Las promesas rotas, los escándalos, las mentirijillas y la sensación de desconexión entre los gobernantes y la ciudadanía nos pueden conducir a una apatía política totalmente justificada. En este contexto de desencanto político y desánimo generalizado, es comprensible sentirse tentado a abandonar el proceso democrático y no ir a votar, sin embargo, espóiler: no lo haremos y no lo podemos hacer. En estas próximas elecciones, hay que acordarse de que nuestra participación es más importante que nunca, especialmente para la preservación de la lengua catalana.
Defender aquello que nos importa
En los últimos años, hemos visto cómo la lengua catalana ha tenido que hacer frente a varios desafíos. Desde la presión de la globalización hasta las políticas lingüísticas más restrictivas: el catalán se enfrenta a amenazas que ponen en peligro su supervivencia. Solo hay que analizar qué ha pasado al idioma en las Balears y en el País Valencià… Por eso, ahora más que nunca, hay que actuar de manera decidida, para proteger y defender nuestra lengua. El catalán nos conecta con nuestra historia y con la comunidad que compartimos, pero su legado no es inmutable y, aunque está en constante evolución, también está en constante riesgo.
El catalán se enfrenta a amenazas que ponen en peligro su supervivencia
Esta protección no se puede conseguir sin una participación activa en el proceso político. Es fácil sentirse desencantados ante la clase política actual. Desencantados por no decir fastidiados, decepcionados y hartos, pero no podemos permitir que estos sentimientos nos paralicen. Ir a votar no es solo un deber cívico, sino también una manera muy concreta de defender aquello que nos importa.
Ir a votar no es solo un deber cívico, sino también una manera muy concreta de defender aquello que nos importa
Cada voto contará en estas elecciones, y nuestra participación puede marcar la diferencia. No solo estamos eligiendo representantes políticos, sino también el futuro de nuestra lengua y cultura. Hay que escoger aquellos que tengan un compromiso real con la promoción del catalán y que estén dispuestos a defenderlo activamente en todas las áreas de la sociedad. La cosa está complicada, y no seré yo quien os diga a quién votar, porque también es verdad que los que defienden tanto la lengua, quizás no defienden como es debido otras cuestiones que para mí también son relevantes, como la educación, por ejemplo, y habrá que valorarlo todo en un conjunto y saber si votar aquel partido o aquel otro compensa. Por lo tanto, haremos y votaremos a quien queramos, o, mejor dicho, a quién podamos, porque aunque no nos guste ningún partido, sí que tendríamos que tener muy claro qué partidos no nos gustan y cuáles atacan la lengua siempre y sin descanso.
No solo estamos eligiendo representantes políticos, sino también el futuro de nuestra lengua y cultura
Así pues, a pesar de las tentaciones de desánimo y desinterés, insto a todos y a cada uno de los lectores de este artículo en particular y a toda la ciudadanía en general a ejercer su derecho de voto en las próximas elecciones. No solo estamos luchando por un gobierno mejor, sino también por la supervivencia y el crecimiento del catalán. Cada voto es una voz en favor de nuestra lengua y de nuestra identidad. ¡Votemos por la lengua!