El 15 de septiembre de 1923, el general Primo de Rivera perpetraba un golpe de Estado que ponía fin a medio siglo de régimen constitucional (1874-1923). Primo de Rivera había prometido acabar con el fenómeno del pistolerismo —que enfrentaba a patrones y obreros—, acabar con las organizaciones obreras, poner fin a la corrupción política (la invariable alternancia liberales-conservadores) y al caciquismo. Contó con muchos apoyos, no tan solo en el estamento militar, sino también en el civil, tanto en el segmento sociológico de la derecha (conservadores y monárquicos españoles, Lliga catalana), como en el de la izquierda (PSOE).