Piedra angular de aquel sonido que hizo latir el país con ritmos mestizos, Gertrudis dicen adiós a 25 años de trayectoria. Una carrera de medio fondo, como las que le gustan a su cantante, Xavi Ciurans, que ha vivido momentos tan destacados como los marcados por discos como su homónimo álbum de debut, trabajo que escondía aquella Samarreta con aromas al Rey Peret, que todavía ahora, dos décadas después, se hace imposible no bailar."Samarreta d'imperi, pantalons que no lliguin gaire. I una camisa oberta a topos vermells. per no perdre l'aire". Después llegarían referencias igual de'estimulantes como Política de verbena (Música Global, 2007). Tripolar (Música Global, 2011) o No em dona la gana (Promo Arts Music, 2019). Entre medio, los de La Garriga, trío que completan el guitarrista Xavi Freire y el violinista Edu Acedo, llevarían su coctelera sonora por Francia y por Bélgica, por Holanda y por Alemania, caravana de ritmos que no se detuvo hasta llegar a la India.

Todo tiene un principio y todo tiene un final, dice el maldito tópico. El ventilador de Gertrudis dejará de extender rumba catalana esta noche en la sala Razzmatazz en un último concierto en que repasarán lo mejor de su repertorio rodeado de colegas de profesión como Los Manolos, Ay Ay Ay o Sabor de Gracia y de los muchos amigos que, de Tarragona a Gelida, de Reus a Vilafranca han ido haciendo a lo largo del camino. Y aunque aún no ha acabado la última canción, ya tenemos todo el derecho "cridar-los que no ens dona la gana de mirar-los a la cara, ni de dir-los que ja els trobem a faltar i que no els podem oblidar".

Gertrudis se despiden hoy con un concierto en la sala Razzmatazz / Foto: Carlos Baglietto

¿Ya sabéis qué haréis el domingo por la mañana?
Xavi Ciurans: Sí, yo iré a un spa a hacerme un masaje.
Edu Acedo: Yo llevaré a mi hijo a un partido de baloncesto. Después ya nos tendremos que ir adaptando.
Xavi Freire: Yo me despertaré en un hotel muy cerca de la Razzmatazz y pediré el desayuno, porque no hemos reservado con el desayuno incluido. Desayunaremos bien y volveremos hacia La Garriga. Cuando llegue, pondré las guitarras en el garaje, en el mismo lugar donde han estado durante mucho tiempo, y continuaremos nuestra vida sin tener que gestionar el día a día del grupo. Pero tengo muchas ganas de esta noche. Encontrarnos allí en el escenario y mirarnos los siete que estamos en el escenario y pensar que esto que hemos hecho es muy grande. Lo disfrutaremos hasta el último acorde y que el recuerdo de esta noche perdure para siempre.

¿Ha sido una decisión que, a pesar de que consciente y consensuada, habéis tenido que ir asimilando con el tiempo?
X.C.: Sí, es difícil porque todavía no hemos acabado de... Lo hemos ido comentando entre los tres e imagino que con el tiempo es cuando lo tendremos que asimilar e interiorizar. Pero sí, es una decisión consciente. Estamos en el mejor momento de nuestra vida para poder hacerlo, y nos vemos con fuerzas para acabar y continuar, también.

Nos apetece dejarlo de una manera digna y bonita, y para que sea así, ahora es el momento

Pero no continuáis.
E.A.: Nos pasa que vemos que, a veces, las presiones son muy bestias. Nos apetece dejarlo de una manera digna y bonita, y para que sea así, ahora es el momento.

¿Cómo fue?
E.A.:
Cuando nos dimos cuenta que el tiempo que teníamos para dedicar al grupo, no equivalía a la exigencia que el grupo nos pedía. La realidad es que, por lo que sea, por la familia, por los trabajos que tenemos más allá del grupo, no podíamos mantener el ritmo. Fue entonces cuando nos empezamos a preguntar si había que sufrir de esta manera, cuándo Gertrudis era un proyecto que nos tenía que llenar.
X.C.: Yo creo que, un poco, los tres éramos conscientes a medida que íba pasando el tiempo en esta última etapa. Hicimos la parada y cuando volvimos con Ara volo alt (2016) y No em dóna la gana (2019), sabíamos que vivíamos un regalo que nos estaba ofreciendo Gertrudis. Una segunda vida que, posiblemente, ha tenido momentos mucho más bonitos que el primera. Sabíamos que cada vez nos acercábamos más al punto final.

Gertrudis, 25 años haciendo mover el ventilador / Foto: Carlos Baglietto

Hicimos el parón y cuando volvimos con Ara volo alt y No em dóna la gana, sabíamos que vivíamos un regalo que nos estaba ofreciendo Gertrudis. Una segunda vida que, posiblemente, ha tenido momentos mucho más bonitos que el primero. Sabíamos que cada vez nos acercábamos a un punto final

¿Erais conscientes de que estabais jugando una bola extra?
X.F.:
Yo creo que sí, que éramos conscientes. Por eso ya no firmábamos contratos de tres discos, sino que íbamos haciendo disco a disco. Llevábamos 25 años y las cosas pesan mucho. Sí que habíamos hablado muchas veces que nos gustaría dejarlo encima de los escenarios. Hacer una pequeña gira por aquellos lugares que han tenido una importancia en la carrera de Gertrudis, como Vilafranca, como Tarragona, como Reus, como Barcelona. Despedirnos de todos estos lugares hasta llegar a este concierto especial de hoy. Este y el concierto que dimos el verano pasado en nuestro pueblo, La Garriga. Aquello fue como cerrar el círculo. El principio del final.

¿Desde que tomasteis la decisión, os habéis redescubierto como amigos?
E.A.: Yo tengo ganas de estar con los Xavis sin un negocio por el medio. Quiero vivirlo. Quiero quedar para comer sin tener que hablar del grupo, sino de nuestras cosas. En este sentido, estoy contento, porque sé que podremos seguir viéndonos sin tener que reprocharnos nada.

¿Echáis de menos alguna cosa de los inicios?
E.A.: Quedar para fumar petas y hacer música.
X.C.: Disponer del tiempo que nos gustaría tener para dedicarle al grupo.
X.F.: Entonces salíamos de la uni los jueves y nos encerrábamos en el local de ensayo hasta el domingo. Hemos compaginado Gertrudis con la adolescencia y ahora hemos compaginado Gertrudis con la vida más adulta. Son momentos vitales diferentes, pero hemos disfrutado las dos épocas, la de la adolescencia con aquella fuerza y energía, y la etapa más adulta de Gertrudis, en la que lo reflexionas todo más y tienes otro tipo de vivencias. Edu, por ejemplo, fue el primero en tener hijos y han crecido con Gertrudis. Eso ha sido una vivencia muy bonita a nivel más íntimo. Siempre dudas, cuando tienes que poner el punto final, pero un día nos sentamos los tres  en un restaurante de La Garriga, la idea se puso sobre la mesa y nadie se opuso. Era el momento de cerrar nuestra historia. Un final digno con un concierto rodeado de toda la gente que amamos y que nos ama.

No nos han querido nunca en el Canet Rock. Nunca. Sorprende, pero ellos sabrán los motivos

¿Han quedado cosas para hacer?
X.C.: Muchas. No nos han querido nunca en el Canet Rock. Nunca. Sorprende, pero ellos sabrán los motivos. Nosotros hemos tenido la suerte de girar mucho, por Catalunya y por el mundo. Se han quedado cosas para hacer, pero el camino que hemos hecho ha sido una pasada. Ahora, repasando nuestros discos más antiguos, no es que nos haya cogido vértigo, pero sí que hemos tomado conciencia de todo lo que hemos hecho. Hemos revalorizado nuestro trabajo. Y eso que siempre hemos cuidado mucho nuestros discos, del primero, que ya hicimos con un rigor y una exigencia máximos, al último.
X.F.: Recuperando ahora los primeros discos, he revivido emociones que había olvidado hace mucho. He recordado instantes que habían quedar arrinconados, como los momentos que sentado en la cama con la guitarra en la mano había escrito esta canción o aquella otra. Es un momento muy especial, el que estamos viviendo estos días. No sé si nos aguantaremos derechos, esta noche, sobre el escenario de la Razzmatazz. Supongo que tendremos momentos de todo tipo. Pero estamos muy, muy emocionados por todo.
X.C.: Gertrudis también nos ha permitido hacer turismo. Viajar y conocer lugares que no nos habríamos esperado nunca visitar.

Habéis hecho mucha carretera estos 25 años.
X.C.: Más allá de Catalunya, nos marchamos a Europa. Empezamos conociendo esta Francia más multicultural de la época de Zebda. Después subimos hacia Holanda, subimos hacia Bélgica, subimos hacia Alemania. Todo eso fue un flipe. Pero después vinieron flipadas todavía más bestias, como ir a la India o al Canadá, viajes que nos han permitido entender el mundo desde una perspectiva diferente.

¿En cada país se baila diferente?
X.C.: Hay países que se baila mal, directamente. En Francia aplaudían mucho, pero no sabían bailar.
X.F.: Antes se cantaba menos, en los conciertos. Era más la fiesta, que notaras que la música te latía en el corazón. Pero de repente los conciertos se convirtieron en karaokes, todo el mundo tenía que saberse todas las letras de principio a fin. Como Xavi, a mí también me pasó, que me sorprendió que en Francia la gente aplaudía mucho. Aquí lo disfrutábamos de otra manera. Quizás culturalmente somos diferentes, pero la música es un hecho universal, y puedes ir a Amsterdam cantando en catalán y la gente se lo pasa igual de bien. En la India, sí que fue más chocante. Todo era un poco muy extraño. El público siempre estaba sentado. Sin embargo, a su manera, también disfrutaban.

Gertrudis, 25 años alimentando poesías / Foto: Carlos Baglietto

Es ley natural, te coges a referencias que te gustan y las imitas. Si nosotros hemos sido referentes, también es bonito, porque quiere decir que hemos contribuido a que la música continúe. Y eso es mágico

Abristeis mucha vía para mucha gente que vino después.
X.F.: Igual que nosotros bebimos de referentes, supongo que nosotros también hemos sido referentes para grupos más jóvenes. Somos conscientes de que hay muchos grupos que crecieron escuchándonos. Igual que nosotros al principio hacíamos versiones de Kiko Veneno y de otros grupos que nos gustaban, debe haber gente que ahora nos versiona a nosotros. Es ley natural, te coges a referencias que te gustan y las imitas. Si nosotros hemos sido referentes, también es bonito, porque quiere decir que hemos contribuido a que la música continúe. Y eso es mágico.

Irrumpisteis en un momento en qué aquel sonido Barcelona mestizo, marcaba el ritmo de la escena musical del país.
X.C.: Y toda esta escena del mestizaje y de la rubma catalana también la queremos recordar y reivindicar en este concierto de despedida. Nos acompañarán amigos como Ai Ai Ai, Sabor de Gràcia, Los Manolos, Chambao o Maruja Limón.

Odio caer en el tópico, pero es un adiós para siempre o solo por un instante.
X.C.: Sí, en un principio sí. Digamos que es un adiós para siempre o al menos es un punto y aparte. Un adiós para siempre suena muy fuerte.

Sería bonito que os fuerais encontrando sin que nadielo supiera, que quedarais como en los inicios, solo por el disfrute de hacer música entre vosotros tres.
X.F.: Quizás algún día hacemos una barbacoa todos juntos y nos animamos y nos ponemos a tocar. Sería bonito, sí. Pero entrar con todo de nuevo en la rueda...