No sabemos qué estaría pensando Xiao Qiumei en el momento de su muerte. ¿Contaría en voz baja los miles de personas que la estarían siguiendo en streaming? ¿Estaría rallada por salir guapa y bien peinada? ¿Le daría vueltas al último filtro que usaría en redes sociales antes de cerrar los ojos por última vez? No, seguramente tuvo miedo y sintió una punzada en el pecho que le paralizó el aliento que ya no tendría y, si le dio tiempo, probablemente no pensó en nimiedades absurdas. Pero no lo sabemos. Aunque podríamos, porque cuando la influencer china de 23 años se cayó de la grúa con la que solía trabajar, su móvil estaba grabando y ella le hablaba a la cámara. Era conocida sobretodo en Douyin – Tik Tok en China -, donde tenía unos 100.000 seguidores.
Esto ya no es una excepción que nos haga correr como pollos sin cabeza, con las manos en alto y los ojos salidos de órbita. Hace solo un par de semanas, otra instagramer de Hong Kong moría tras perder el equilibrio al borde de una cascada. Sofía Cheung, de 32 años y con unos 17.000 seguidores, era reconocida por visitar paisajes de ensueño y hacerse fotografías - como poco, arriesgadas – sin ningún tipo de protección y con un único objetivo: alimentar a su comunidad y subir su ego. O como el youtuber americano Pedro Ruiz, que en 2017 se prestó a que su mujer embarazada de 7 meses le disparara para demostrar que un libro podía detener la bala y sumar adeptos en la plataforma audovisual. Les ha valido poco: han pagado una eternidad por el destello de la fama efímera.
Likes que pisan cadáveres
Podríamos estar así un buen rato porque la lista de muertes absurdas por redes sociales no ha dejado de sumar adeptos, como si la humanidad nos hubiéramos contagiado con un virus mucho peor que el covid-19. Prueba de ello es que la mismísima Wikipedia tiene su propia entrada con un listado de accidentes provocados por el intento de algunas personas de hacerse un selfie. ¿Qué estamos haciendo mal?
La Wikipedia tiene una entrada con una lista de accidentes provocados por selfies
Es probable que siempre hayan existido maneras curiosas de morir, situaciones trágicas que de tan dramáticas tienen un punto de cómicas – seguro que hay alguien en la sala que recuerda la docuficción basada en hechos reales 1000 maneras de morir. Algunas de ellas, incluso pueden ser heroicas, potenciadas por la supervivencia de alguien que queremos o por la necesidad inconsciente del bien común. Pero hablamos de morir por una manita arriba en la nada, un segundo de reconocimiento de nada que es eso: nada. Millones de likes pisando tu propio cadáver.
¿Youtube se ha puesto las pilas?
“En YouTube no está permitido el contenido que fomente actividades peligrosas o ilegales que puedan dar lugar a lesiones de gravedad o provocar la muerte”. La plataforma se refiere a retos extremadamente peligrosos, bromes amenazantes, drogas duras, trastornos alimentarios o instrucciones para matar, entre alguna otra lista de cosas que no deberían ser comunes. Youtube parece comprometida a apartar del tráfico web cualquier vídeo que incumple estas normas, aunque lo ha ido modulando con la prueba-error y con las controversias en la mochila, sobretodo en el foco puesto en los millenials y la generación Z.
¿Cómo controlar la fluidez de una red digital que duplica y replica constantemente su contenido? ¿Cómo evitar que el morbo se nos pegue en el cuerpo y nos haga mimetizarnos con un entorno altamente reprobable? De momento, no se ha encontrado la manera de parar esto. Tampoco de frenar los suicidios en directo, la mayoría de veces avivados por la exigencia de las redes sociales, la presión social de la perfección y la comparación feroz con la que nos autoflagelamos.
El éxito y la morbosidad que demandan Instagram o Tik Tok se dan de la mano y abrazan la inconsciencia. Las consecuencias son imprevisibles, aunque la balanza se decanta en la dirección de lo malo. Es probable que a los influencers ya fallecidos se les pasara por la cabeza la posibilidad de la muerte (la posibilidad de la vida, quizás, los que decidieron dejar el mundo "voluntariamente" en 5G) pero creo que al final te aferras a esa idea falaz de que a ti no te pasará nunca. Para sobrevivir, sea aquí o en algún lugar del que nadie vuelve. Decía la canción del grupo Kansas que solo somos polvo en el aire y ya no somos ni un píxel tangible en el océano que es Internet. ¿Es legal viralizar la muerte así?