A Glen Hansard le ha cambiado la vida. Con 50 años fue padre, ahora tiene una hija de dos años. Pero lo que no ha variado, a pesar de la nueva circunstancia, es su carácter. Allá donde va hace amigos. Es una persona que se hace querer, sobre todo porque va de frente y es honesto.
 

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En Vitoria, en los dos días que ha pasado en el Azkena Rock Festival, saludaba a los feligreses roqueros que merodeaban el hotel, preguntaba si la ciudad era parada del Camino de Santiago, charlaba con los punks canadienses The Black Halos sobre las letras de Leonard Cohen, a las 2 de la madrugada se sentaba en una silla en el foso de fotógrafos para ver a Michael Monroe con Demolition 23 (son vecinos en Finlandia, se suelen encontrar en el supermercado) y además hizo un concierto a media tarde que dejó, a quienes lo conocían, y a quienes no, con la boca abierta. Y a saber, en el tiempo que ha estado en Barcelona (ciudad que ha visitado para participar del Alma Festival) qué habrá hecho y los amigos que ha conquistado. Algún que otro abrazo habrá dado y, seguro, también ha recomendado rezar. Puede que hasta haya acompañado con su voz y guitarra a algún músico callejero.

Glen Hansard y su clan de irlandeses ayer en Barcelona / Foto: Carlos Baglietto

Él lo fue (¿recuerdan la película Once?) y, claro, Glen simpatiza con ellos. Él es siempre bienvenido. Le invitaron al funeral de Shane Macgowan y la lio parda. Tocó Fairytale of New York (considerada una de las canciones por excelencia de la Navidad) y el video de la actuación se hizo viral. También estuvo en el equipo que preparó la banda sonora de El día de la bandera que dirigió Sean Penn, compartiendo experiencia con su amigo Eddie Vedder de Pearl Jam. Ya hace años que se hicieron íntimos: Vedder ayudó a superar un momento delicado de Glen: en 2010 un fan suyo se suicidó mientras él tocaba. Vedder vivió algo parecido en Roskilde con su banda. Por tanto, comparten el mismo dolor. Incluso Hansard le hizo de telonero en la gira que el líder de Pearl Jam hizo por su cuenta en 2019.

Un valor seguro

Tras el éxito de la película Once (por cierto, el bueno de Glen también es uno de los protagonistas de la maravillosa The Commitments) y tras finiquitar The Frames (su banda hasta ese momento), Hansard comenzó a caminar en solitario (aunque estuvo una temporada breve con The Swell Season, la aventura que surgió fruto del film junto a Marketa Irglova). Desde entonces cinco discos, el más reciente, All that was east is west of me now, un disco más eléctrico y oscuro (o profundo si se quiere), que grabó con la voluntad de enseñarnos su amplia variedad de registros. Sin duda, el irlandés es cada vez un músico más completo, ya no es solo el típico cantautor que puede tocar en el pub que hay debajo de tu casa. Y con ese pedigrí, esa fortaleza, esa seguridad, esa sabiduría, se presentaba en Barcelona un músico que es un valor seguro para cualquier promotor. Nunca defrauda y siempre responde, en cualquier lugar o situación.

Glen Hansard ha sido el segundo invitado del Alma Festival 2024 / Foto: Carlos Baglietto

Con ese pedigrí, esa fortaleza, esa seguridad, esa sabiduría, se presentaba en Barcelona un músico que es un valor seguro para cualquier promotor

Con una voz más propia de Leonard Cohen y un concepto global de banda, Hansard se mueve por arenas más movedizas al amparo de Sure as the rain. Es más, las cuatro primeras canciones son de su nuevo disco, de ahí la intensidad y esa complejidad inicial. Contento de estar en Barcelona, hizo referencia a su primera visita a la ciudad y también cómo descubrió a Antoni Tàpies. Her Mercy la pide un espontáneo con una tasa de alcohol bastante al límite (suerte de él, pues la canción es primorosa), y en un momento dado le apetece explicar historias: cómo los martes se junta con sus amigos en Dublín para tocar sin estrellas del rock & roll (¿tal y como hacía Sheryl Crow?), que bajo una lluvia torrencial en Holanda invitó a la gente a acompañarlo al escenario, y alguien a quien no identificamos sube al mismo (por un momento pensamos en Damien Rice, pero...). De la banda, toda completísima, su socio principal es el violinista  que es tremendo. Y no sabemos si porque aún le apetece tocarla o por petición popular, cae Falling Slowly (sí, la de Once), con un público que le hace unos coros preciosos que parecen hasta ensayados. Y tras aporrear la guitarra y bailar preso por la felicidad, la velada acaba por bajar las revoluciones, con los Dubliners como excusa narrativa. Tras más de dos horas de música, Glen Hansard se despide sabiendo que, como mínimo, los que estaban allí esta noche, repetirán cuando vuelva. Como para perdérselo.

Glen Hansard, siempre un valor seguro en directo / Foto: Carlos Baglietto