Cuando se cumplen 150 años del nacimiento de Francesc Moragas (1868-1935), la Caixa ha querido dedicar un recuerdo a su fundador, el hombre que en 1904 creó la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros, un gran proyecto de promoción social. La exposición, El hombre detrás del alma, se ha ubicado en los vestíbulos de los servicios centrales de la Caixa, en la Diagonal 621-629. Se ha inaugurado con una conferencia de Isidre Fainé, presidente de la Fundación Bancaria la Caixa.
El escritorio que usaba Francesc de Moragas se sitúa en la entrada de la exposición, dividida en dos espacios: uno dedicado a su vida, y otro a su obra. En la exposición, junto a fotografías del homenajeado, se pueden observar algunas de sus publicaciones, maquetas de las primeras oficinas de la Caixa, un ejemplo de los teléfonos y máquinas de escribir que había en las primeras oficinas, e incluso una cartilla de ahorro muy especial: la número 1 de la Caja de Pensiones. Los paneles de la exposición permiten conocer la vida y el pensamiento de Moragas, quienconsagró toda su vida a la creación de esta gran obra social, que ha sido decisiva para la modernización del país.
Isidre Fainé, en la inauguración del exposición, ha glosado al fundador: "La figura de Francesc Moragas ha sido primordial, tanto para la Caixa como para el país. Fue un hombre de acción, pero también, y sobre todo, un hombre de reflexión, de fuertes convicciones. Se movía sin hacer ruido y con prudencia, pero era atrevido en los proyectos y en el saber hacer, ya que sus ideas se plasmaban en hechos concretos".
Moragas era un cristiano convencido de que hacía falta una tarea de desarrollo social y económico del país con el fin de garantizar la paz social. La vida de Francesc Moragas estuvo centrada en un objetivo: estimular el ahorro, dignificar la vejez, erradicar enfermedades y ofrecer un futuro mejor a las clases trabajadoras y a los más necesitados. Tenía fama de trabajador incansable. Nunca tuvo hijos y concentró buena parte de sus esfuerzos en la obra de su vida. Aseguraba que, antes de emprender la tarea intelectual de diseñar la Caixa (inspirándose en la obra de Ramon Llull) se dedicó a conocer a la sociedad catalana, y eso lo hizo, sobre todo, a través de sus viajes por el país en velocípedo (el precedente de la bicicleta).
En 1918, cuando la Caixa se empezó a estabilizar, Moragas se lanzó a lo que era su principal devoción: la creación de la Obra Social. Y esta fue ampliándose, abriéndose a nuevos públicos con necesidades. Fue el promotor del Instituto de la Mujer que Trabaja (con su escuela de Enfermería), del Amparo de Santa Lucia para Ciegas (que se situaba donde ahora está el CosmoCaixa), del Instituto Catalán para Ciegos, de la Obra de Homenaje a la Vejez... Él siempre tenía nuevas ideas. Afirmaba que "Yo soy optimista. Permanente optimista. Yo soy un optimista indefectible".
La tarea de Moragas fructificó rápidamente. Desde 1904, en qué se creó la entidad, hasta 1935, en el que Moragas murió, la Caixa abrió un centenar de oficinas en Catalunya, Balears, Madrid y Andorra. En aquel tiempo la entidad ya controlaba más de un 60% del ahorro de los catalanes. Pero Moragas siempre fue un hombre de una gran modestia. Josep Pla, en un artículo, aseguró que era "uno de los hombres más importantes del país, y no lo parecía".