Obras de la nueva estación de AVE de la Sagrera: un equipo de media docena de arqueólogos trabaja con dificultades, apoyados en unas vigas, con el fin de no estropear los cadáveres que tienen debajo. En un espacio de unos 12 metros cuadrados, se acumulan los huesos; a primer vistazo no son sino un montón desordenado, pero poco a poco se va adivinando la composición de los diferentes cadáveres. Los arqueólogos ya han extraído siete cuerpos, y se ven una decena más. Podría haber muchos más por debajo. Pero los arqueólogos trabajan sin prisa, con paciencia infinita. Primero pican la tierra con una pequeña piqueta, cuando se acercan a los huesos pasan a la rasqueta, para no provocar daños al yacimiento, en el momento en que se acercan en los objetos, recurren a una especie de bisturí, y cuando ya han perfilado los huesos los limpian con un cepillo. Son horas y horas para obtener unos cadáveres que ofrecerán una información crucial sobre el pasado de la ciudad. Se sospecha que son miembros del ejército español que asedió la ciudad en 1651-1652, durante la Guerra de los Segadores, y que podrían haber muerto a causa de la peste.
Condenados a la desaparición
Dentro de unos meses no quedará nada, de esta necrópolis: los cadáveres se trasladarán a la Zona Franca, a los depósitos del Museo de Historia de Barcelona, donde se les harán los análisis antropológicos pertinentes (uno por uno). Los pocos restos de materiales que se sacan de la fosa (alguno botón, trocitos de cuero, y fragmentos de cerámica) irán a parar también al Museo para ser analizados. Y las fosas quedarán sepultadas por las obras de la estación. Josep Pujadas, responsable de Arqueología del Ayuntamiento de Barcelona, explica que eso es lo habitual, ya que el gran valor de la necrópolis radica en la información que se puede extraer de ella. El trabajo, en esta fase de excavación, ya está acabándose. Ahora bien, todavía podrían salir muchas más fosas. De momento han encontrado 68, que suman más de 350 individuos, pero no se ha llegado hasta el límite de la necrópolis (y parte del cementerio fue destruido, ya hace muchos años, en la realización de obras). La Sagrera todavía puede aportar mucho en el estudio de la Guerra de los Segadores.
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Desde que se empezaron a hacer las obras de la Sagrera, no han parado de salir restos arqueológicos. Aparecieron interesantes restos neolíticos, se encontró una vía del siglo XIX... Cuándo se hizo el primer hallazgo de esta necrópolis, en 2011, nadie no sabía nada de la existencia de este cementerio, que en principio los arqueólogos atribuyen a la brutal epidemia de peste de aquellos años. Ni la bibliografía sobre la peste de 1651 ni los estudios sobre la Guerra de Secesión hablaban de ella; y los planos y documentos del archivo municipal no aportaban datos sobre ella. Así pues, la información que se ha ido obteniendo ha salido, básicamente, de los restos materiales, aunque se ha ido comparando los datos obtenidos con los que aparecen en otras fuentes.
La muerte en la guerra
Lo primero que sorprendió a los arqueólogos, cuando empezaron a encontrar un gran número de cadáveres, es que eran muy mayoritariamente de hombres jóvenes. Eso les hizo pensar que serían miembros de algún ejército. Por los restos cerámicos que se encontraron en los yacimientos, dedujeron que se trataba de muertos de mediados del siglo XVII. Eso les hizo pensar en la Guerra de los Segadores (1640-1652). En la zona había un gran campamento de las tropas españolas que asediaban Barcelona y podría haber sido su cementerio. Los arqueólogos creen que los muertos depositados no cayeron en combate, porque no tienen heridas traumáticas evidentes, sino que murieron en alguna epidemia: el hecho de que algunos de los cuerpos estuvieran amontonados en fosas hace pensar en un alta mortalidad concentrada en poco tiempo. Eso les llevó a pensar en la peste de 1651, que golpeó a todo Catalunya provocando una alta mortalidad. Había fosas pequeñas, con uno o dos cuerpos, que podrían corresponder a la primera fase de la epidemia, y las otras con decenas de muertos, apilados, que corresponderían a los momentos más álgidos de mortalidad. Pero después de la excavación, a los arqueólogos todavía les quedará mucho trabajo. A través de los análisis de los cuerpos y de otros restos, esperan obtener muchos otros datos sobre la Guerra de los Segadores.