Dolors tuvo que desplazarse hasta Londres para abortar, a Montserrat la violan, y a Lana, que acaba de llegar de Georgia, la intentan profanar. Estas son algunas de las protagonistas que aparecen a 'Les nostres mares', (Ediciones Proa), una novela que rinde homenaje a las mujeres nacidas durante la dictadura de Franco, una generación de mujeres que no pudo desplegar su talento, y a pesar de la adversidad, fueron capaces de plantar cara, de salir de la jaula, mantener la pulsión artística, movilizarse, y lo más importante, descubrir el feminismo.
Este es el tercer volumen que publica la periodista y escritora Gemma Ruiz Palà (Sabadell 1975), conocida también por sus crónicas culturales de los Informativos de TV3. Hace casi siete años, en 2016, se estrenó como escritora con 'Argelagues', y cuatro años más tarde, 'Ca la Wenling' la consolidó entre los lectores.
A través de cada una de las historias de estas mujeres, Ruiz Palà es capaz de ponernos la carne de gallina, humedecernos los ojos, hacernos sufrir y también enfadar. Con un vocabulario delicioso, unos personajes próximos y rebeldes, y unas historias duras, conmovedoras y entrelazadas, Ruiz Palà se ha alzado con el merecidísimo Premi Sant Jordi después de diecinueve años sin ganarlo una mujer.
¿Qué explicas en esta nueva novela?
'Les nostres mares' es una novela coral, que tiene diez protagonistas y que quiere hacer valer las experiencias de las mujeres de la generación de los años 50 que nacieron bajo una dictadura franquista con un ideario nacionalcatólico que las consideraba ciudadanas de segunda y, por lo tanto, anulaba todos los derechos que se habían conquistado durante la segunda República. A pesar de las dificultades, he querido que se viera su talento, su energía, como subvertían los alicates que socialmente se les imponía y cómo, a las nacidas a la generación de los 70 y 80, nos dieron todas las condiciones materiales e inmateriales para que pudiéramos escoger la vida que quisiéramos.
El libro es una crítica a la sociedad patriarcal que nos pone, todavía, problemas para vivir.
¿Muchas de las temáticas que salen en el libro siguen estando a la orden del día, no?
Totalmente, las luchas que aparecen en este libro, desgraciadamente, son clarísimamente de actualidad. De hecho, el primer personaje que conoceréis habla de los abortos y del consentimiento en el ámbito íntimo y matrimonial.
Sin embargo, no todos los personajes comparten generación.
No, también hay protagonistas de mi generación que me servían para tener background. Evidentemente, hemos podido escoger la carrera, el oficio y a qué edad éramos madres y si lo éramos, pero ¡hay tantos peros que nos remiten a la vida de nuestras madres!, la carga mental, la no paridad en los cuidados y una sociedad que nos va en contra.
¿Crees que se habla suficiente de las mujeres en la literatura?
Actualmente, hay autoras que están haciendo unas novelas impresionantes, que nos representan, que nos tratan como sujetos y no como objetos, que pasan el test de Beckdel. Estamos en un momento extraordinario de la historia de la literatura. Pero todavía hay mucho trabajo por hacer, no nos lo acabamos.
Es fantástico compartir generación con tantas autoras que están poniendo las experiencias femeninas en el plano universal.
¿Gustará a los hombres, el libro?
Está en sus manos que quieran conocer las experiencias de la otra mitad de la humanidad. Yo he hecho una novela para todo el mundo, y quiero que también la lean nuestros padres, porque seguramente se reconocerán en aquellos hombres que tenían una inconsciencia de privilegio y que se pensaban que hacían lo que tenían que hacer con toda la buena voluntad. Sin embargo, a través de sus hijas, ahora se pueden dar cuenta de que vivían en un mundo con mucha desigualdad con sus parejas. Por lo tanto, es un libro para nuestros padres y para nuestros compañeros de vida actuales.
Con 'Argelagues' tendrías muchos lectores hombres, también. ¿Cuál fue el feedback?
Muchos hombres me dieron las gracias porque ellos también se habían sentido interpelados con aquellas historias que hablaban de sus antepasadas, y les había ayudado a abrir los ojos. La recepción del público masculino que lee mis libros siempre ha sido positivo, pero no tenemos que olvidar que es minoritario.
Los hombres leen básicamente a otros hombres autores, así como las mujeres leemos mitad y mitad sin ningún problema, los hombres siguen escogiendo, preferentemente, autores hombres, por lo tanto el prejuicio lo tienen ellos.
Háblame de las mujeres que aparecen en esta historia.
'Les nostres mares' es el primer libro en el cual he creado diez personajes de ficción desde el principio, y eso ha sido todo un reto, porque sus historias están intercaladas y hacen una red de solidaridad; me requirió un trabajo muy complejo.
¿Te has inspirado en las mujeres de tu familia?
Ningún personaje es alguien conocido, las diez protagonistas son personajes de ficción y creación mía, pero organicé una serie de cenas con los grupos de amigas de mi madre, y les pasé un test sobre los derechos reproductivos, los derechos sexuales, sobre las maternidades..., y sus experiencias y reflexiones salpican la novela. Yo lo aprovecho todo, también cosas de mi madre, que se sentirá identificada.
En la novela salen temas muy duros. ¿Cómo ha estado la elección de estas temáticas?
Para mí, escribir una novela implica una responsabilidad, que me dé la sensación que he dado alguna aportación de transformación, quiero aprovechar cada línea para decir cosas que nos puedan hacer tocar y nos puedan hacer avanzar. Estudié mucho los años 70 y 80, las leyes del franquismo, de la transición de la democracia y quería que todas las temáticas que afectaron a los cuerpos de las mujeres salieran en el libro.
Quería hablar de las cosas importantes que nos pasan en la vida.
En el libro hablas de los sacrificios que han tenido que hacer las mujeres de la generación de los años 50. ¿Tú también has tenido que hacer alguno?
Yo he tenido que hacer muchos menos sacrificios que ellas. Soy de clase social media, pero vengo de familia migrada y de campesino, de jornaleros, es decir, de clase popular muy baja, y he cogido este ascensor social que parece que ahora está estancado. Evidentemente, no podemos comparar nuestros sacrificios con las mujeres que vivieron con un fascismo que les determinaba la vida, que tenían que firmar un papel para poder conducir, que no eran dueñas de sus cuentas bancarias, claro está, no se puede comparar.
¿Cómo es que las mujeres no ganáis tantos premios literarios como los hombres?
Que las escritoras no ganen premios literarios es solo la punta del iceberg, y el diagnóstico está hecho desde los años 80 con el manual fantástico de Joanna Russ que se llama 'Cómo destruir la escritura de las mujeres'. ¿Por qué nosotros no ganamos tantos premios? ¿Por qué los premios importantes siempre recaen en los escritores hombres? Hay toda una serie de mecanismos muy sutiles..., parece que estemos en igualdad de condiciones y no es verdad.
¿Se infravaloran las historias que explicáis las mujeres?
El contenido que explica experiencias de vida desde el punto de vista de las mujeres se considera inferior y no universal, y los contenidos que explican las experiencias de los hombres se consideran universales, no se catalogan, no se adjetivan, por lo tanto, no hay novelas masculinas, en cambio, a nosotras nos siguen intentando poner este corsé despreciativo.
Si femenino quisiera decir talentoso y poderoso, ningún problema, pero siempre han menospreciado las historias que venían de las mujeres.
Los últimos diecinueve Premios Sant Jordi han sido concedidos a hombres. ¿Qué pasa, aquí?
Un Premio que durante veinte años no premia una mujer escritora, ¿qué está diciendo a las mujeres escritoras? No hace falta que os presentéis porque no es para vosotras. Los premios a obra publicada siempre los ganan hombres, y hacen que sea una noticia que el premio Sant Jordi del 2022 lo gane una mujer.
¿Y por eso lo dedicaste a las mujeres de tu generación y a las escritoras que te han precedido?
La dedicatoria de este premio a la fuerza tenía que ser para las maestras que nos han precedido, que son nuestras madres literarias.
¿Todavía trabajas en TV3? Ahora ya no te vemos haciendo las crónicas culturales.
Sí, he sido durante veinte años cronista cultural y desde hace cuatro o cinco años sigo trabajando, pero ahora soy jefa de redacción y conlleva mucha responsabilidad y es un trabajo muy bonito, pero muy comprometido y demandante.
¿Has estado haciendo crítica cultural durante muchos años, cómo llevas que ahora las críticas te las hagan a ti?
A mí, la recepción que puedan tener los compañeros sobre mi trabajo me genera máximo respeto y mucho agradecimiento, porque sé qué es estar al otro lado, pero ahora ya me he acostumbrado y también me lo paso bien, también aprendo de las preguntas que me hacéis, para mí es un feedback muy bonito.
¿Qué esperas de los lectores y lectoras?
Espero que las protagonistas que lo lean estén contentas de mí y reciban este homenaje con la emoción que he querido trasladar.
¿Te ha cambiado la vida el hecho de ser escritora?
La verdad es que no mucho, sigo trabajando en TV3, sigo leyendo muchísimo, pero sí que es verdad que ahora necesito encerrarme para escribir, y me ha obligado a hacer introspección de soledad y de silencio.
¿Fuiste tú la impulsora de utilizar los dos apellidos en TV3?
Yo había hecho formación en perspectiva de género y de cómo tratar la violencia machista, entonces empezó a sonar eso de los dos apellidos, y fueron las compañeras de sociedad que lo propusieron y yo les di el visto bueno encantadísima.
¿Tienes ganas de publicar un cuarto libro?
Sí, tengo ideas, y de hecho ya he empezado a estudiar y leer, y te puedo avanzar que será un viaje en el tiempo.