Hace 91 años nació en Aracataca, Colombia, Gabriel García Márquez, el máximo exponente del realismo mágico, muerto el pasado 2014. Para conmemorar esta fecha, Google le ha dedicado su doodle. García Márquez, que recibió en 1982 el premio Nobel, fue uno de los autores latinoamericanos más influyentes de su época, sobre todo por su novela Cien años de soledad, una obra con un principio genial: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo".

El abogado que no fue

El padre de García Márquez quería que Gabriel fuera abogado, y él empezó la carrera de Derecho para complacerlo. Pero al fin la abandonó y se dedicó al periodismo. No saltó a la fama hasta los 40 años, cuando publicó Cien años de soledad, que rápidamente se convirtió en un gran éxito de ventas. Mientras crecía su popularidad, se destacó por sus posicionamientos políticos: presumió de su amistad con Fidel Castro, criticó el imperialismo norteamericano y fue acusado de financiar a la guerrilla colombiana. Después, a pesar de todo, se reconcilió con las autoridades de su país, que cuando murió decretaron tres días de duelo.

Foto: José Lara.

A la sombra de Cien años...

A menudo, el éxito de Cien años de soledad ha dejado en la sombra a otras novelas del autor. Fue Cien años... la que popularizó mundialmente el universo mágico de Macondo, donde la agitación política se combina con la aparición de fenómenos sobrenaturales. Pero hay otras obras de García Márquez que han sido muy bien consideradas por la crítica: El coronel no tiene quien le escriba, La mala hora, Los funerales de la Mamá Grande, El otoño del patriarca... García Márquez era un maestro, tanto con el cuento como con la novela, pero uno de sus últimos éxitos fueron sus memorias: Vivir para contarla.

Sobresalir en Barcelona

García Márquez entró en contacto con los catalanes a través de Ramon Vinyes, un escritor exiliado que regentaba una librería en Barranquilla y que aparecería en alguna de las novelas del colombiano como "el sabio catalán". Ya con cierta fama, en 1967, García Márquez se instaló en Barcelona, donde vivió hasta 1975 (aunque pasó temporadas en París). Durante el tiempo que estuvo en la capital catalana se relacionó tanto con autores latinoamericanos residentes en Barcelona, como Mario Vargas Llosa, como con intelectuales locales, como Carlos Barral, J.V. Foix o Tísner (a quién ya había conocido en México). Justamente Tísner tradujo Cien años de soledad al catalán, por presiones del mismo García Márquez. Este también era un gran admirador de Mercè Rodoreda y, sobre todo, de La plaza del diamante. El elemento clave de la relación de García Márquez con Barcelona fue Carmen Balcells, la agente literaria que promovió el boom latinoamericano y consiguió que sus autores fueran debidamente retribuidos. Gabriel García Márquez, durante algunos años, se relacionó a menudo con la gauche divine: Colita, Josep Maria Castellet, Félix de Azúa... El autor colombiano, a pesar de volver a América, tuvo siempre una relación estrecha con Catalunya, que visitaba a menudo.