A simple vista, la obra de Santi Moix (Barcelona, 1960) puede parecer obvia, pero la antológica que se expone en los Espais Volart de la Fundació Vila Casas, demuestra que no es así. Santi Moix. La costa dels mosquits. Una antològica (1998 - 2022) reúne más de 80 piezas producidas en los últimos veinticinco años de su trayectoria. Una muestra comisariada por Enrique Juncosa, que se puede visitar hasta el 16 de julio.

Formas orgánicas, colores vivos

Puede parecer obvia porque los rasgos que identifican la obra de Moix son formas orgánicas pintadas de colores vivos, inspiradas en la flora y la fauna que todos conocemos. Sin embargo, su lenguaje expresionista está a caballo entre la figuración y la abstracción; cada obra es un mundo imaginario y la última palabra la tiene el espectador. Además, a menudo juega a incluir conceptos contrarios en una misma obra. Por lo tanto, la dicotomía es otro rasgo recorrurrente; un ejemplo clarísimo es la pintura que abre la exposición Desequilibri harmònic (1998), el título ya lo dice todo.

Su lenguaje expresionista está a caballo entre la figuración y la abstracción; cada obra es un mundo imaginario y la última palabra la tiene el espectador

La distribución de las piezas de arte en esta exposición es idónea para conocer al artista barcelonés. A partir de las primeras obras, ya se captan los protagonistas del universo de Moix; los mosquitos y las flores de mil formas diferentes. La abundancia de elementos y colores que hay en una sola escena lleva al espectador a imaginar historietas únicas para cada visitante. No obstante, su obra puede provocar desde emociones placenteras hasta sensaciones perturbadoras. Por ejemplo, Llàgrimes de Sant Llorenç (2014) remite a aquella noche de verano agradable, mientras que una serie de aceites en blanco y negro desencadena sentimientos próximos a la expresión del subconsciente. Una vez más, descubrimos su vocación por la dicotomía.

Espais Volart de la Fundació Vila Casas reúne la obra del pintor Santi Moix

La naturaleza como inspiración

La principal inspiración del artista siempre es la naturaleza. Aun así, se puede adivinar una evolución en su lenguaje a lo largo del último cuarto de siglo. Un indicio es la experimentación con diferentes materiales, como una escultura sin título de 1,70 metros hecha con caucho en el 2010 en Marrakech. O bien, la técnica que descubre en Japón que utiliza en Flashe, una pintura mate extrafina que esparce encima de un material sintético, resistente y ligero, el Tyvek. Gracias a esta técnica, llena las paredes de una sala de los Espais Volart de flores que parecen casi creadas in situ.

Esta exposición es la antológica de más envergadura que se le ha dedicado a Santi Moix

Esta exposición es la antológica de más envergadura que se le ha dedicado a Santi Moix en su país. Incluye los grabados y dibujos preparatorios que creó para ilustrar el clásico literario Don Quixot (1605), donde resalta un elemento común en ambos artistas; el humor. A modo de conclusión, se proyecta un audiovisual editado expresamente por esta exposición: Les set vides de Santi Moix, donde se visualizan imágenes del artista trabajando en los talleres de pintura y cerámica en diferentes encargos. Se trata de una pieza ideal para acabar de adentrarse en la personalidad del artista.