Ferran Torrent viene enfadado. De hecho, Ferran Torrent siempre está enfadado. Gruñe. No se corta. Está en ese extraordinario momento vital en el que puede permitirse no cortarse con todo lo que le molesta. Por eso nos gusta. Por eso y porque escribe novelas, cada vez más brillantes, como la última, El jo que no mor. Ferran Torrent refunfuña. Demasiado ruido en la sala de la librería Ona donde tenemos que hacer la entrevista. Demasiadas entrevistas promocionales. Demasiada sesión de fotos después de las muchas entrevistas promocionales. Y, a todo esto, todos los dolores de cabeza derivados de la DANA: los materiales (su casa quedó completamente inundada por la riada), los emocionales y los derivados (como escritor referencial valenciano en valenciano, todo el mundo lo busca para saber su opinión, y Ferran Torrent está cansado de opinar sobre esta cuestión).

Estamos en el año 1966 y el hotel Metropol de Valencia recibe visitantes de todo tipo, desde Ava Gardner, harta de la vida en Madrid y de la hacienda española, que llega disfrazada de millonaria, hasta un agente soviético que regresa a su ciudad natal con una misión secreta. En el hotel, además, trabaja una telefonista que por las noches, cuando cree que nadie la oye, mantiene largas charlas eróticas con un amante que nunca la ha visto. Manuel Estornell, el director del hotel, un hombre con poca simpatía por la dictadura, trata de mantener la situación controlada. Y, como denominador común de todos ellos, el falsificador 'Mític' Regino, uno de los personajes recurrentes de las novelas de Torrent que aquí (hijo predilecto del escritor de Sedaví), toma todo el protagonismo. Ferran Torrent ha conseguido elevar al máximo la expresión de todas las virtudes de su narrativa: tramas entrelazadas y diálogos poliédricos, para regalarnos una novela donde nada ni nadie es lo que parece. Ferran Torrent viene enfadado y él fue quien años atrás ya nos alertó de que era mejor no enfadar al comisario.

Recientemente, entrevistábamos a Manuel Baixauli y nos decía que él no considera que hace novelas, sino que cada novela es como un capítulo de la gran novela que es su obra. Esta reflexión me hizo pensar que quizás es aún más acertada en tu caso, porque todas tus novelas tienen algunos nexos en común. Son como las películas de Tarantino, que siempre tienen un guiño a novelas anteriores.
No tengo ese concepto. Cada novela es una novela propia en sí misma. Es evidente que tengo unos rasgos característicos que personalizan mis obras, pero no lo veo como una gran novela continua.

Hace muchos años te entrevisté y me dijiste que escribir una novela era como correr una maratón, muy exigente y agotador. Incluso recuerdo que decías que te tendrías que hacer un análisis antes de empezar y otro al acabar. En este caso, sin embargo, tengo la impresión de que debes haber disfrutado muchísimo.
Sí, me lo he pasado muy bien. Es una novela con una estructura difícil, pero he podido resolverla en menos tiempo del que pensaba. Con algunas de las novelas anteriores, cuando las acababa, estaba muy estresado. En esta no tanto. Lo que pasa es que hemos tenido la desgracia de la DANA y eso ha causado mucho estrés. Pero pensaba que me costaría más. No ha sido una novela fácil, pero sí más fácil de lo que yo preveía por su estructura compleja.

Ferran Torrent, no enfadéis al comisario / Foto: Montse Giralt

No creo en la suerte. Creo en el trabajo. He trabajado mucho, cada día, en esta novela, y en todas.

¿Eso es fruto del oficio que has ido adquiriendo?
No creo en la suerte. Creo en el trabajo. He trabajado mucho, cada día, en esta novela, y en todas. Ha sido el trabajo intenso lo que ha hecho que la novela saliera a pesar de los impedimentos que veía al principio.

¿Qué la hacía tan complicada, El jo que no mor?
La estructura era lo más complicado. Combina una conversación que se repite a lo largo de la novela, con capítulos sin numerar, y los hechos que van ocurriendo. Fue un reto.

El cine siempre ha sido una influencia notoria en tus novelas. En esta novela, aún más que en otras, encuentro referencias al cine negro norteamericano de los años 40.
No pensaba en el cine mientras escribía, pero evidentemente tengo influencias. No he intentado hacer una novela inspirada en películas o en otros libros, simplemente he escrito lo que me gusta. No pienso si es novela negra, blanca, rosa, política o de otro tipo. Escribo lo que me apetece.

Esa es la clave, ¿no? Si el primer lector, que eres tú, lo aprueba, es más probable que tengas una audiencia.
No lo sé. No pienso en los lectores cuando escribo, pienso en mí.

Después de tantas novelas, ¿aún te sorprende tener una audiencia fiel que espera leerte?
No diría sorpresa, diría satisfacción. Es muy bonito saber que tienes un público después de tantos años.

¿Ha habido algún momento en el que te hayas sentido realizado como escritor?
No, aún no lo he conseguido. Creo que uno debe parar y reflexionar sobre su obra cuando la acabe, pero no antes. Mirarse el ombligo es un error.

Cuando acabes quizás ya no tendrás tiempo de reflexionar...
Ya lo harán los demás. Yo no reviso lo que he hecho ni sé exactamente cuántos libros he publicado. Algunos dicen 30, otros 25, otros 28... No lo sé y no pienso contarlos.

Ferran Torrent acaba de publicar su nueva novela, El jo que no mor / Foto: Montse Giralt

El póker te enseña a conocer la psicología de los demás y la tuya propia. La suerte es para la ruleta, no para el póker

Pero seguro que hay novelas que tienes más presentes que otras.
Sí, eso sí. Esta, por ejemplo, me deja absolutamente satisfecho porque he conseguido exactamente lo que quería.

Esta forma parte de un tríptico, ¿verdad? Una continuación de Memòries de mi mateix.
Sí, es la segunda parte y, si todo va bien, en 2026 la completaré con una tercera novela.

El falsificador Mític Regino es el protagonista absoluto. ¿Es tu personaje más querido?
Sí, es con el que más me identifico, vital y literariamente. Existe química entre nosotros. La gente se enamora de mujeres que no son su modelo de persona...

¿A ti te ha pasado?
Eso ya ha entrado en la intimidad, en la vida privada. Pero la pregunta es ¿por qué te enamoras de una persona que no es tu modelo? Porque es la química. Y yo tengo química con este personaje. Para mí es un personaje muy literario. Si hay alguna explicación, es esa.

Cuando hablamos de referentes cinematográficos, me lo imagino como un Humphrey Bogart: romántico, descreído, con ideales pero sin necesidad de estereotiparlos.
Sí, pero Regino no es un perdedor. Siempre gana. Yo tampoco me considero un perdedor. No creo en esa mitificación de la derrota y el victimismo.

Eres cruyffista, así que no puedes ser un perdedor.
Sí, y antes de Cruyff ya era del Barça. Yo siempre juego para ganar, tanto en una partida de póker como en una novela. Confío más en mí que en los demás y no voy de perdedor ni quiero ser perdedor. Todo ese postureo que hay del atractivo del perdedor no va conmigo.

Cuando juegas a las cartas, ¿tampoco crees en la suerte?
La suerte es para la ruleta, no para el póker. En el póker, si no te salen cartas, no juegas. Me gustan los juegos donde tienes un cierto control. Por eso no juego a la ruleta. Porque dejas ir esa bolita que va dando vueltas y no sabes dónde caerá.

¿El juego te ha influido a la hora de escribir?
Sí, porque te enseña a conocer la psicología de los demás y la tuya propia.

No creo en esa mitificación de la derrota y el victimismo. Yo siempre juego para ganar, tanto en una partida de póker como en una novela.

En esta novela también aparece Ava Gardner, una de tus pasiones.
Sí, de joven me masturbaba pensando en Ava Gardner y Sofía Loren. Ava Gardner me gustaba porque tenía carácter y se rebeló contra Hollywood, aunque sufrió mucho y fue muy esclava de su belleza.

Uno de los placeres de escribir es poder fabular con personajes como ella, llevarla a vivir a Valencia...
Sí, en una novela puedes hacer lo que quieras, no hay límites de producción como en el cine. Tú haces una película y dices: "Quiero que el personaje vaya a Turquía", pero no puedes porque la producción es cara. Pero en una novela puedes ir donde quieras y eso es una ventaja enorme: puedes coger al personaje que quieras y llevarlo donde quieras. No hay ningún productor detrás cortándote las alas.

Uno de los epicentros de la novela es el Hotel Metropol, un lugar que te ha fascinado siempre.
Sí, estaba frente a la plaza de toros donde iba a ver lucha libre. Era un lugar emblemático. Era una cafetería de los pijos de la época, pero me gustaba mucho.

¿Fabulabas sobre qué pasaba allí dentro?
No mucho. He fabulizado ahora respecto a esa época, pero en ese entonces era adolescente y vivía el momento.

¿Eres nostálgico?
No, pero esa época era mejor. Sin el franquismo, claro. Ahora la gente vive más angustiada. Tú miras una guía telefónica y miras los psiquiatras que había en esa época y los que hay ahora y te das cuenta de cómo ha cambiado el mundo. Entonces, había pocos psiquiatras, ahora hay muchísimos. Y la gente toma muchas pastillas para dormir y muchas pastillas para la depresión. Eso indica el cambio radical de época.

Entrevista a Ferrant Torrent / Foto: Montse Giralt

¿Este cambio de paradigma es porque hemos ido a peor o porque ahora tenemos más conciencia de la salud mental?
Ahora la sociedad exige mucho más. Entonces tus preocupaciones eran mínimas. No tenías que saber inglés, ni ballet, ni tocar el piano... Era tener un trabajo, ganarte la vida. Era disfrutar y ya está.

El franquismo ya lo trataste en Boulevard dels francesos.
Cada novela tiene una función. Esta no quiere hacer sociología del franquismo, sino hablar de la identidad.

Desde el título, el concepto 'yo' está muy latente. El concepto este de que todos tenemos capas, que nos mostramos de una manera al exterior y por dentro podemos ser diferentes.
Sí, lo que pasa es que aquí está muy radicalizado. En la vida real, por cuestiones sociales, a veces aparentamos ser lo que no somos. Si vas a un lugar donde no tienes confianza, quizás no te muestras del todo como eres. Pero en la novela, esos personajes crean esas capas por necesidades vitales. Es una novela sobre la identidad.

Esta semana hará 4 meses de la DANA. ¿Cómo viviste el día del que tú llamas el "Tsunami"?
Con mucha sorpresa, porque no estaba lloviendo y el agua comenzó a entrar en casa. A veces salía por la alcantarilla, por el fregadero del corral... La primera sensación fue de desolación. Pero luego, cuando vi lo que había pasado, pensé que había tenido mucha suerte.

Proponías hacer una feria del libro en Valencia para ayudar a los libreros afectados. ¿Esta idea ha prosperado?
Fue una idea que lancé. No es mía para organizarla. La he hecho pública, pero nadie me ha dicho nada. Las librerías afectadas lo pasarán mal, sobre todo las de pueblo, que ya lo tenían difícil compitiendo con las de la ciudad. Pero el impacto en la cultura en general? Eso lo veremos con el tiempo. Las editoriales ya lo tenían complicado y esto lo empeorará un poco más. Las editoriales no están afectadas directamente, pero sí las distribuidoras. Ahora, supongo que tienen seguros y lo acabarán resolviendo, pero hasta dentro de unos meses no sabremos el alcance real de todo esto.

Es una novela sobre la identidad. En la vida real, a veces aparentamos ser lo que no somos, pero en la novela, estos estratos los personajes los crean por necesidades vitales

¿Están llegando ayudas al sector?
Ha habido ayudas de Juan Roig y Amancio Ortega.

¿Tú has recibido alguna?
Pedí la de Roig, pero no sé cuál es la resolución. La de Ortega no me correspondía. Pero estoy a favor de estas ayudas, porque gracias a ellas mucha gente ha podido reiniciar sus negocios.

Hay gente que critica estas ayudas...
Primero deberían ser afectados y ver si rechazarían la ayuda. Porque, mientras las otras ayudas oficiales tardan mucho, estas han permitido que la gente vuelva a empezar.

Ahora estás reformando completamente tu casa. ¿Volverás a ser el mismo escritor después de esto?
Creo que sí, pero no lo sé. Tengo que esperar a ver cómo me afecta.

Hace años, con Societat limitada, ya intuías un sistema de corrupción que ha acabado estallando.
Sí, pero ahora ya no se puede prever nada. En Cataluña, sin embargo, también había corrupción y nadie decía nada. Allá donde hay mayorías absolutas, hay corrupción. Por eso estoy en contra de las mayorías absolutas: un 60% decide por un 40% que queda fuera. Eso es un engaño. La democracia está dopada.