo sé, y no creo que ellos lo sepan tampoco, porque, bueno, aunque para mí es un halago que me digan que dibujo como un niño, entiendo que ellos lo dicen como algo malo, así que dudo que sigan lo que voy haciendo en mi trabajo. Hacía años que tenía estas “reseñas” guardadas en una carpeta. Tenía muchas ganas de hacer algo con ello y esta ha sido la ocasión perfecta. Me daba un poco de miedo que mi editor, Manuel Bartual, flipara un poco con la idea de poner reseñas negativas en el libro, así que le propuse ponerlas en una faja o algo que se pudiese quitar del libro, pero fue él quien me dijo “vamos a por las solapas”.

Hacía tiempo que no me carcajeaba tanto leyendo un tebeo. ¿Por qué crees que es TAN desternillante? ¿Quizá porque en realidad los que nos tronchamos así con tus historias somos igual de imbéciles, ruines, losers y borrachos? Desde luego, yo sí lo soy aunque no sé si acumulo TANTAS anécdotas…
¡Fuaá, y de las que me estoy acordando desde que se publico el cómic!… Es un sinfín: 40 años dan para hacer mucho el tonto. No me creo que no tengas tantas como yo, creo que es más una forma de mirar las cosas. Yo solo estoy súper atenta a todo lo que pasa a mi alrededor, y, a la mínima cosa que me pasa, me pregunto si es material para dibujar la anécdota. Seguramente, los demás se acuerdan solo de las historias memorables, pero pasan muchas otras. También creo que no me da mucha vergüenza explicar mis cosas, sobre todo cuando me equivoco o cuando hago el ridículo.

Portada de Imbécil

¿Cuál de todas las anécdotas bochornosas que confiesas consideras que se lleva la palma? ¿Cuándo pensaste que de verdad estabas tocando fondo?
¡Pfuá! Pues la que me da más vergüenza es la historia en la que le digo a mi novio “no quiero ser la gorda de la pareja”, cuando él decide ponerse a régimen. No es mi momento de mayor orgullo, que digamos… Te pasas años intentando deconstruirte y aceptarte tal y como eres, y de golpe hay como un gremlin dentro de ti que suelta eso.

Ahora estoy buscando la casa de Larry David para regalarle Imbécil y decirle que sin él no hubiera sido posible

Hace ya un par de meses que salió Imbécil. ¿Qué es lo más lamentable que te ha pasado últimamente?
Hace poco que tengo una nueva obsesión: explicar, en todas las panaderías a donde voy, que un cruasán “normal” es un cruasán CON mantequilla; que no le llamen “cruasán normal” a un cruasán sin mantequilla. Me enfado solo de explicarlo (ríe).

¿Qué planes tienes para el verano? ¿Alquilarás la casa en la que (quizá) se alojó Brad Pitt?
Busqué la casa donde fui durante esas vacaciones, pero ya no está en alquiler. Lo digo por si alguien quería alquilar la casi casa de Brad, que sepa que ya no se puede. Ahora estoy buscando la casa de Larry David para regalarle Imbécil y decirle que sin él no hubiera sido posible.