Las garrapatas, estos bichitos que han amargado la historia de la humanidad chupando la sangre de los humanos y perjudicando su salud, ya atacaban a los dinosaurios. La "garrapata terrible de drácula" (Deinocroton draculi) parasitaba a los dinosaurios en el lejano Mesozoico. Eso se demuestra en un artículo publicado en la revista Nature Communications firmado por un equipo internacional en el cual participa Xavier Delclòs, profesor de la Facultad de Ciencias de la Tierra y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universitat de Barcelona. Los ácaros ya atacaban los dinosaurios con plumas, algunos de los cuales evolucionaron posteriormente hacia las aves modernas.
El ámbar escondía el secreto
El trabajo se basa en unas piezas de ámbar birmano del Cretácico que permiten una nueva aproximación al mundo de los dinosaurios con plumas. En el trabajo, los expertos analizan una pieza de ámbar birmano del Cretácico que contenía una garrapata fósil (un ejemplar de Cornupalpatum burmanicum, una especie extinguida) enganchada a la pluma de un dinosaurio terópodo. Delclòs explica que este descubrimiento es de gran importancia, porque es muy extraño encontrar restos fósiles de garrapatas enganchados a su huésped, y por lo tanto es muy difícil documentar de qué animales se aprovechaban estos parásitos.
Drácula en versión garrapata
En otra pieza de ámbar birmano también se ha encontrado una garrapata hinchada de sangre de una familia próxima a la de C burmanicum (ocho veces mayor que los ejemplares sin sangre) que corresponde a una nueva especie, Deinocroton draculi. A diferencia de Cornupalpatum burmanicum, este nuevo ácaro fósil de la familia extinguida de garrapatas Deinocrotonidae no aparecía asociado directamente a su huésped. No obstante, la aparición de restos de pelos especializados de larvas de unos escarabajos (en concreto, unos coleópteros derméstidos) adheridas en las patas de garrapatas de la familia Deinocrotonidae es un indicio indirecto que apunta al hecho que el dinosaurio con plumas, la garrapata y el escarabajo habrían convivido donde los atrapó la resina, posiblemente dentro de un espacio reducido común. "La captura simultánea de dos especies de parásitos externos (garrapatas) es un hecho extraordinario, y se puede explicar mejor si se considera que son organismos que comparten un hábitat común, tal como hacen algunas garrapatas en la actualidad, que viven en el nido del huésped o bien en las proximidades", concluye David Grimaldi, del Museo Americano de Historia Natural, otro de los coautores del estudio.
Dinosaurios con plumas
Desde hace tiempo se han identificado restos de dinosaurios con plumas a yacimientos de todo el mundo. "El registro fósil nos dice que las plumas como las que se han estudiado en el trabajo ya estaban presentes en una amplia gama de dinosaurios terópodos, un grupo que incluía desde formas terrestres sin capacidad de vuelo hasta dinosaurios parecidos a pájaros y capaces de volar," explica Ricardo Pérez de la Fuente, investigador del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford y coautor del trabajo. Las aves son el único linaje descendente de los dinosaurios terópodos que sobrevivió a la extinción masiva de finales del Cretácico. En cambio las garrapatas siguen parasitando diferentes seres vivos hasta ahora (y provocándoles graves enfermedades). Al fin la diminuta garrapata resultó más resistente que el gigantesco dinosaurio.