Se les ha vendido de muchas maneras y demasiado rápido. Como nueva voz del trap. Como iconos de la música urbana en nuestra casa, tejiendo un nuevo modelo en la creación de sonoridades. También se convirtieron en los primeros en idear la bachata catalana, en referentes del perreo con acento de Valls, en miembros de La banda del pati, en boom en Spotify con millones de reproducciones y en nuevos salvadores de la escena musical del país por haber huido de la fórmula básica y experimentar con todos los ritmos posibles y más. Pasar por tantos estadios y en tan poco tiempo no tiene que ser fácil: te tiene que dejar con un mareo identitario de narices, sobre todo cuando los emisores de estos titulares no tienen ni idea de qué, quién y cómo eres. Pero parece difícil asustar a los Figa Flawas; en cuatro años han pasado del cero a mil y lo han hecho discretamente, pasito a pasito: como hormiguitas construyendo su hogar.
Charlando un rato con Pep Velasco y Xavier Cartanyà, da la impresión que intentan no distraerse con el sonido ambiental de las críticas y las redes sociales, y que solo quieren pasárselo bien, como los que todavía no se han acabado de acostumbrar a las dinámicas de la industria. O al contrario: como los que enseguida le han visto las orejas al lobo y quieren seguir siendo niños para siempre. Quizás por eso son de la escuela del ir haciendo y ya veremos, haciendo malabarismos con las inseguridades para intentar apostar siempre a aquello que les apetece. Su filosofía es clara: "Si nos aburrimos, haremos lo que no nos aburra. Y si nos aburrimos del todo, terminaremos". Este viernes publican LA CALÇOTADA, su segundo disco, que sale con todo el mundo al acecho y no es un álbum que haga bostezar. Los Figa Flawas tocan muchos palos y todos funcionan: desde la salsa hasta el rap o el corrido mexicano, los de Valls consiguen que te alucinen géneros que nunca en tu vida te hubieras planteado escuchar.
Hace unos meses hablasteis con la compañera Berta Codina y ya le dijisteis que teníais ganas de invitar a todo el mundo a Valls. Y habéis montado una calçotada. ¿Qué tiene el disco que pueda parecerse a esta performance?
Pep Velasco: Primero, que si te escuchas todo el disco entero, tienes casi una horita de música buena, y la calçotada es una jornada larga. Y hemos intentado que encuentres diferentes momentos o dinamismos que tiene una calçotada: tipo de conversaciones, un momento de explicar una historia bonita, de ponerse profundo, de intimidades, de explicar penas o de discutir cuándo se enciende la sobremesa. Amor, vida y muerte; hemos mezclado todos los grandes temas de la humanidad
El disco tiene 20 canciones. En un contexto de inmediatez y de Tik Tok, ¿no es arriesgado?
PV: Es una buena pregunta porque, obviamente, es arriesgado. Hemos tomado esta decisión porque ahora es un momento donde, de alguna manera, ya nos conoce a la gente o tenemos sus ojos un poco en nosotros, y queríamos ofrecer alguna cosa más experimental y menos enfocada al formato single. Eso te lo puedes permitir cuando la gente quiere entrar en ti.
Xavier Cartanyà: No ha sido premeditado. Cuando pensamos en el disco no teníamos claro que tuviera que tener 20 canciones, pero en el trabajo que hemos ido haciendo durante el año, en todas las maquetas que desembocan en octubre-noviembre, vimos que había casi veinte que podían entrar al disco con coherencia. Y ya lo hicimos redondo. También entendemos que la mayoría de estos temas quizás no podrían ser singles, y sí que es arriesgado, pero no creo que sea mucho más arriesgado que hacer un álbum de 14.
¿Quién hace qué en el estudio?
PV: Es bastante compartido, aunque Xavi está delante del ordenador. O también partimos de material que ya tenemos, ya sea de una maqueta que pueda tener yo o de una base suya, y vamos caminado.
XC: A veces hacemos la reflexión activa de qué hacemos o de qué hablamos, ¿sabes? Y sale un tema o una inspiración concreta. Y a veces, simplemente, se va probando y van saliendo cosas. Pero una vez está iniciado, lo hacemos todo entre los dos, tanto la composición como la producción o las letras. Creo que es la clave, porque si estás tú solo, estás todo el rato juzgándote a ti mismo, y es como te cohíbes, ¿no? En cambio, cuando tú tienes dudas, el otro tira.
Lo hacemos todo entre los dos y es la clave, porque solo estás todo el rato juzgándote a ti mismo
PV: Es importante tener a alguien que te haga la contraposición y, de hecho, discutimos mucho trabajando. Es esta gracia que te contradigan constantemente, y entonces refinas lo que tienes, lo quieres redondear y quieres convencer al otro. También trabajamos con Albert Dei, que es el tercero figa flawa, y tenemos un gran consejo de gente y colegas a quienes les enviamos el trabajo.
XC: Nosotros lo hacemos mucho, eso. Sobre todo en la fase final de la canción, cuando tenemos dudas. Tenemos entre cinco y diez personas representativas a quienes se lo pasamos.
Tocáis muchos estilos y géneros diferentes, el disco me ha recordado mucho a Un verano sin ti de Bad Bunny. ¿Qué hay de modelo de negocio, de lógica de querer apostar a más teclas, y de libertad creativa?
XC: Yo creo que el hecho más importante es el hecho de quererse divertir haciendo música. Y eso nos lleva a querer siempre probar cosas nuevas o a experimentar con géneros, y acabamos haciendo 10 o 12 estilos diferentes en un disco de 20 canciones.
¿Las críticas os han condicionado?
PV: Sí, obviamente. Tienes que estar atento a la opinión y a lo que dice la gente. Tampoco tienes que cortarte las alas, pero tienes que entenderlo, igual que valoramos lo que opinan los de nuestro alrededor. Una cosa es si te limita o no, pero lo que pueda haber dicho el público se tiene que tener en cuenta y se tiene que escuchar.
Hubo polémica hace unos meses por la crítica que hizo Yeray S. Iborra en esta misma sección sobre Diabla. A vosotros os molestó que os etiquetara de pijos sin serlo. ¿Es lícito crearse un personaje artístico que no cuaja con la realidad?
PV: Yo creo que depende del proyecto, de la propuesta que estás haciendo y desde donde la haces. Y en nuestro caso, sí. Al final, no eres el mismo en tu habitación o trabajando en nuestro home-studio que cuando estás arriba del escenario y te abres a la gran exposición. Necesitas tener un personaje, que también puede estar completamente ligado a tu sinceridad. En mi caso, siempre siento la fragilidad de no quererme exponer todo el rato, y creas mecanismos de abrirte al público y a la gente que solo conocerá esta parte de ti.
XC: Y cualquier artista. Una cosa es ser músico, pero un artista es un personaje. Solo hay que mirar cualquier entrevista de David Bowie.
PV: Quizás sí que hay propuestas que son supersinceras.
XC: O Quevedo, por ejemplo, que él se transmite como un chaval normal y eso también está pensado: es el personaje de transmitirse como un chaval normal.
No eres el mismo en tu habitación que cuando estás arriba del escenario; y necesitas tener un personaje, que también puede estar completamente ligado a tu sinceridad
¿Y dónde está el límite de blindarse a uno mismo y engañar al público?
PV: Es que engañar es querer decir que hay una verdad que no estás descubriendo, pero en este caso nada es verdad. Es un espectáculo, es show. Es esta ficción y ya está, no hay una verdad en sí, ni una historia donde te estoy escondiendo una verdad. Simplemente es lo que es. Es como leer un poema o ver una película, que lo haces desde tus vivencias, y te lleva a remover lo que sientes y lo que a ti te interpela de lo que encuentras allí.
¿Cómo lleváis la gestión del ego y de la exposición?
PV: Yo, mal. A mí me pesa un poco, pero es parte de dedicarnos a eso. Y es bonito, es precioso, pero a veces te sobrepasa. A mí me pesa más a nivel de oír comentarios en Twitter, o que en redes cada vez hay mucha más gente. Yo ya no lo miro porque pienso que no lo quiero saber, pero te acaba llegando. También haces constantemente la reflexión sobre la idea de dar una imagen determinada, y soy consciente de que estamos exponiéndonos constantemente y, por lo tanto, que a la gente que nos reconoce le gustas o no.
XC: De hecho, tenemos más problemas en el sentido de tener síndrome del impostor que con que se nos haya subido a la cabeza.
Siempre se habla de la endogamia en la cultura catalana. ¿Habéis sentido la presión de tener que cumplir?
XC: Obviamente, en cada industria hay gente que tiene más influencia, y tienes que ser consciente.
PV: Sobre todo lo sientes a la hora de entrar en contacto con gente que lleva muchos años, como de tener que mostrar tus respetos aunque tengas la cabeza en otro sitio, y sobre todo cuando coincides en espacios donde hay bastante gente de la industria. A veces tienes que hacer más esfuerzos y otros es superorgánico.
En los inicios se nos vendía como trap, y las personas mayores lo asociaban a una cosa violenta de la que no quería saber nada
Y en el disco tenéis una colaboración con Lluís Gavaldà.
XC: Teníamos acabada la canción de Xalalà desde febrero o enero, con el videoclip ya grabado. Tenía que salir en junio, y cuando la reescuchamos en mayo, no nos convencía. Empezamos a darle vueltas y decíamos: falta algo, falta algo. Y faltaba Lluís Gavaldà. Movimos cuatro hilos y en tres días lo teníamos en un grupo de Whatsapp hablando, riendo y haciendo bromitas, y en dos semanas más fuimos a buscarlo a Altafulla, vivimos un día muy mágico, grabamos el vídeo y su parte. Y queda la canción.
PV: Se iluminó Xavi después de una entrevista en Catalunya Ràdio.
XC: Porque justo cuando salíamos, él conectaba en el mismo programa. Mi padre lo estaba escuchando y me llamó: "Lluís Gavaldà ha dicho que a ver cuándo colabora con alguno de estos jóvenes como vosotros". Yo tenía eso en la cabeza desde hacía semanas, y eso acabó de hacerme el clic. También influyó que sea de la provincia de Tarragona, como nosotros, y el hecho que de que la canción suena mucho a los inicios de Els Pets.
¿Ayuda crear sinergias entre grupos que han movilizado diferentes generaciones?
XC: Yo creo que sí. Rompe prejuicios. Quizás alguien a quien le gustan Els Pets o el rock catalán nos veía como una música lejana y urbana, pero al ver esta colaboración se adentra en nosotros y encuentra alguna cosa que realmente le gusta.
¿Pero hay más prejuicio por el tipo de música o por la edad?
XC: También por lo que se vende. Ahora ya no tanto, pero muy al inicio se nos vendía como trap. Y la mitad de cosas que hacíamos no eran trap, y las personas mayores lo asociaban a una cosa rara y violenta de la que no quería saber nada. Con la etiqueta de música urbana quizás se diluye un poco, pero todavía hay este prejuicio. Y yo creo que la gente mayor empieza a introducirse en nosotros a partir de la etiqueta de La banda del patio, que es más amigable y más pop.
Empezasteis por libre y después fichasteis por Halley Records. ¿Os costó fichar por una discográfica con la idea preconcebida de que uno se está vendiendo?
PV: Sí. Pero no es tanto por el estar vendiéndose, porque al final es para acceder a nuevas herramientas y nuevas infraestructuras de trabajo que te ayudan y te hacen crecer, si no para encontrar tu sitio y tu equipo.
XC: Y encontrar el momento. Nosotros teníamos claro que no queríamos firmar para nadie nuestro primer año o con nuestras primeras canciones, porque tampoco sabíamos hacia dónde íbamos. Queríamos descubrirlo solos. Cuando vimos que había gente externa que podía aportarnos cosas, nos lo miramos muy bien. Estuvimos quizás más de un año negociando con mucha gente, y hasta que no vimos un contrato sólido que nos convenciera, no firmamos con nadie.
PV: Llega un punto que necesitas delegar trabajos y abrirte. Vivimos en un momento donde está cambiando la industria, y nos lo miramos mucho y muy bien.
Teníamos claro que nuestro primer año no queríamos firmar para nadie
¿Se puede triunfar igual yendo por libre?
XC: Sí se puede. También depende mucho de dónde vengas, de cuál es tu red y tus recursos, pero actualmente en el mundo digital, si le metes ganas, puedes llegar a despuntar.
Podéis vivir de la música pero la precariedad juvenil es terrorífica. ¿Lo pensáis?
PV: Mucho. No es que cada día digamos que somos unos superprivilegiados, porque estás introducido en tu proceso creativo. Pero te paras a pensar, tienes conversaciones con la gente, y dices: qué suerte tenemos.
XC: Hace un año o dos era parte de nuestra motivación porque los dos estábamos currando por poco más del salario mínimo y horas largas. Visualizas que quizás puedes llegar a dedicarte a esto, y es la motivación decir: ojalá no estar currando 8 horas al día en un lugar que ni te va ni te viene. Nos extramotivamos para poder conseguirlo. Y aquí estamos.
Y si el suflé bajara de golpe, ¿qué haríais?
XC: Se tendría que mirar por qué ha bajado, analizar todas las causas y actuar en consecuencia. Como no sabemos las causas, porque eso no ha pasado, no te puedo dar una respuesta.
PV: Mentalmente, hacemos este ejercicio de humildad de saber que en cualquier momento las cosas pueden ir mal. Se tiene que estar preparado, jugar un poco y analizar si estás yendo bien como para entender que este es el camino que tienes que seguir para que funcione.
Para acabar. Si tuvierais que montar uno tiny desk al estilo C. Tangana, ¿a quien invitaríais?
PV: A Mushkaa, a Gavaldà...
XC: A los Stay Homas.
PV: A Ramon Garcia, mi colega.
XC: Horny Section, las trompetas que nos han acompañado en La salsa.
PV: También depende de los temas que escogiéramos, pero la mesa sería más o menos esta.