El garrote vil fue la máquina de matar de la justicia ordinaria española durante casi un siglo y medio (1832-1978). Con monarquías absolutistas y con monarquías constitucionales; con repúblicas y con dictaduras. Sin distinción. Desde terroristas como Santiago Salvador —el anarquista que lanzó la bomba del Liceu—, hasta supuestos criminales acusados falsamente y condenados injustamente como Silvestre Lluís —el último ejecutado en público en Catalunya— o disidentes políticos como Salvador Puig i Antich —el último ejecutado con el método del garrote vil en Catalunya—. El garrote vil y sus verdugos forman parte de un paisaje de atrocidad alimentado por la propia justicia española. Sin embargo, ¿qué más sabemos del garrote vil?