Una cuarentena de litografías y aguafuertes del artista de vanguardia Marc Chagall establecen un diálogo interreligioso e intercultural con obras del arte gótico en el Museo Diocesano de Barcelona y en la sala capitular de la Catedral de Barcelona, en una exposición que se prolongará hasta finales de octubre.
La exposición "Chagall. Los estados del alma" se reparte en estos dos espacios próximos y a través de dos series realizadas por el artista en diferentes épocas: una que produjo en torno a la Biblia, donde la mujer es la principal protagonista, y otra sobre “Los siete pecados capitales”, una de las primeras series de grabados que hizo, en 1926. El amor como motor de la vida y las pasiones que llevan al ser humano a actuar en una u otra dirección son los dos ejes claves que articulan el discurso de la exposición.
La alegría de vivir
El mensaje espiritual subyace desde sus inicios en toda la obra de Marc Chagall, artista de origen judío nacido en Vitebsk, actual Bielorrusia, en 1887 y fallecido en Saint-Paul de Vence (Francia) en 1985, a los 97 años. Una vida centenaria en la que conoció en primera persona los horrores de las dos guerras mundiales y la persecución y el exterminio por motivos religiosos.
Según la comisaria de la exposición, Helena Alonso, Chagall quería transmitir con sus obras "la alegría de vivir que está en la tradición del judaismo jasídico" y difundir "un mensaje universal de amor, que para él es un motor de su vida y en el que confía a pesar, de todas las vicisitudes que padeció".
Chagall comprende que a través del arte puede y debe transmitir el mensaje de paz entre las naciones y entre las religiones, sobre todo entre la judía y la cristiana, que conforman los cimientos de la cultura occidental, así como el amor universal entre los seres humanos y su acercamiento a Dios.
Las mujeres y la biblia
Una parte muy relevante de su producción la dedicó a la representación de temas bíblicos, con los que trabajó en vitrales para edificios religiosos como las catedrales de Reims y de Metz, en Francia, o iglesias como la de San Esteban en Mainz, en Alemania.
En una de las salas del Museo Diocesano, la Virgen de la Humildad, obra anónima del siglo XV, se sitúa en contraposición a la soberbia, pecado capital que lleva al hombre a su enfrentamiento con Dios desde su misma creación en un génesis interpretado por Chagall.
En una segunda sala, una escultura en alabastro del siglo XIV que muestra a la Virgen con el Niño Jesús dialoga con otras maternidades representadas por el artista vanguardista.
Chagall realizó una serie específica dedicada a las mujeres que aparecen en los relatos bíblicos, con lo que actualizó toda una serie de valores femeninos universales, y en la que también aparece el santo Job, admirado por el artista, que en el Museo Diocesano se ubica junto a un retablo de Bernat Martorell de 1425.
En esta serie, que realizó a finales de los años 50, Chagall quiere representar a través de su pintura los valores de las mujeres que aparecen en relatos milenarios para poderlos actualizar y exaltar "la fortaleza, la lealtad, la amistad o la alegría de ser madre, unos valores universales que existen en todos los tiempos", ha destacado la comisaria.
Chagall y el gótico
Por su parte, la Sala Capitular de la Catedral ofrece cinco obras pertenecientes a la serie de los pecados capitales de Chagall en diálogo con piezas del gótico, entre ellas un frontispicio en el que el artista se representa a sí mismo soportando un cúmulo de pecados.
Para Helena Alonso, la exposición permite comprobar también "las diferencias plásticas del arte gótico, con esos colores tan intensos, con unos grabados y aguafuertes de los años 20".
"Chagall es un gran maestro del color, pero también sabe utilizar muy bien en los grabados el contraste de luz para crear una impresión en el espectador que contempla sus obras", señala la comisaria, que indica que el público de la exposición podrá ver "un contraste de épocas y de mensajes".
La muestra ofrece, además, el acceso a una "playlist" a través de la plataforma Spotify que permite acercarse a través de la música a otra dimensión de Chagall. La selección de piezas musicales se estructura en tres ejes: música tradicional judía, aquellas composiciones en las que el artista trabajó en su escenografía y las de los compositores que admiraba, como plasmó en el plafón de la Ópera de París.