Gerard Quintana es muy prolífico con sus proyectos musicales. Ahora, además, el líder de Sopa de Cabra, añade a sus dotes la creación literaria. Acaba de publicar Entre el cel i la terra (ed. Columna), una novela con la trama ubicada en la Catalunya del franquismo y del postfranquismo.

En el mundo de la música usted tiene una popularidad que raramente tiene ningún escritor. ¿Qué le hace pasarse a la literatura?

He sido un intruso toda mi vida, no me viene de nuevo. En realidad, ya empecé a hacer música desde la palabra: me pidieron letras para canciones, porque escribía en un fanzine de Girona y estudiaba periodismo. Yo era un impostor en el mundo de la música, porque no tenía estudios musicales. O sea que estoy entrenado para ser un intruso en todas partes. Por otra parte, nunca he dejado de escribir, desde que era pequeño. Tenía problemas de comunicación: era tartamudo... Y por eso abracé la música, porque allí cada palabra tenía un tiempo y cantando me sentía una persona normal.... Me sentía muy bien con Dylan, con Ovidi Montllor... Y con la escritura, la hoja en blanco era otro reto para sincronizar mi cabeza con la velocidad de mi mano.

Esta novela no es fruto de un ramalazo: es un plan de vida premeditado. He esperado mucho este momento

¿Y porque no ha publicado ningún libro hasta ahora?

Tras no acabar la carrera de periodismo estudié interpretación en el Institut del Teatre, donde tuve a grandes profesores como Andreu Carandell o Jaume Melendres... Melendres me decía que para ser escritores sólo hacía falta leer y escribir cada día... Y con la música yo podía escribir cada día... Hacer una canción era un ejercicio de síntesis abarcable... Nunca he dejado de escribir cosas, pero me era más difícil ponerme a hacer un libro. Íntimamente me ponía una excusa: antes de escribir tienes que vivir. Y me puse la frontera de los 50 años. Cuando llegué a los 50 ya había vivido bastante como para escribir, se me acabaron las excusas y me puse al trabajo. Esto no es fruto de un ramalazo: es un plan de vida premeditado. He esperado mucho este momento, y por eso lo disfruto doblemente.

¿Qué papel juega la música en su novela?

El protagonista es un gran melómano aunque se dedica a la pintura: usa la música como refugio, y también para canalizarse. No he explicado la vida de un músico porque quería tomar distancias hacia el protagonista, pero la música tenía que aparecer. No me cansaré de reivindicar la música. La historia de la humanidad y la historia de las emociones individuales y colectivas se podría explicar desde la música (aunque aquí no se aprenda en la escuela). Por eso, la mayoría de los capítulos tienen nombre de canción: he contado unas 100 referencias musicales en la novela, y cada personaje tiene su banda sonora... Y el título provisional era el de una canción de Charles Mingus, que al final ha quedado como título de un capítulo.

¿Tan importante es la música?

¡Mucho! Una persona seguro que a lo largo de su vida escucha muchas más canciones que los libros que ha leído. Lo que pasa es que la música la podemos consumir de forma más pasiva, involuntariamente, en el súper, en el metro, en un restaurante... A menudo ni nos damos cuenta de que la estamos escuchando, ni de que nos afecta a nuestro estado de ánimo. En cambio, un libro requiere una actitud más activa. Quizás por eso no damos tanta importancia a la música, pero nos acompaña mucho más que un libro.

Son personajes que buscan su libertad hasta el límite, o más allá

¿Hay algo de personal en los personajes de Entre el cel i la terra?

Sí, hay alguna cosa mía, más que con lo que les sucede, en su actitud. Son personajes que buscan su libertad hasta el límite, o más allá. Y eso lo comparto yo. En ellos está mucho de mi manera de entender la vida, de entender los límites de la libertad, y de rebote muchos otros límites. Son personajes que se cuestionan su relación con la muerte, y también con la familia... Muchos de los personajes vienen de familias rotas, desestructuradas, fracasadas, pero acaban creando su familia, quizás sin querer, fuera del patrón. En este sentido comparto este espíritu con ellos... Hay ficción pero parto de mi experiencia.

¿Entre el cel i la terra, es un canto al amor, un canto a la libertad o una novela histórica?

Yo la definiría como un canto apasionado a la libertad y al amor y a sus límites. Es la historia de cinco personajes que buscarán sin reservas su libertad, su forma propia de vivir la vida, más allá del guion que la vida y las convenciones les marcan... Nunca he querido hacer una novela histórica, aunque he tramado todo un marco histórico para dar veracidad al relato.

Pero la historia tiene un papel esencial en esta trama.

Organizo la novela a partir de 20 días concretos de la vida de estos personajes, y eso me ha obligado a documentarme sobre aquellos momentos. De cada uno de estos días he tenido que averiguar qué tiempo hacía, qué estaba pasando, qué historia se estaba viviendo en aquel entonces.... Quería dar mucha verdad a todo el marco que rodea esta ficción.

Estamos en unos tiempos en que estamos viviendo historia, día a día, y somos muy conscientes de ella

Le da mucha importancia a la historia...

Estamos en unos tiempos en que estamos viviendo historia, día a día, y somos muy conscientes de ello. Eso quizás es por este cambio de era, por este sentimiento de vivir un régimen que ha caducado, una transición que no sirve... Tenemos una mirada histórica, y por eso, también, esta mirada histórica que acompaña a los personajes de Entre el cel i la terra.

¿Cómo ha escogido los episodios históricos que narra?

Aquí hay un fuerte trabajo previo, aunque a veces no se vea. La novela sólo es la punta del iceberg. Buena parte de la vida de los personajes que he inventado y he desarrollado sólo la conoceré yo, porque no sale en la novela. Pero yo he hecho el mapa de todas sus vivencias, a lo largo de su vida, para retratar estos 20 días... Sólo me pude poner a escribir cuando ya tenía esta estructura muy definida. Una vez había diseñado toda la vida y todos los sentimientos de los protagonistas, escoger los días significativos de su vida no me fue tan difícil.

¿Qué episodios históricos escogió?

Recupero momentos como el asesinato de Carrero Blanco o el 23-F, porque son momentos que reflejan lo que estamos viviendo ahora. Empiezo la trama en los años 50, con un Patxi que llega de Bilbao y que cae en la Barcelona de después de la posguerra, con la validación del régimen por parte de EE.UU., con la llegada de la VI Flota, con el Congreso Eucarístico... También destino algunos capítulos a la transición, cuando todo entra en crisis... Y acabo con la Barcelona preolímpica y olímpica, cuando se impone una cierta actitud hedonista y de aceptación y parece que no hay nada que cuestionarse... Quería mostrar este contraste, este recorrido de nuestra sociedad. Y por eso recupero estos momentos.

No quería que esta fuera una novela sobre el procés

¿Y porque no llega hasta el presente?

Tuve dudas de si poner la trama hasta ahora, pero decidí que llegar al momento presente no hacía ningún favor a la novela. Hice tres proyectos de final diferentes, pero siempre que quería llegar hasta los tiempos actuales, el texto se convertía en una novela sobre el procés, y yo no quería que fuera eso.

¿Pero hay referencias a los tiempos actual?

Inevitablemente... Cuando hago un capítulo sobre la huelga de los tranvías, hablo del ahora, de un movimiento que viene de la base, que no organiza nadie... Quería hablar de la actitud de Fraga, cuando criticaba las protestas por los fusilamiento franquistas, porque es un discurso que no ha desaparecido. Quería hablar del Partido Reformista: de Roca, haciendo un partido con Cospedal, con Garrigues Walker... Todo eso era el régimen del 78, como lo eran las comisiones de la monarquía por los AVES, por la venta de armas... Quería hablar de un régimen que ha establecido una manera de hacer política, la cultura de "la tajada"... También hablo del 23-F, porque ahora se habla de un golpe de estado, y quería recordar lo que era un golpe de estado de verdad... Hay miradas sutiles al presente, para quien las quiera entender... Pero quien quiera seguir sólo las evoluciones de los personajes, se puede quedar con eso.

Para construir a los personajes, ¿se ha basado en personas reales?

A la hora de escribir hay una materia prima que es la realidad, que la modelamos para crear la ficción. En esta novela hay personajes reales, hay personajes inspirados en gente real, y hay personajes que son frankensteins de varias personas. Y también hay alguno completamente inventado.

El amor es un hecho cultural, y la familia también es una construcción cultural, a mi parecer bastante caduca

¿Esta es una novela para los tiempos del poliamor?

Podríamos decirlo así... El amor es un hecho cultural, y la familia también es una construcción cultural, a mi parecer bastante caduca, sobre todo por el cambio de era y de estructura económica. Hace 100 años la gente esperaba tener un trabajo fijo y seguro y tenía un espíritu sedentario... La gente quería alguna cosa estable. La gente se pasaba la vida en la misma empresa, en las casas vivían 4 generaciones (lo que hacía más fácil gestionar las necesidades). Ahora con la deslocalización y este espíritu global es mucho más difícil vivir en familia. Las personas se tienen que marchar, ir a una ciudad nueva donde no conocen a nadie... No tienen relación con los vecinos... Además con un solo sueldo no se mantiene una familia. Y por eso la mayor parte de las familias están condenadas al fracaso, al divorcio o a la separación...

¿Es una defensa de las relaciones abiertas, este libro?

Nos han explicado que sólo se puede amar a una persona y eso es mentira. Se puede querer en mucha gente, y de formas diferentes. Y nuestro sentimiento cultural de culpa nos hace vivir todo esto con mucho padecimiento. Este libro parte de la voluntad de librarse de este corsé, de ponerlo en duda... Los personajes de este libro son del siglo XX, están condicionados por unas normas y unos dogmas que espero que cambien... Ahora, además, tenemos la amenaza de una involución que viene de un Vox, de un PP, de un Ciudadanos e incluso de un PSOE que reivindican los valores tradicionales. No creo que tengan mucho futuro: será la propia realidad la que hará saltar todo eso.

Hay algunos capítulos de Entre el cel i la terra que se sitúan en Marruecos. ¿Porque en este país?

Con Marruecos tengo un vínculo personal. Yo había viajado mucho allí, y mi compañera había vivido en el país. Ir a Marruecos es un viaje en el tiempo... No quería desperdiciar esta oportunidad de mostrar a uno de los personajes, Clara, y su forma de vivir la vida, el sexo y la muerte en un contexto tan próximo y al mismo tiempo tan lejano.

¿Y porque ubicar otros capítulos en Nueva York?

Nueva York es la ciudad de todos. La primera vez que fui allí no quería marcharse, porque me sentía en casa... En su momento me hubiera gustado quedarme. Es lo mismo que me pasa con Barcelona, de una forma diferente. Tengo amigos que me dicen que Barcelona se parece cada vez más al Nueva York de los ochentas: esta vocación inclusiva, un lugar cerca del mar, al lado de la frontera, con capacidad de acoger a gente de todas partes... Son espacios con mucha gente de paso, donde se hablan muchas lenguas y donde conviven formas de ser diferentes. Y Nueva York, además, es un referente de la cultura y del arte.

 

Cada vez tengo más la sensación de que la música y la literatura son lo mismo

¿En el futuro, se decantará por la literatura o por la música?

Pensaba que la música quedaría atrás por mi pasión por nuevos lenguajes, pero me he dado cuenta de que todos los lenguajes se retroalimentan. Cada vez tengo más la sensación de que la música y la literatura son lo mismo, con diferentes lenguajes. Ahora estoy enloquecido con la fotografía. Siempre llevo la cámara encima. He hecho la trayectoria al revés de la mayoría de fotógrafos: empecé con el digital y me he pasado al analógico, me he montado laboratorio en casa y todo.

¿En el mundo de la música que está proyectando?

Sigo haciendo canciones. Estoy haciendo un ciclo de conciertos, que empecé el 1 de mayo en Inca, con un proyecto que se llama Intocables, en el que canto y hablo mucho. Es un homenaje a los músicos comprometidos, con canciones que han estado prohibidas en algún momento, desde temas de Víctor Jara a Ovidi Montllor, pasando por Pi de la Serra, Neil Young o Sex Pistols. Y también estoy haciendo canciones nuevas con Sopa de Cabra, para un trabajo que saldría probablemente a finales de año. Y al mismo tiempo soy presidente de la Acadèmia Catalana de la Música, un proyecto que se está consolidando para vertebrar al sector de la música, tradicionalmente atomizado.

Quizás he sentido con la literatura un placer que no he sentido con otras cosas, como la música.

¿Y ya tiene algún proyecto de libro?

Cuando entregué el original de Entre el cel i la terra, sentí un gran vacío. Me puse a pasear por la ciudad, hasta que me detuve en la puerta de la casa de uno de los personajes, media hora entera. Lo añoraba. Lo había inventado yo y acababa añorándolo. En realidad, tenía más intimidad con él que con gente que me rodeaba. Y para superar esta añoranza empecé a gestar mi segunda novela, que ya estoy escribiendo. Y ya tengo una tercera en la cabeza. No es una continuación de esta, aunque comparten esta búsqueda temeraria de la libertad. Ya tengo la estructura y los primeros capítulos de la segunda novela organizados... Quizás he sentido con la literatura un placer que no he sentido con otras cosas, como la música.