Amat Piniella, en K.L. Reich, su obra sobre los campos de concentración nazis, recordaba a un negro catalán que fue internado con los refugiados españoles. Más tarde, Montserrat Roig, cuando publicó Los catalanes en los campos nazis, mencionó este personaje, pero casi no encontró información adicional. También habló el periodista Serge Bilé a su obra Noirs dans les champs nazis. Ahora, la historia de este personaje se da a conocer gracias al documental Greykey, de Enric Ribes (de la productora Inicia Films y distribuida por Marvin & Wayne), que ha disfrutado de la colaboración de Muriel Grey Molay, la hija de Carlos José Grey Molay. Es la única oportunidad para conocer su realidad, porque Grey Molay murió en 1982 en Francia sin que nadie lo hubiera entrevistado. Este documental se podrá ver el próximo día 21, en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), en el marco de la programación de El día más corto, el festival dedicado a los cortos de cine. Se integra dentro del ciclo Km. O, que empezará a las 20h30. La entrada es gratuita
Como pasar de África a Mauthausen
Aunque hay ciertas contradicciones entre sus biografías, parece ser que Grey Molay nació en Barcelona, en 1913, de padres fernandinos (la élite criolla de la isla de Fernando Poo, actualmente Bioko). Simpatizó con las izquierdas catalanistas y, cuando estalló la guerra civil, dejó sus estudios de Medicina y fue a luchar con los republicanos. El eminente escritor norteamericano Langston Hughes, cuando hacía de corresponsal de varias revistas negras en la guerra civil, se lo encontró en una playa: lo explica a la magnífica autobiografía I Wonder as I Wander (donde explica su conversación, pero no incluye el nombre de Molay, aunque por la descripción es inconfundible). Grey Molay tuvo que huir al fin de la guerra y fue a parar a los campos de refugiados de Catalunya Nord. Al llegar la Segunda Guerra Mundial fue movilizado, y cuando lo capturaron los nazis fue enviado al campo de Mauthausen.
El camarero de los nazis
Grey Molay dio un nombre falso a sus captores: a la documentación de los nazis figura como Greykey. Fue clasificado como republicano español, y por lo tanto fue obligado a lucir, en su uniforme de presidiario, el triángulo azul que los identificaba. Llamó la atención de los nazis y lo destinaron a camarero de los SS. Eso le reportó muchas humillaciones, pero también una posición de un cierto privilegio que aprovechó para ayudar a los prisioneros republicanos españoles. Incluso ayudó a Francesc Boix, el fotógrafo que demostró las atrocidades nazis y que fue testimonio de cargo en el juicio de Nuremberg. Boix retrató a Grey Molay hasta en tres ocasiones (las fotografías más conocidas del preso son aquellas en que viste la chaquetilla de camarero que le otorgaron los nazis).
En clave familiar
El documental de Enric Ribes se centra en la vida familiar de Grey Molay tras salir del campo de concentración y en el impacto que tuvo la experiencia concentracionaria en los supervivientes y en sus familias. "Uno nunca sale de un genocidio, ni de un campo de concentración", explica Ribes, a quien su interés por los supervivientes de los campos lo llevó a investigar la vida del "negro catalán" de Mauthausen. Gracias a su hija, que explica sus vivencias y que aporta numerosos materiales familiares, como fotos y vídeos, Ribes consigue reconstruir la vida de Grey Molay tras salir del campo. Muriel Grey explica que su padre se centró en la vida familiar: su ilusión era crear una familia, tener hijos y envejecer con ellos (y, según él, fue esta ilusión la que lo ayudó a sobrevivir a Mauthausen). No consiguió ser médico, y acabó trabajando de electricista en un cabaré, pero nunca se sintió frustrado, porque alcanzó la vida familiar que él quería. Las fotografías de Grey Molay disfrutando de su papel como padre y como abuelo son un canto a la supervivencia.
El Grey Molay menos político
Ribes no quería hacer un elogio a la trayectoria política de Grey Molay. En realidad, afirma que ha querido esquivar la cuestión política y centrarse, sobre todo en la visión familiar. "Quería dar voz a la familia de los deportados", explica Ribes, quién tuvo mucha suerte que la Amical de Mauthausen de París lo pusiera en contacto con Muriel Grey, quien después de algunas reticencias se avino a colaborar. Grey, que se acababa de jubilar, se interesaba por el pasado de su padre, que nunca había hablado con ella ni con sus hermanos de Mauthausen. Ribes, que estaba muy interesado en la transmisión generacional de la deportación, no desperdició la ocasión.
Nunca derrotado
La hija de Grey Molay no sabía mucho de sus actividades políticas. Menciona que era comunista y que no solía ir en la iglesia, pero poco más. Los republicanos españoles supervivientes de los campos tampoco sabían mucho de su vida tras la guerra, porque se alejó de los círculos de exiliados catalanes. Pero no se mantuvo ajeno a la política. En los años setenta frecuentó a otros exiliados: los guineanos que huían de la dictadura de Macías y que trataban de reorganizarse fuera de Guinea Ecuatorial. Grey Molay se convertiría en uno de los líderes de la Alianza Nacional para la Restauración Democrática (ANRD). No dejó de complotar contra la dictadura guineana, tal como se puede comprobar en las obras del historiador suizo Max Liniger-Goumaz, el gran especialista en la Guinea de Macías. No tuvo éxito, pero no renunció a luchar.
Un rayo de luz
Greykey es un documental que nos deja con muchas incógnitas sobre el personaje. Después de verlo querríamos saber más, sobre sus relaciones con Catalunya, sobre sus orígenes, sobre su trabajo en el cabaré, sobre sus actividades revolucionarias con respecto a Guinea... Pero esta magnífica obra, como mínimo, pone sobre la mesa la existencia de un personaje excepcional que se sumó a algunas de las luchas más emblemáticas del siglo XX: la guerra civil española, la guerra mundial, el combate por la democratización del África frente a las tiranías... Un héroe catalán desconocido, gracias a Enric Ribes, sale a la luz. Greykey demuestra que los héroes de verdad quizás no están tan lejos de nosotros y que los auténticos referentes tal vez los tenemos en nuestro entorno, como tardó demasiado en descubrir Muriel Grey.