Evidentemente, las reglas son útiles, muy útiles: nos ayudan a sistematizar, a entender, a recordar, a establecer relaciones, nos dan un patrón y una base estable para seguir el camino correcto. Ahora bien, la realidad no siempre encaja en unas normas y, por lo tanto, surgen las excepciones. En catalán (y seguramente en casi todas las lenguas) tenemos muchas excepciones a las normas, a las reglas de escritura de vocales, de consonantes, de acentuación, de gramática, de puntuación, de construcción léxica, de los verbos regulares..., de casi todo lo que nos podamos imaginar. Puede parecer un caos y bueno, realmente, si no recordamos bien, acaba siendo un caos. Pero también es curioso ver que cuando detectamos una excepción de la norma, muchas veces, esta rareza nos ayuda a recordar cómo funciona la normalidad, porque, ya lo dicen, la excepción confirma la regla.