"Tengo dos hijos de 17 y 19 años que han visto la serie, y te das cuenta de que les hace pensar, eh... A mí me ha sorprendido. Ya veremos qué pasa con el estreno, pero si, al mismo tiempo que pasan un buen rato, la serie consigue que los adolescentes y los jóvenes abran los ojos y se cuestionen cosas... ¡será cojonudo!", dice Roger Gual (Barcelona, 1973). El director catalán es una de las mentes pensantes que hay detrás de Fanático, nueva producción de Netflix que llegará a la plataforma el próximo 29 de julio.
La serie sigue la enloquecida metamorfosis que lleva a un joven repartidor de comida a convertirse en aquel a quien idolatra, una celebrity de la música trap. Un proceso de vampirización que no tiene bastante con los 15 minutos de fama que pronosticaba Andy Warhol, y que tiene mucho, cómo razona Roger Gual, de "descenso a los infiernos". "Tenemos a un protagonista que es un chico de barrio, hijo de madre trabajadora, y lo vemos entrando en una espiral que lo deslumbra, que no lo deja salir y que hace que pierda el mundo de vista. A partir de aquí queríamos hacer una reflexión sobre los jóvenes y la cultura del like y la obsesión por la fama... Estamos todo el día enganchados a las redes sociales. Hay un punto que como sociedad tendríamos que preguntarnos qué estamos haciendo, qué valores tenemos que tener, cuáles son las cosas importantes", afirma.
El cineasta profundiza en las claves del producto: "Estuve investigando mucho en cómo los chavales se relacionan con la música urbana y cómo forma parte de sus vidas. Yo escuchaba hip hop y rap cuando era joven, pero ahora no escucho ni reggaeatón ni trap, y me he tenido que actualizar, claro, porque hay muchos grupos de ahora que no conocía. A mis hijos les gusta mucho este tipo de música, y te pones las pilas rápido". Y continúa: "Al principio, hablamos de la posibilidad de que el protagonista fuera un cantante de verdad. Estuve haciendo casting a mucha gente, pero tenía claro que en una serie como esta, donde todo está sustentado en la figura del protagonista, necesitaba a un muy buen actor. Y decidimos que quizás la búsqueda se tenía que hacer al revés: no buscar a un músico que pudiera actuar, si no un actor que pudiera rapear. Cambiamos el chip y buscamos actores que tuvieran carrera musical o que les interesaran el trap y el hip hop".
Yo escuchaba hip hop y rap cuando era joven, pero ahora no escucho ni reggaetón ni trap, y me he tenido que actualizar
El argentino Lorenzo Ferro (revelación de la excelente película Ángel, visto en series como El marginal y Narcos: México, y actor con exitosa carrera musical paralela, con dos discos en el mercado) se pone en la piel de dos personajes: Quimera, el cantante de trap que se deja la vida en los escenarios, y Lázaro, su mayor seguidor, capaz de llegar hasta límites insospechados para tocar una pizca del cielo de su ídolo. Y a partir de aquí, Fanático se cuestiona si tiene mucho sentido aquello de vivir intensamente y dejar un bonito cadáver (aquella frase que la leyenda popular atribuye a James Dean pero que en realidad se escuchaba en Llamad a cualquier puerta, una fantástica peli de Nicholas Ray con Humphrey Bogart). De hecho, la premisa de la serie da un insospechado giro a la sentencia que aquí no suscitaremos.
La cultura de la fama a cualquier precio
Rodada en Barcelona, con unas cuantas escenas que tienen la sala Razzmatazz como plató, Fanático es una serie valiente, no sólo por la implacable mirada a los tiempos que corren y a las amenazas que comporta la cultura de la fama a cualquier precio. También por el cachete que da a la industria musical, extensible, probablemente, en las industrias del show business. La historia juega con habilidad con algunos de los tópicos a que acostumbran a acompañar el mundo de la música: fiestas sin límites, drogas, sexo, presiones y ambición sin límites. Hay una escena lo bastante relevante en este sentido, una reunión en una discográfica donde los ejecutivos y los artistas negocian royalties y dejan claras sus posturas. "La eterna cuestión de si piensan en el artista como un producto, un simple vehículo para conseguir likes y seguidores y ganar dinero," apunta Gual.
Apuesta firme de la plataforma para entregar un producto pensado para el público joven, Fanático cuenta con pequeñas apariciones de estrellas reales del mundo de la música urbana, como Bad Gyal, Don Patricio, Santa Salut o Foyone, y también de las componentes de la banda indie Hinds. Colaboraciones que buscaban, afirma el director barcelonés, "que al fin y al cabo tuviera un punto muy realista, muy de verdad, y cuando planteamos una escena donde una discográfica monta una fiesta, necesitábamos que aparecieran artistas de la industria, gente del mundo de la música. Y salió muy bien". Todo un win-win, porque, como Roger Gual reconoce entre risas, "después hablan públicamente, y eso nos va muy bien, claro está".
Netflix está contenta con el resultado y yo también; te das cuenta de que cuando te dan libertad creativa los resultados se notan
La conexión con el público joven se adivina efectiva, y probablemente tenga mucho que ver con que la serie es producto de la creatividad de tres guionistas recién llegados: Dani del Águila, Federico Maniá Sibona y Yago de Torres presentaron el proyecto a Netflix, cuajó y contaron con Roger Gual como piloto experimentado para sacar adelante el proyecto: "Trabajé de cerca con los tres guionistas, que son muy jóvenes y acababan de salir de la universidad, y me la pude hacer también mía, llevarla a mi terreno. Ya hay una relación de confianza con Netflix, y parece que ha salido bien, a ver cómo responde el público. Pero Netflix está contenta con el resultado y yo también. Te das cuenta de que cuando te dan libertad creativa los resultados se notan... piensa que este era un proyecto relativamente pequeño, y eso siempre ayuda a que te dejen hacer la tuya, pero se ha ido haciendo mayor", dice entre risas. Viendo el arco dramático que recurre la serie y su conclusión, no sería nada extraño que, si los visionados responden positivamente, se siguiera tirando el hilo del relato con una nueva temporada.
Con una insólita estructura de cinco episodios de entre 15 y 20 minutos, Fanático nació como parte de un doble proyecto de la productora catalana Corte y Confección, atendiendo a la búsqueda que hacía Netflix de nuevos formatos. Lo explica su director: "En principio estaba pensada como una serie de 10 capítulos de 10 minutos. Pero en el proceso de creación, de reescritura de guiones, de rodaje y de montaje, nos dimos cuenta de que funcionaba mejor en cinco capítulos de unos 20 minutos. Y había una idea inicial de estrenarla casi en paralelo a El tiempo que te doy, que sí seguía el formato de episodios de 10 minutos, pero la nuestra se retrasó cuando propuse como protagonista a Lorenzo Ferro. Él no tenía claro eso de mezclar su carrera de actor con la de músico, pero sólo leerse los guiones, que le encantaron, nos llamó y nos dijo que aceptaba si esperábamos a que acabara de rodar Narcos. Lo esperamos, y el proceso de trabajo con Toto (Hierro) fue muy chulo, hubo muy buena onda y enseguida entendió qué queríamos hacer con el personaje".
De alguna manera, el ser humano quiere ser recordado y tiene esta obsesión por ser alguien
Los seguidores de la música urbana encontrarán en Fanático otra razón para ver la serie: la presencia de este robaescenas nato llamado Dollar Selmouni. Después de verlo a las órdenes de Daniel Calparsoro en Hasta el Cielo y en Centauro, el músico interpreta aquí al explosivo socio de Quimera, miembro del entourage de la estrella, siempre en su sombra. "¡Es un crack!", sentencia Roger Gual. "Me encanta cómo está en la serie, pero además es que Dollar es un trozo de pan. Se ha criado en uno de los barrios más chungos de Palma, hijo de padre argelino y de madre gitana, nació en una prisión... viene de un entorno heavy. Y tiene un corazón enorme. Con Dollar teníamos un código establecido, a base de números; tú dime qué intensidad quieres y te lo hago. Y yo le decía un número del 1 al 10. En la escena de la reunión con la discográfica le dije: aquí un 10, reviéntalo todo, y empezó a romper muebles, explica sin contener la risa.
Es curioso que Fanático coincida con el reciente estreno —también en Netflix— de First Class, el reality que muestra los lujos hedonistas de un grupo de pijos barceloneses, creado por Marta Torné, pareja de un Gual que ejerce de productor ejecutivo. Sacamos el tema a propósito de esta reflexión sobre la cultura de la fama de la que nos hablaba: "Es que de alguna manera, el ser humano quiere ser recordado. Y tiene esta obsesión por ser alguien, y si eso lo encuentran en un programa en Netflix que llega a más de 200 millones de personas, imagínate. Claro, igual eso a ti y a mí no nos interesa nada, pero cuando hay gente con esta necesidad para no pasar desapercibido... da que pensar".
Llegados a este punto, le preguntamos a Gual por las dificultades de dejar un sello propio cuando participa en una serie como director. "Depende mucho de cada serie. En Las Chicas del Cable, por ejemplo, todo estaba muy ligado, entré a dirigir a la tercera temporada y ya había unos códigos visuales establecidos, unos personajes muy definidos, y sí que dejé cosas mías, pero ya estaba todo muy claro. Fue diferente con El desorden que dejas, allí sí que trabajé codo con codo con Carlos Montero, creador de la serie, que no había dirigido nunca, y le eché una mano con los episodios que él firmaba y yo rodé los de la parte final. O con Los Espabilados, donde trabajamos con Albert Espinosa sobre la serie que él quería hacer, como la quería explicar, como quería que fuera estéticamente... Cuando hago series, intento llevarlas a mi terreno pero haciendo más pelis soy más yo, soy más autor, dejas un sello más personal. Pero estoy encantado. Ahora tengo un proyecto de una serie para el próximo año y un guion de una peli, a ver qué sale primero. Siempre digo que si puedo hacer una serie cada año, una peli cada cuatro o cinco, y teatro cuando me apetezca... ¡con eso soy feliz!".