Para indicar que algo es grande, el catalán utiliza sobre todo el sufijo -ot: camionot —'camión muy largo'—; noiot —'chico alto y grueso'— (a partir de noi —'chico'—); casota —'casa grande, generalmente en mal estado'—. Pero existen otros recursos que, aunque menos usados, son bastante curiosos. Un modo de indicar que algo es grande es decirlo en femenino.
Este recurso antiguamente era bastante habitual; varios lingüistas ya lo explicaron, citando casos como plata (una bandeja, es decir, un plato grande), cistella —'cesta'— (mayor que un cistell —'cesto'—) o gerra —'jarra'— (mayor que un gerro —'jarrón'—). Hay más. En el País Valencià un perol es un cazo (dicho en Cataluña cassó), y en Cataluña perola hace referencia a una especie de olla, por tanto mayor que un perol. Robert Sabater cuenta, en su libro D'abantes a xurrencai. El parlar de l'Empordà, que cerca de Girona una saca es un saco de ropa, generalmente mayor que un saco tradicional. Sin dejar esta región, Helena Borrell Carreras nos enseña (en su libro 100 paraules de l'Empordà i part de l'estranger) que, allí, una cabassa —'capaza'— es mayor que un cabàs —'capazo'—; en todo caso, Sabater informa que emplean cabassa para referirse a una cuna para bebés. En El parlar de Collsacabra, de Jordi Dorca, vemos que una tronca es un tronco grueso. En algunas hablas una tolla —'charca'— es más grande que un charco (en catalán toll), y según el Diccionari de la llengua catalana del Institut d'Estudis Catalans una noga es una nuez (en catalán nou) grande (la G se explica por la misma vía que el vocablo noguer —'nogal'—).
Según los lingüistas este recurso ya no existe... ¡pero sí se usa!
Los lingüistas y los profesores universitarios de filología sostienen que este recurso ya no es operativo, y que los ejemplos reportados son restos. ¿Seguro? Hay al menos un ámbito donde el catalán sigue usando el femenino con valor aumentativo. Es el sufijo -ment, que nominaliza verbos: de agermanar —'hermanar'— tenemos agermanament —'hermanamiento'—, de complir —'cumplir'— tenemos compliment —'cumplimiento'—, de empipar —'hacer enfadar'— tenemos empipament —'enfado'—. Pero si una acción es de gran envergadura, entonces se dicen estas palabras en femenino. Así, si alguien se enfada mucho, decimos que tiene una empipamenta —'gran enfado'—. Y así tantos otros: de atipar —'hartar'—, atipamenta —'gran hartazgo'—; de esclafar —'aplastar'—, esclafamenta (cuando un ejército aplasta a otro sin piedad, dejándolo aniquilado); de atrevir-se —'atreverse'—, atrevimenta 'atrevimiento muy grande'; de despistar-se —'despistarse'—, despistamenta (lo que tiene alguien que se despista mucho y a menudo); de xafar —'chafar, pisar, romper'—, xafamenta (gran cansancio); de trencar —'romper'—, trencamenta —'gran estropicio'— (cuando se han roto muchas piezas de porcelana). Como se ve, el femenino todavía se utiliza para indicar que algo es más grande que otra cosa.
Aclaración adicional: mientras los profesores universitarios de filología afirman que el catalán ya no utiliza el femenino con valor aumentativo, muchos docentes de lengua hablan del "sufijo -menta". No existe ningún sufijo -menta: es el sufijo -ment (el mismo de empipament, afartament, atipament, despistament, trencament), solo que hemos puesto la palabra derivada en femenino porque queremos referirnos a algo mayor. Los profesores universitarios de filología, por un lado, y los docentes de lengua, por el otro, se equivocan: el catalán todavía usa el femenino con valor aumentativo y lo vemos en los derivados con el sufijo -ment.