"Para mí la vida es un lugar hostil", sentencia Solé. Esta es solo una de las muchas frases tajantes que soltará durante la entrevista. La escritora, actriz, dramaturga y productora cultural, Estel Solé (Molins de Rei, 1987) se muestra contundente, pisa fuerte y tiene las cosas claras. Es una mujer decidida, valiente que no le cuesta mostrar su fragilidad. Es vulnerable pero exigente, implacable, incluso delicada y seductora y se emociona haciendo referencia a su exceso de empatía "a veces me gustaría ser una persona insensible, y que las cosas no me afectaran". Me explica que ha sido un año muy difícil, "vengo de un divorcio, me he mudado tres veces de piso, en números rojos en la cuenta corriente y, constantemente me siento una mala madre". Acaba de ganar el 45.º Premio de las Letras Catalanas Ramon Llull con Este trozo de vida (Destino), y todavía lo está asimilando: "Dos días antes del premio estaba llorando con un ataque de ansiedad en un hotel de Madrid, hundida, absolutamente triste, derrotada".
La novela parte de una escena de violencia obstétrica que vivió en primera persona. "Quería narrar una frialdad absoluta que sentí cuando me hicieron la biopsia de un hijo que había perdido, y no tanto el hecho físico, el dolor, como la distancia emocional entre aquella doctora y yo". La historia d'Aquest tros de vida, que contiene unos diálogos exquisitos, se centra en la vida de una científica que concilia como puede la crianza de su hijo con las exigencias laborales.
En esta entrevista hablamos de precariedad laboral, de violencia obstétrica, del amor en la tercera edad, de la muerte, de la carga mental, del peso de la maternidad y de la situación del catalán.
¿Te esperabas ganar el Premio Ramon Llull?
No, para nada. Este año ha sido de tanta lucha y supervivencia, que las ilusiones quedaban en el horizonte. No lo pensaba, vengo de un divorcio, estaba intentando encontrar un hogar para mis hijos y hacer los mil trabajos que hago.
Dos días antes del premio estaba llorando con un ataque de ansiedad en un hotel de Madrid, hundida, absolutamente triste, derrotada
¿Cómo reaccionaste cuando supiste que habías ganado y qué harás con estos 60.000 euros?
Es que no lo estoy asimilando. Mira, un jueves de enero me llaman muy tarde por la noche los miembros del jurado y me dicen que soy la ganadora del premio. Y dos días antes del premio estaba llorando con un ataque de ansiedad en un hotel de Madrid, hundida, absolutamente triste, derrotada. Me cuesta mucho procesar como puedo estar en la sombra y en el infierno más profundo de mí misma, pensando que no salgo adelante, que me cuesta tanto salir adelante y que el jueves haya no sé cuántas cámaras. Hace unos meses no tenía un piso donde vivir con mis hijos, hice tres traslados en un año. Ponía la calefacción y la bajaba para que no me viniera un porrazo. Lo primero que he pensado con los 60.000 euros es: "poníamos la calefacción a 19, ahora la podemos poner a 20". De momento, los dejaré en el banco.
¿Para aquellos que todavía no han leído el libro, me lo podrías definir con pocas palabras para animar a la gente a adentrarse en él?
Es la historia de Lena, una científica que, aunque ha sido madre, no quiere renunciar a sus sueños profesionales y vive dos contratiempos vitales que la dejan tumbada por el suelo. Y estos contratiempos suponen volver a practicar el hábito olvidado de la libertad, y supone decir: "Yo necesito gobernar mi vida, si es equivocándome, pues será equivocándome, pero ahora cojo el timón y el barco lo llevo yo".
Lo más personal que hay aquí es una escena de violencia obstétrica. Quería narrar una frialdad absoluta que sentí cuando me hicieron la biopsia de un hijo que había perdido
¿Qué te ha empujado a escribirlo?
Me aparecen dos situaciones que tenía ganas de explicar. Lo más personal que hay aquí es una escena de violencia obstétrica. Quería narrar una frialdad absoluta que sentí cuando me hicieron la biopsia de un hijo que había perdido, y no tanto el hecho físico, el dolor, sinó la distancia emocional entre aquella doctora y yo. Pero no quería hacer una novela sobre el luto perinatal, sino que quería que fuera solo un punto de partida porque me parecía muy significativo el hecho que las muchísimas mujeres que a lo largo de la historia han perdido criaturas, socialmente no han tenido espacio para aquel luto. Al día siguiente de la vida de una mujer que ha perdido una criatura continúa con este ritmo feroz.
Pensaba que me gustaría escribir sobre un hombre ya en su sesentena que decide volver a reencontrarse con aquel amor que decidió añorar en lugar de vivirlo
¿Esta era la primera situación, y la segunda?
Era una canción de Tom Waits que se llama Martha, en la que narra la historia de un hombre que ya, hacia su setentena, llama al amor de su vida y le dice "Yo nunca he dejado de amarte, Martha". Y pensaba que me gustaría escribir sobre el amor en la tercera edad y sobre un hombre ya a su sesentena que decide volver a reencontrarse con aquel amor que decidió echar de menos en vez de vivirlo.
Lo que me ha conmovido y me ha hecho llorar más es lo que es más verídico, la biopsia que viví después de perder... he perdido dos criaturas después de perder la última
¿Cuál ha sido la parte del libro que ha sido más dura de escribir?
Lo que me ha conmovido y me ha hecho llorar más es lo que es más verídico, la biopsia que viví después de perder... he perdido dos criaturas después de perder la última. La medicina sigue creándose sin tener en cuenta las necesidades y la biología de las mujeres. Se ha medicalizado nuestra vida y eso hace que nos infantilicen. Gracias al hecho de que sangramos cada mes durante años, después puede haber criaturas. Sí, vosotros aportáis el esperma, pero la gran parte de la producción la ponemos nosotras. Ya no pido que nos veneréis sino que nos respetéis y que nos tengáis en cuenta.
Desarrollo al personaje de Lena contrapuesta a un hombre que al mismo tiempo es representación generacional de muchos hombres que ya no pueden perpetrar los roles de masculinidad antiguos, pero que siendo hombres de izquierdas y modernos y feministas no saben cómo tienen que encarar la relación con la paternidad y con las mujeres
¿Cómo has construido el personaje de Lena?
Lena tiene características mías, pero creo que es un personaje que se ha construido de manera inconsciente de las muchísimas mujeres que he ido conociendo durante los años de crianza de mis criaturas. Hay mucha lucha, mucha ansiedad, mucha frustración y mucho de preguntarnos: "¿Es lícito que sigamos teniendo sueños y ambiciones profesionales cuando hemos sido madres?" Lícito sí, ahora bien, socialmente, ¿a qué precio lo pagamos? ¿Por qué tenemos tanta necesidad de aferrarnos a nuestros sueños profesionales? Sería tan fácil que solo quisiéramos ser madres. Es absolutamente mentira que se nos permita una situación en la cual estas dos vertientes puedan coexistir. Entonces, desarrollo al personaje de Lena contrapuesta a un hombre que al mismo tiempo es representación generacional de muchos hombres que ya no pueden perpetrar los roles de masculinidad antiguos, pero que siendo hombres de izquierdas y modernos y feministas no saben cómo tienen que encarar la relación con la paternidad y con las mujeres.
Yo me siento muy mamífera, quería tener una segunda criatura, he perdido algunas por el camino, sin embargo, al mismo tiempo, me quería reivindicar y quería darme oportunidades laborales a mí misma
He subrayado una frase del libro que dice: "Soy la mujer asfixiada por la maternidad que siente ganas de autolesionarse y soy la que unos segundos después desea con todas sus fuerzas tener otra criatura". ¿Es fácil ser coherente cuando se es madre?
No es fácil ser coherente en la vida, en general, cuando se es madre, mucho menos. De alguna manera el mundo nos envía el mensaje de "tienes que escoger, o la maternidad o la vida laboral". Nosotras empezamos a perder la fertilidad a los treinta años, cuando a día de hoy, si estás mínimamente estable, ya te puedes considerar afortunada. Aquí hay un choque frontal entre el deseo de una mujer de ser madre o el deseo de desarrollar una carrera. Yo me siento muy mamífera, quería tener una segunda criatura, he perdido algunas por el camino, sin embargo, al mismo tiempo, me quería reivindicar y quería darme oportunidades laborales a mí misma. Eso sí, he pagado un precio personal alto. Por eso esta pobre mujer tiene tanta ansiedad, porque yo también la tengo.
Lena toma una decisión que la hace sentir muy culpable, y se siente mala madre.
Eso es una cosa que nos pasa a muchas madres. Si tú te asomas demasiado al trabajo porque te sientes una mala profesional, forzosamente te sentirás una mala madre y sentirás culpa por no estar dedicando suficiente tiempo a tus criaturas. Las violencias estructurales hacen que no vivamos, que solo produzcamos.
¿Tú también te has sentido mala madre?
Todo el rato. Yo siempre bromeo y digo que era mucho más fácil ser madre a los 60. Tristemente, las mujeres eran ángeles del hogar, habían asumido aquel papel y al final los hogares eran matriarcados. Ahora, dos sueldos no dan para vivir. Por lo tanto, quien se está ocupando de la crianza es la mujer, mientras trabaja. Y los hombres también hacen lo que pueden. Por eso para mí es tan importante que el personaje luche por no perder su vocación y por encontrar sus espacios de sentirse fuerte y segura.
Tenemos hombres muy inteligentes emocionalmente que quieren escuchar a las mujeres que se consideran feministas
¿Crees que toda esta culpa que tienen las mujeres, los hombres también la comparten?
Yo creo que muchos hombres sí que se preguntan si lo están haciendo bien. Tenemos hombres muy inteligentes emocionalmente que quieren escuchar a las mujeres que se consideran feministas y que hacen prácticas feministas. Ahora bien, lo que es evidente es que la sociedad sigue yéndoles más a favor a ellos que no a nosotras. Y que, por lo tanto, por más bien que quieran hacer las cosas, siguen teniendo unos privilegios que nosotros no tenemos, y eso es un hecho estructural. Socialmente, nosotros seguimos llevando mucho más peso dentro los hogares, la carga mental de la que siempre hablamos, las brechas salariales, etcétera. Las cartas están trucadas a favor suyo, todavía.
Se supone que yo estoy triunfando, pero después la cuenta corriente está en números rojos
Aparte de la carga mental, la maternidad o la violencia obstétrica, también aparece la precariedad laboral. ¿Tú la has vivido?
Todo el rato. Yo he tenido algunos éxitos laborales como Animales de compañía. ¿Pero qué pasa cuando este éxito no va acompañado de una retribución económica correcta? Es absolutamente perverso, porque se supone que yo estoy triunfando, pero después la cuenta corriente está en números rojos.
Supongo que fruto de la precariedad laboral te has tenido que reinventar porque eres poeta, escritora, productora, dramaturga... ¿Me podrías ordenar todas estas profesiones en función de lo que te hace más feliz?
Yo querría vivir de escribir teatro, es mi sueño, mi deseo mi pasión. Lo que pasa es que, curiosamente, ha apostado más por mí el mundo editorial. Ahora mismo tengo una obra en el cajón escrita desde el 2019, con el reparto hecho, la quiero dirigir y no hay teatro.
Siempre he vivido sabiendo que, si caía, pedir ayuda económica a mis padres sería un problema para ellos. Empecé a trabajar con 12 años haciendo trabajitos para no ser un peso económico en casa
Dices que escribir es un privilegio. ¿Vienes de una familia acomodada?
No, para nada. Mi padre creció en el Raval. Yo vivo en Molins de Rei y el contraste entre la vida de pueblo un poco más acomodada y la del barrio chino para mí era un choque. La familia paterna vienen de la minería de Murcia. Y la parte de los Casadellà es una familia de clase media o de lo que después se ha convertido en clase obrera. Yo creo que eso ha marcado mucho mi carácter porque siempre he vivido sabiendo que, si caía, pedir ayuda económica a mis padres sería un problema para ellos. Empecé a trabajar con 12 años haciendo trabajitos para no ser un peso económico en casa. Y a pesar de todo, me perturba pensar cómo nos lo hemos cargado todo, hasta el punto de decir, cómo puede ser que mis bisabuelos, hijos de mineros que llegan a Barcelona, viniendo de la pobreza más extrema, pudieron trasladarse a Andorra y con el tiempo, acaban pudiendo comprar tres casas. Y yo, que se supone que soy de una clase social superior a la suya, no me puedo ni comprar una plaza de parking. Eso solo demuestra cómo hemos devastado la clase media y que haríamos bien en empezar a llamarnos clase obrera.
Para mí la vida es un lugar hostil
¿Cuál ha sido tu ascensor social, entonces?
Mi ascensor social ha sido coger las escaleras muchas veces porque el ascensor estaba estropeado. Quiero pensar que soy optimista a pesar de todo, pero para mí la vida es un lugar hostil.
Han sido unos años muy duros en los que estaba muy triste, con mucha ansiedad, hundida, muy ahogada
¿Ha sido duro encontrar tiempo para escribir?
Ha sido muy difícil. He escrito mientras iba a Hacienda, (que los autónomos que no ganamos ni mil euros al mes nos vengan a revisar...), escribía los fines de semana, pidiendo a amigos que me cuidaran a las criaturas... Han sido unos años muy duros en los que estaba muy triste, con mucha ansiedad, hundida, muy ahogada.
Hay una escena donde Lena llama a Dan, su marido, y hace un monólogo. Yo me imaginaba esta novela encima de los escenarios.
Me gustaría, sí, creo que aquí hay una obra de teatro.
¿Quién te gustaría que interpretara a esta protagonista?
Desde Mima Riera, Sara Espígol o Nausicaa Bonnín. Si es madre habrá matices que les podrá reconocer y que, por lo tanto, los interpretaría a la perfección.
Hacia el final del libro dices... "Vale más vivir mucho y echar poco de menos que añorar mucho y marcharse sin haber vivido". ¿Crees que has vivido o echado más de menos?
Ui, yo he vivido mucho. Mi psicóloga dice que mis semanas son años de vida. A veces tengo un exceso de empatía. Me lo llevo muy adentro, entonces las cosas me hacen sufrir. Sufro porque yo quiero ser mejor cada día, porque quiero ayudar, porque quiero aportar alguna cosa al mundo. Y ahora me estoy emocionando. Y es duro, porque a veces me gustaría ser una persona insensible, y que las cosas no me afectaran.
Gracias a las mujeres que nos han precedido, revisándonos y entendiendo que hemos puesto nombres equivocados en cosas y que seguramente hemos vivido violencias de diferentes tipos, para mí la única dignidad que nos queda es decir que no cuando se espera que digamos que sí
He recogido un fragmento de un artículo que escribiste que me parece precioso que dice: "Como tantas mujeres yo también me quedé en lugares donde no me tendría que haber quedado. Y ahora, mientras me libro de la culpa que, como tantas, me han impuesto, me aferro a mi derecho de hablar, si quiero hablar y cuándo quiera hablar. A mi derecho de callar y hacer silencio, si quiero hacer silencio y hasta que quiera silencio." ¿Escribir el libro ha sido romper el silencio?
Evidentemente que escribir es romper el silencio, pero a veces cuando escribes también hay el miedo de que pensarán mis padres cuándo lo lean, mi ex, que entonces todavía era mi marido, o mis amigos... Creo que gracias a las mujeres que nos han precedido, revisándonos y entendiendo que hemos puesto nombres equivocados en cosas y que seguramente hemos vivido violencias de diferentes tipos, para mí la única dignidad que nos queda es decir que no cuando se espera que digamos que sí, que seguimos aceptando ciertas cosas y en otros ámbitos decidir hablar cuando quiera hacerlo. El derecho de gestionar yo mis palabras y mi silencio.
¿A quién regalarás los primeros volúmenes del libro?
La primera persona que lo ha recibido es mi abuela. Yo vengo de allí y le debo mi vida. Después este libro lo recibirán los familiares de Anna Tresserra, que nos dejó este verano. Investigadora científica que me ayudó a crear a este personaje, que fue la primera persona a leer el borrador.
Yo no te cambiaré de lengua y no lo estoy haciendo como un acto de mala educación, sino como un acto de autoestima en mi lengua y a todas las personas que durante siglos han defendido nuestra tierra
Tú formas parte de la Junta de Òmnium. ¿Ahora hace unos días salía la encuesta de usos lingüísticos de la Generalitat donde se ve cómo ha retrocedido la lengua en número de hablantes, qué estamos haciendo mal?
Las instituciones muchas cosas. Nosotros, como hablantes, lo que estamos haciendo mal es no utilizar el catalán siempre y en todos lados. No creérnoslo de verdad, seguir considerando aquel estúpido lema que nos han hecho creer como colonizados que somos que es de maleducado no cambiar de lengua y que es maleducado no hablar catalán a una persona que no te entiende. No solo perderemos la lengua, perderemos la cultura y, por lo tanto, nos perderemos a nosotros mismos y perderemos nuestra identidad. Creo que tenemos que desacomplejarnos y tenemos que vivir, plenamente, y siempre en catalán. Yo no te pido que aprendas catalán si no quieres, yo no te pido que me hables catalán, te pido que igual que yo respeto tu derecho y tu libertad de hablar castellano, ruso o el idioma que quieras, tú respetes mi derecho y que, por lo tanto, entiendas que yo no te cambiaré de lengua y que no lo estoy haciendo como un acto de mala educación, sino como un acto de autoestima hacia mi lengua y hacia todas las personas que durante siglos han defendido nuestra tierra y nuestras lenguas y nuestras identidades.