En el año 1700 moría Carlos II, el último rey Habsburgo de la monarquía hispánica, y lo relevaba Felipe de Borbón, que reinaría como Felipe V. En aquel momento, el edificio político hispánico era, todavía, una monarquía compuesta, y el nuevo rey tuvo que negociar cortes en todos los países de aquel conglomerado. En Catalunya, aquellas cortes no resolvieron el conflicto secular entre el país y el poder central hispánico. Solo fueron un parche que no evitaría que, poco después, trascendiera la verdadera estrategia del régimen borbónico: arruinar el tejido económico para provocar la desaparición de la clase mercantil y rectora del país y el derrumbe del sistema político e institucional catalán, la gran molestia de aquel nuevo poder central español.