La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) fue el país que durante la Segunda Guerra Mundial alistó a más mujeres en su ejército, con una cifra que oscila entre las 570.000 y las 800.000. Pero además de ser el país que más mujeres militarizó, también fue uno de los pocos que les otorgó responsabilidades de combate. Así, mientras que las telefonistas, secretarias, enfermeras, cocineras, conductoras, encargadas de transmisiones o incluso mecánicas fueron habituales en todos los ejércitos, principalmente en la retaguardia y a miles de kilómetros de la línea del frente, el Ejército Rojo situó también a las mujeres, además de en todos aquellos oficios, en otros de mucho más riesgo: artilleras, zapadoras, exploradoras, aviadoras, tanquistas, soldados y tiradoras de élite.
A este último empleo dedica la historiadora rusa Lyuba Vinogradova el libro Ángeles vengadores. Lasfrancotiradoras soviéticas en la Segunda Guerra Mundial (Pasado & Presente, 2017), nutrido a partir de entrevistas y cartas personales que tratan de explicar, sobre el terreno y casi en primera persona las vivencias de los millares de chicas -la mayoría rondando los veinte años- que hicieron de francotiradoras en el frente oriental, en especial las surgidas de las promociones de la Academia Central de Francotiradoras de Veshniakí, cerca de Moscú, que supusieron a la mayoría de tiradoras de élite del Ejército Rojo.
Entre el mito y la realidad
De esta manera, la autora recorre, aunque con cierta dispersión, el transcurso de la guerra -La Gran Guerra Patria, en terminología soviética-, en especial desde que el ejército soviético es capaz de recuperar la iniciativa en el invierno de 1942-43 con la victoria de Stalingrado sobre los alemanes que dos años antes, en junio de 1941, habían invadido la URSS y ocupado inmensas porciones de territorio hasta llegar a las afueras de Moscú.
Además, se enfría la tarea heroica que a veces se ha atribuido a este tipo de cuerpo, apuntando que la tarea habitual y cotidiana no es la de camuflarse más allá de las líneas enemigas sino simplemente "coger posiciones antes del alba en la tronera de una trinchera", donde "pasaban horas escrutando el frente alemán a través de sus binoculares o las miras de sus fusiles, esperando al enemigo con los ojos llenos de lágrimas para no abatir diez, sino una víctima solitaria, que valía las largas horas de espera con frío o calor, bajo la lluvia o el sol abrasador y asediadas por el hambre y la sed". Vaya, muchas horas de guardia para unos pocos segundos de heroísmo.
Ahora bien, el texto busca ser, como no puede ser de otra manera, riguroso históricamente, y por eso se pone en su sitio a la célebre tiradora Liudmila Pavlichenko, que según la historia más o menos oficial habría matado a más de 300 militares alemanes -fascistas, también de acuerdo con la terminología del momento- y que formó parte de una comitiva soviética a los Estados Unidos, donde tuvo ocasión de conocer a la primera dama, Eleanor Roosevelt -la historia, ficcionada, se puede seguir en la película rusa Batalla por Sebastopol del 2015-. La autora concluye que la historia de Pavlichenko habría sido sobredimensionada por la propaganda, favorecida por la pérdida de todos los archivos militares durante la campaña de Crimea y sobretodo duda de su capacidad técnica como tiradora.
Menos suerte tiene otra francotiradora más o menos famosa, Tania Chernova -protagonista de otra película, Enemigo a las puertas, de 2001-, que habría sido francotiradora en Stalingrado y habría vivido un romance con Vassili Zàitsev, aunque hay muchas dudas sobre la autenticidad de la historia. Ni siquiera sale mencionada al libro.
Chicas en un entorno de hombres
En cambio sí que aparecen decenas de nombres reales -Katia Pedereva, Lida Lariónova, Tonia Bulanenka, Lidia Bakíeva, Klava Panteléiva y tantas otras- que explican en primera persona todo aquello que pasa en el frente, en especial las largas guardias, la angustia de provocar la primera muerte y la tristeza por las compañeras caídas, pero también lo que pasa en las trincheras, en los cuarteles y en retaguardia.
Y es que no se puede olvidar de que la mayoría de francotiradoras eran chicas jóvenes, que no habían visto mundo hasta entrar al ejército y que de golpe no sólo se veían desplazadas a un mundo brutal donde la muerte las asediaba cada día, sino que además lo hacían en un entorno eminentemente masculino y totalmente desinhibido por la furia de la guerra y el consumo de alcohol. En este contexto, los abusos sexuales estaban al orden de día, aunque oficialmente estaban perseguidos. En muchos casos, las jóvenes soldados se veían obligadas a hacer el papel de lo que eufemísticamente se llamaba esposas del frente, es decir, amantes de oficiales que de esta manera les aseguraban una cierta protección.
A todo ello hay que añadir el estigma que llevarían en el retorno a casa, donde lejos de ser consideradas heroínas de la patria -a diferencia de sus compañeros masculinos- y con muchas dificultades para cobrar pensión de veteranas, tuvieron que soportar durante toda la vida y en las penosas condiciones de la Unión Soviética de posguerra las sospechas que habían ido al frente sólo a servir de distracción para los hombres, razón por la cual muchas acabaron silenciando su paso por el frente.
Todo ello es el retrato de una generación robada, chicas nacidas entre 1920 y 1925 que vieron como de golpe, y a menudo por el procedimiento del voluntariado forzoso, tuvieron que dejar sus hogares y vestir uniforme militar, y que más allá de la mística que pueda rodear el oficio de francotirador las pasaron canutas, luchando contra el enemigo y también contra el fuego amigo de los hombres que las rodeaban. Y que nunca tuvieron el reconocimiento que se merecieron.
Segundo libro sobre mujeres militares
Lyuba Vinogradova es especialista en historia contemporánea rusa y de la Unión Soviética, además de colaboradora del historiador Anthony Beevor, con quien escribió a cuatro manos Un escritor en guerra. Vasili Grossman en el Ejército Rojo 1941-1945. Su anterior libro es Lasbrujas de la noche, editado en el 2016 y con un contenido muy similar a Ángeles Vengadores, ya que trata de las peripecias bélicas de otro colectivo femenino, el de las aviadoras de combate, también bastante singular de la Unión Soviética en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.