En las cumbres del monte Olimpo del pop, por encima de Leonard Nimoy, Mickey Mouse, Núria Feliu y el resto de dioses, de pie alzando un rayo con la mano derecha o bien sentado con ademán mayestático, tenemos a Vincent Price. Allí está desde el principio de los tiempos: tomando la droga de la invisibilidad en adaptaciones cinematográficas de novelas de H. G. Wells, prestándole su voz radiofónica a El Santo, protagonizando con humor las terroríficas películas de bajo coste de Roger Corman, participando en bíblicas superproducciones de Cecil B. DeMille, inspirando a Stan Lee en la creación del marvelesco Doctor Extraño, rodando melodramas con nuestra Sara Montiel, encarnando a un villano con cara de huevo en la sesentera serie Batman, describiendo obras de arte del museo del Prado en inopinados discos de vinilo o colaborando vocalmente en la canción The Black Widow de Alice Cooper y en Thriller de Michael Jackson. Y de igual modo que gobierna los cielos y rige el destino de los mortales con su proverbial teatralidad y savoir faire —una ceja levantada, la voz meliflua y la risa diabólica—, ejerce de demiurgo y maestro de ceremonias sobre los seres del inframundo.
“Una chica nos contó que un ejemplar de la edición anterior se le cayó detrás de un mueble y desapareció… ¡Eso sí que es extraño!”
“Nunca me he encontrado a un monstruo que no me guste”, le confesó el actor a la Rana Gustavo antes de ser vampíricamente mordido por esta. Extraños, es un homenaje y a la vez una parodia de la época dorada de los cómics clásicos y las películas de terror de serie B, con Vincent Price introduciendo cada historieta e hilando las costuras narrativas que siguen las peripecias de una serie de personajes monstruosos —y entrañables a la vez— que intentan encajar y ser “normales” dentro de este mundo tan jodidamente raro. Un clásico ya del Premio Nacional de Ilustración Javier Sáez Castán que la editorial Barrett recupera 10 años después de su publicación original. Un libro donde la nostalgia vintage y la estética pulp se mezclan con el humor más ingenioso.
Desapariciones misteriosas y milagros editoriales
“Javier Sáez Castán es un crack —me corroboran Manuel, Zaca y Belén, el monstruo tricéfalo tras la editorial Barrett—. Su estilo dibujando, su sentido del humor para homenajear y parodiar a la vez al cine de serie B, nos apasiona. Extraños estaba totalmente descatalogado y era casi imposible encontrar la edición de Sexto Piso. Teníamos que publicarlo, es una obra mítica, la gente tiene que tenerla en su casa. Una chica nos contó que un ejemplar de la edición anterior se le cayó detrás de un mueble y desapareció… ¡Eso sí que es extraño! Para gente como ella, aquí está la nueva edición”.
En una época en que “los tiempos de ante’” es ir vestida ‘Flow 2000’, recurrir al imaginario de los años 40 y 50, de la Edad de Oro de los tebeos y las películas baratas de terror y ciencia ficción, como hace Extraños, puede resultar un bálsamo para el lector
Barrett es una editorial sevillana que mantiene estrechos vínculos con Cataluña, manteniendo en pie aquel puente Sevilla-Barcelona que tendieron Nazario y Ocaña y que tan fértil ha sido para nuestro acervo underground. Se estrenaron en 2016 con un libro de Joan Miquel Oliver: El misterio del amor, y toda su colección Libros Asombrosos puede encontrarse en catalán. “Hace un par de años el Gremio de Libreros de Cataluña nominó uno de nuestros libros: Taxi. Mec-mec! A raíz de esto, decidimos publicar también en catalán. ¡Lo hemos aprendido escuchando a Albert Pla y a Jaume Sisa, nos cuidan genial en la feria LiberisLiber de Besalú, en la Literal y en Sant Jordi, tenemos amigos catalanes gays y nos encanta el vermut! Fuera coñas, en Cataluña hay mucho camino avanzado respecto a la cultura del álbum ilustrado, y esto es algo emocionante donde queríamos meter la cabeza. En 2023 ganamos el Premi Llibreter a mejor álbum con la publicación en catalán de Hi havia una forma, así que felices con la decisión tomada. Actualmente, con más de sesenta títulos en el catálogo, y locura tras locura (y ruina tras ruina), todo el mundo se pregunta cómo hemos llegado vivos hasta aquí, y como seguimos sacando libros.”
Del Flow 2000 a la edad dorada del cómic
El renombrado filósofo italiano Giorgio Agamben se preguntó qué es lo contemporáneo. Para responderse, recordó a Roland Barthes, quien, a su vez, pensando en Nietzsche, dijo: “Lo contemporáneo es lo intempestivo”. Es decir, aquello contemporáneo o actual es lo que está desconectado del presente, fuera de moda, pero que no pasa de moda. En una época en que “los tiempos de ante’” es ir vestida ‘Flow 2000 (two thousand)’, recurrir al imaginario de los años 40 y 50, de la Edad de Oro de los tebeos, las revistas pulp, las Amazing Stories y las películas baratas de terror y ciencia ficción, como hace Extraños, puede resultar para el lector un bálsamo milagrosamente sanador del malestar contemporáneo, un abrazo a los imaginarios de un pasado futurista, con la esperanza de regresar a lo que nunca fue pero siempre puede estar a punto de llegar.
“Vincent Price, para mí, es un personaje de la televisión de los 70, como puede ser Kiko Ledgard del Un, dos, tres... —me cuenta ahora Javier Sáez Castán, el autor de este maravilloso libro—. Es un recuerdo de un programa que emitían en TVE que se llamaba Galería del terror y que yo veía con devoción. Él hacía el papel de maestro de ceremonias y le quedaba muy bien. Muchas de mis decisiones aparentes cuando hago un trabajo, no son verdaderamente decisiones: son evidencias. Son situaciones que se presentan. No hice un casting para decidir entre Vincent Price y otros presentadores, sino que fue como si él se hubiera presentado en mi estudio, algo que no admitía discusión. Este protagonismo suyo también guarda relación con lo que significa la memoria para Extraños, porque todo en él es un mundo ya rancio, desfasado, totalmente anacrónico y que resulta verdaderamente extraño por este anacronismo. Estos monstruos ya no dan miedo. Tampoco nostalgia. Son una interferencia de otra época.”
"En mis dibujos deambulo entre el s. XIX y el s. XX. A partir de los años 70, con el mundo digital, la cosa empieza a interesarme muy poco"
Preguntado el autor sobre si aquella serie perteneciente a la memoria sentimental de su infancia podía ser la traducción española de Mystery!, el programa juvenil de Price donde la secuencia de apertura eran animaciones de Edward Gorey, el dibujante responde entusiasmado: “¡No tenía ni idea, qué interesante! Quizás sí sea la misma serie que veía de niño. Con los dibujos de Gorey hay una conexión muy fuerte, porque él, además de trabajar con plumilla como yo, fue un maestro del anacronismo. Un tipo que se encerró en una casa eduardiana y pasó el resto de su vida dándole esquinazo a su época. Cultivó esas atmósferas decimonónicas ya muy avanzado el s. XX, en los años 50 o 60. Eso sí que es una coincidencia, y digo coincidencia porque el trabajo de Gorey lo conocí más tarde. Pero a mí siempre me ha interesado el dibujo como forma de situarte en otra época. Siempre me he sentido próximo a esa idea. En mis dibujos deambulo entre el s. XIX y el s. XX. A partir de los años 70, con el mundo digital, la cosa empieza a interesarme muy poco”.
¡La cosa más extraña es usted!
De regreso al presente (o al futuro), no revelo ningún dato importante si les advierto que el lector empezará el viaje contemplando monstruos y acabará convertido en uno de ellos. Decía Jordi Costa en el catálogo de la exposición Cultura Basura que: “Mirar monstruos no nos convierte en legítimos degustadores de cultura basura. Solo lo seremos cuando en la mirada del monstruo reconozcamos a un hermano espiritual.” “Tuve muy presente la película Freaks, de Tod Browning —sigue Sáez Castán—. De hecho, a medida que vas conociendo a los monstruos del cómic, te das cuenta de que son absolutamente humanos: tienen reacciones y sentimientos muy comunes. Lambton, el gusano infinito, se siente muy inseguro, está en el paro, tiene muy poca confianza en sí mismo... El Gran Monstruo Rosa no soporta que se rían de él. Bud Chapman, la estrella de cine interestelar, solo pretende ser uno más en su país de acogida. Y el resto de la sociedad aparece desdibujada, como una máquina en la cual estamos metidos. No sabría identificar donde está lo monstruoso. No ha sido una preocupación consciente, al menos. Asocio más lo monstruoso a lo colectivo, a título personal. Hay una cosa más monstruosa que el Leviatán y es lo que ahora llamamos redes sociales: toda esta existencia autónoma que adquieren los grupos sociales, colectivos, etc. Todo eso sí que me parece terrorífico”.
Para acabar, volvemos al monstruo tricéfalo de Barrett, quien también termina por confesar su humanidad: “En realidad somos gente del montón. Eso sí, hacemos algunas movidas raras como quejarnos y protestar por las cosas que no nos gustan del mundo del libro. Publicábamos (y lo decimos en pasado) diez libros al año, pero desde 2023 publicamos tan solo ocho títulos. ¿Por qué? Pues porque en las librerías tienen que seleccionar entre unas 1500 novedades editoriales semanales, y en Barrett queremos formar parte lo menos posible de esa burbuja y locura capitalista. Ojalá en la siguiente entrevista que nos hagas podamos decirte que solo publicamos un libro al año. ¿Es eso muy extraño?”.