Imagen principal: Palau de la Música. Barcelona (1940) / Foto: Pérez de las Rozas / Fuente: Arxiu Nacional de Catalunya

Barcelona, miércoles 23 de octubre de 1940. Hace 79 años. Heinrich Himmler, jefe de la Gestapo y coordinador de los campos de exterminio del régimen nazi alemán, llegaba a Barcelona en visita oficial. Hacía sólo ocho días que el régimen franquista español había fusilado al presidente Lluís Companys (15/10/1940), capturado dos meses antes (13/08/1940) en la Francia ocupada en una operación policial conjunta urdida por la Gestapo y el SIMP franquista. La visita oficial de Himmler a Barcelona, en plena II Guerra Mundial (1939-1945) y entusiásticamente celebrada por las autoridades del régimen franquista pone de relieve dos hechos fundamentales: la clara y diáfana posición de España en el conflicto (al bando del eje del mal Hitler-Mussolini), y la estrecha colaboración entre los tres regímenes en las prácticas persecutorias y represivas contra el catalanismo y el republicanismo.

Himmler en Barcelona

Que la visita de Himmler a Barcelona tenía un propósito que iba más allá de la cortesía lo revela la lista de personajes que lo recibieron en el aeropuerto del Prat. La prensa de la época (La Vanguardia Española, 23/10/1940) lo titula en portada:  “Hoy llega a Barcelona el ilustre Reichfürer de la Policia alemana”. Y la edición del día siguiente detalla que a las autoridades político-militares del régimen (el capitán general Orgaz Yoldi, el gobernador civil González Oliveros, el gobernador militar Múgica Buhigas y el alcalde Mateu Pla) se sumaron –muy reveladoramente– Carlos Trias Beltran, testigo de la acusación en el juicio a Carrasco i Formiguera (1938) y cabeza del Movimiento en Catalunya; Luis Reparaz Araujo, jefe de la policía en Barcelona; José Aybar Pérez, secretario de Investigación y Buenaventura Sánchez-Cañete López, presidente de la Audiencia.

Himmler en Barcelona. Paseo de Gracia. Fuente Memorial Democratic

Himmler en Barcelona. Paseo de Gràcia / Fuente: Memorial Democràtic

Himmler en Montserrat

Aquella visita tenía, también, un segundo propósito que la prensa de la época notició de forma muy discreta, pero que, en cambio, tenía un componente, como mínimo, estrambótico. La Vanguardia Española, 24/10/1940, relata que “En Montserrat visitó con todo detenimiento el monasterio, y admiró las bellezas del paisaje”. Pero la investigación historiográfica revela que el interés de Himmler iba más allá de una simple excursión cultural: ciertos cenáculos del régimen nazi estaban convencidos de que el Santo Grial estaba oculto en algún lugar del monasterio. También la investigación historiográfica pone de relieve que, a diferencia de lo que pasó en el aeropuerto del Prat, se vivió un ambiente de mucha tensión: el abad Escarré se negó a recibir a Himmler y a su séquito, y los monjes –en todo momento– mantuvieron una actitud muy fría que sería ampliamente censurada en Madrid y en Berlín.

Himmler en Montserrat. Foto Perez de Rozas. Fuente Archivo Fotografic de Catalunya

Himmler en Montserrat / Foto: Pérez de Rozas / Fuente: Arxiu Fotogràfic de Catalunya

Baader, el de la "solución final" en Barcelona

Tan sólo trece días después (06/11/1940) llegaba a Barcelona el dirigente nazi Ernst Baader, oficialmente invitado a impartir una conferencia en la Universidad. Aquel acto fue anunciado con un discreto “Fines y métodos de la selección y formación profesional del obrero alemán”. Pero la especialidad de Baader eran los efectos sobre el organismo humano de la inhalación de gases tóxicos y materiales pesados. Sus trabajos de investigación se aplicaban y se aplicarían activamente en la Endlösung der Judenfrage (la solución final al problema judío). El discreto conferenciante, que era el director del gueto de Minsk (Bielorrúsia), dos semanas más tarde –según algunas fuentes– asesinaría con sus propias manos a la activista judía Masha Brusckiva, de 17 años. Antes de marcharse de Barcelona, las autoridades franquistas –reveladoramente– lo nombraban "amigo de España".

Los faustos nazi-franquistas

Aquellos faustos no eran baratos. De hecho, no había ninguna intención de contención. Ni siquiera el paisaje general de Barcelona –y de Catalunya– marcado por la represión, el hambre, las enfermedades y la muerte, parecía parar el delirio fascista. Durante aquellos días, una pandemia de tuberculosis –que acabaría causando 1.730 muertes– estaba masacrando a las clases humildes de Barcelona, y las autoridades franquistas se manifestaban impotentes por falta de recursos dinerarios: lo atribuían a la herencia dantesca que habían recibido de la "horda rojo-separatista". Pero en cambio, en la recepción en Himmler, el ayuntamiento franquista de la ciudad, dirigido por Miguel Mateu Pla, se gastó 14.000 pesetas de la época (el equivalente actual a 70.000 euros) en una comida en el Hotel Ritz para 95 comensales: hojaldres al parmesán, langostinos de Sant Carles, supremas de ave toledana o crema de almendras, entre otros.

Menú recepción Himmler en Barcelona. Fuente Archivo Municipal Contemporáneo de Barcelona (AMCB) (1)

Menú recepción Himmler en Barcelona / Fuente: Arxiu Municipal Contemporani de Barcelona

El cónsul alemán y el cabeza local del partido nazi

Rolph Jaeger, cónsul del régimen nazi alemán en Barcelona, y Walter Bartoleit, cabeza local del partido nazi alemán en Barcelona, serían dos elementos que tendrían un relevante papel en aquellos faustos. Estos dos siniestros personajes ejercían un control absoluto –que perseguía implacablemente la disidencia– sobre la colonia alemana de la capital catalana. Sus recomendaciones, envueltas con un maloliente tufo de amenaza, no tan sólo movilizaban –de buen grado o a la fuerza– la totalidad de la colonia, sino que los obligaban –vestidos con todos los elementos de la estética nazi– a tareas de proselitismo del régimen de Hitler. La celebración de la tradicional y popular fiesta del Día de Gracia a Dios por la Cosecha del 03/10/1940 –por ejemplo– fue convertida en un aquelarre de exaltación a la figura de Hitler, y en un entrenamiento de cara a la visita de Himmler.

Teatre Tívoli. Barcelona (1943). Fuente Colección Merletti. Instituto de Estudios Fotografics de Catalunya

Teatre Tívoli. Barcelona (1943) / Fuente: Colección Merletti.  Institut d'Estudis Fotogràfics de Catalunya

El yerno de Mussolini en Catalunya

Un año antes (10/07/1939), cinco meses después de la ocupación franquista de Catalunya Gian Galeazzo Ciano, ministro de Asuntos Exteriores del régimen fascista italiano, y más conocido como el yerno del dictador Mussolini, iniciaba una visita oficial en Barcelona y en Tarragona. A Ciano, aunque lo recibió y acompañó el todopoderoso Serrano-Súñer, no le dieron la distinción de "amigo de España", sin embargo, en cambio, La Vanguardia Española, del 09/07/1939, publica que en aquella cumbre entre el "yernísimo" y el "cuñadísimo" del régimen lo presentó como "el misionero del amor y de la hidalguía italiana". Una curiosa y reveladora definición para quien, en aquel caso, representaba el máximo responsable de los bombardeos –que causarían miles de muertes– sobre la población civil catalana y valenciana y sobre las columnas de refugiados republicanos que se dirigían al exilio.

Ciano y Serrano Súñer. Tarragona (1939). Fuente Archivo Nacional de Catalunya. Fondo Brangulí

Ciano y Serrano Súñer. Tarragona (1939) / Fuente: Arxiu Nacional de Catalunya. Fondo Brangulí

España, refugio de los nazis

Que el régimen nazi alemán asesoró y colaboró en las políticas represivas (policiales, militares y judiciales) del régimen franquista, queda fuera de cualquier duda. Al margen de los datos mencionados, y al margen, también, de los criminales nazis que, concluida la II Guerra Mundial (1945), escaparon de la acción de la justicia y fueron acogidos y camuflados en España, resulta especialmente evidente cuando se hace público que el 2 de mayo de 1945 (poco antes de que los aliados liberaran París), Franco autoriza a aterrizar en el aeropuerto del Prat un avión procedente de Vichy (capital de la Francia títere de los nazis) que transporta a Pierre Laval, Abel Bonnard i Maurice Gabolde. Estos tres siniestros personajes habían sido, entre otras cosas, los máximos responsables del tétrico aparato de detención, confiscación y deportación de miles de judíos franceses a los campos de exterminación nazis.

Se cierra el círculo

Quien gestionó aquel "acogimiento" fue José Felix de Lequerica, embajador español en Vichy, que cinco años antes (1940) había sido, reveladoramente, quien había coordinado la detención y deportación del presidente Lluís Companys y del líder sindical Joan Peiró. Ambos serían fusilados por el régimen franquista español. Se cierra el círculo. La presión internacional obligó a Franco a entregar a Laval a la justicia francesa. Pero en cambio, Bonnard y Gabolde no serían nunca extraditados y morirían viejos en Madrid y en Barcelona. Según la profesora Anne Dulphy, de la Fondation des Sciencies Polítiques entre 1945 y 1949, los ministros españoles Gómez Jordana, Lequerica Erquiza, Bilbao Eguía y Aunós Pérez firmaron 13.471 permisos de asilo político a colaboracionistas que la justicia francesa había juzgado y condenado in absentia por crímenes contra la humanidad.