Hoy ha sido el día. Hoy se ha estrenado el largamente esperado Friends. The Reunion, programa especial en el que se han reencontrado los protagonistas de una de las sitcoms más icónicas de todos lo tiempos. Una reunión que emociona porque evoca unos tiempos y unos personajes que sabemos que no volverán.
Catarsis emocional
Lo primero que hay que lamentar de Friends: The Reunion es que no sean capítulos nuevos de la serie, sino una mirada introspectiva entre bastidores que se centra más en su legado que al hacer evolucionar a los personajes. Es decir, que se entiende que se quiera concebir el reencuentro como una especie de catarsis emocional de actrices y actores, que al fin y al cabo han sido los que han mantenido viva la ilusión de verlos reunidos de nuevo, pero lo que habría sido conmovedor es verles en una ficción reflejados al paso del tiempo y teniendo que gestionar esta madurez que la industria acostumbra a negar en sus estrellas.
En lugar de eso, se ha apostado por el concepto de 'reunion', a que no deja de ser el justificante de un ejercicio de nostalgia. Tan efectivo como se quiera (lo es, sin duda) pero en el fondo menos arriesgado que si se hubiera construido un relato nuevo en torno a las transformaciones de sus amistades con el paso de los años. Eso no quiere decir que este epílogo de 105 minutos no valga la pena. Da exactamente lo que se espera de él, aunque tome algunas decisiones discutibles.
No es una serie, es un fenómeno
Lo peor que tiene es su tendencia a dispersarse. Lo que de verdad interesa, como reza el mismo título, es la reunión de los protagonistas, verles en un mismo lugar jugando a evocar los roles que los convirtieron en un clásico moderno de la comedia televisiva. Pero Friends: The Reunion parece, a ratos, un especial de Fin de Año con invitados que rompen en exceso con las dinámicas más íntimas del reparto principal. Algunas presencias tienen todo el sentido por su fuerte vinculación con la serie, pero otras resultan accesorias porque no aportan prácticamente nada al conjunto. Ahora bien, asumido todo eso, es evidente que el especial se sale con la suya a la hora de plantear un viaje emocional: ver a los seis protagonistas recordando grandes gags y resucitando viejas complicidades es lo que finalmente da sentido a la experiencia, que es tanto un homenaje a quien hizo posible la serie como a las espectadoras y los espectadores que la han mantenido viva. Porque, de hecho, si la 'reunion' se ha acabado haciendo es por la fidelidad de un público que la vio en su día, lo ha vuelto a mirar en repetidas ocasiones y lo ha transmitido generacionalmente con devota insistencia.
El especial acierta en esta diagnosis, porque Friends se ha vuelto un patrimonio colectivo que rescata de malos días y caídas anímicas, y verlos juntos de nuevo, aunque esté en un contexto que no es el de la ficción, es un buen homenaje a este sentimiento. No es sólo una serie, es un fenómeno cultural que explica muchas cosas de nuestra percepción del mundo, y el capítulo actúa en consecuencia. Contiene momentos que resultan prefabricados y claramente pensados para el fan service, pero también de otros que respiran autenticidad y apelan a lo que siempre hemos podido encontrar en esta serie. Por este motivo lo más interesante de Friends: The Reunion acaba siendo la reflexión que se deriva: es el punto y final a una vieja amistad televisiva, y nos emociona verlo porque somos conscientes de que aquellos tiempos y estos personajes ya no volverán.