En la que a Guillem me encuentra, lo he visto por Barcelona. Paseaba sin destino por las calles del barrio de Gracia y me ha saludado a través de los ventanales de un bar-restaurante de aquellos de toda la vida, de los de menú de escudella y albóndigas con sepia que cada vez cuesta más encontrar en la ciudad. Estaba sentado en una mesa, ha levantado el brazo y me ha hecho que pasara. Guillem me ha dicho que tenía hambre y que había parado a hacer unas bravas, que si me apetecía tomar nada con él y charlar un rato, que había quedado con un redactor de cultura de ElNacional.cat, pero que todavía no había llegado. Hemos hablado de la familia y el trabajo. Se le veía bien. Guapo como siempre. Lo he visto feliz.

Se le veía bien. Guapo como siempre. Lo he visto feliz

Guillem me ha dicho que después de 15 años con el grupo, ahora había hecho su primer disco en solitario, Balla la masurca!, que echaba de menos a Arnau, Roger y Martí, que quién sabe qué pasará y que quizás en el futuro vuelven a hacer canciones juntos, pero que ahora tenía ganas de probar otras cosas y conocer a gente nueva.

Guillem me ha dicho, mientras las mesas de los alrededores se iban llenando de gente que paraba a comer y, en voz baja, intentando disimular, se preguntaban si él era él, que si quería escuchar el álbum. Ha sacado el móvil y, él el derecho y yo la izquierdo, hemos compartido los auriculares. Una a una, sin decirnos nada, han ido pasando las 12 canciones.

Foto: Marc Font

Guillem me ha dicho que qué me había parecido. Las letras son brutales, le he respondido. "¿Y la música?". Sin saber muy bien como razonarlo, le he explicado que me lo he imaginado como un cantautor italiano de los ochenta al estilo de Franco Battiato. Que sonaba diferente de lo que había hecho con su ¿antiguo? grupo, pero que al mismo tiempo tenía aquella cosa que solo saben hacer a los mejores profesores europeos. "Siempre pasa", me ha tranquilizado. "Yo, que me he dedicado a consumir música y a hablar sobre música desde siempre, he sido aquella persona cruel que juzgaba el disco del músico en solitario de la banda. Sé dónde me estoy metiendo".

Eres el crush de mi pareja, el mío y el de media Catalunya. ¿Eres consciente de tu atractivo y magnetismo?
A ver... (ríe). Yo paso mucha parte de mi vida profesional en un territorio que no tiene nada que ver con la esfera pública. O sea, me dedico a trabajar las canciones. Es al final del proceso en el que aparece la cosa esta pública. Pero este hecho público, es un porcentaje muy pequeño de todo lo que hago, aunque intento hacerlo lo mejor que puedo... Evidentemente, a mí me interesa que la gente escuche mis canciones y que después venga a verme a los directos. Pero es una cosa que la puedo controlar hasta un cierto punto.

He sido aquella persona cruel que juzgaba el disco del músico en solitario de la banda. Sé dónde me estoy metiendo

Pero el atractivo, este magnetismo, se puede potenciar, pero se tiene o no se tiene, y tú lo tienes.
Sí, ojalá que este magnetismo aparezca y consiga seducir a la gente, porque haciendo un disco en solitario hay un riesgo de convocatoria, que la música sea escuchada, que tenga una relevancia, y eso no sé si pasará o no. A mí lo que siempre me ha interesado es hacer canciones que estuvieran bien según mi criterio. Este siempre ha sido mi objetivo. Después, en el pop intervienen muchas cosas. La química encima del escenario es una cosa muy difícil de controlar y bastante inexplicable. Tú veías a los Ramones en directo y aquello molaba observarlo. Pero esta cosa que molaba observar, tenía que ver con el trabajo, pero también con el fenómeno del pop, y eso tú no lo puedes controlar. Sí que puedes intentar construir un artificio y ser aquello que quieres representar y vender. Yo mismo, por ejemplo, me estoy dando cuenta de que, en el fondo, aunque este proyecto en solitario se llama Guillem Gisbert y lleva mi DNI, también es la construcción de una ficción.

¿Eres un artificio?
Yo ahora hace 15 años que me dedico a esto, quizás un poco más. La única manera que he encontrado de sobrevivir en esta profesión ha sido encontrando cosas que me hagan creer que estaba jugando, y eso pasa por la parte estética de las canciones, pero también por la parte de la puesta en escena. Hay un detalle absurdo, pero significativo: cuando empezamos con Manel, yo llegaba al concierto y subía al escenario exactamente con la misma ropa con la cual había llegado a la sala. Ahora hace un par de giras que llevo una maletita con la ropa de los conciertos.

El artificio.
Es la pequeña distancia que marcas entre quien eres como ser humano y el personaje que se sube encima del escenario. He ido tomando conciencia que el escenario es un espacio en el cual pueden pasar cosas que no tienen mucho que ver con la vida real. Y me lo paso bien así.

He ido tomando conciencia que el escenario es un espacio en el cual pueden pasar cosas que no tienen mucho que ver con la vida real. Y me lo paso bien así

Posiblemente porque muchas de tus letras son como relatos cortos, siempre creí que si alguna vez hacías algo más allá de Manel, sería alguna cosa vinculada con la literatura.
Sabes qué pasa: a mí las canciones me ocupan mucho tiempo. Y es un tiempo que me gusta invertirlo haciéndolas. Más allá que hacer una canción no tiene nada que ver con escribir una novela.

¿Nada?
No. La estructura es muy diferente. A mí la estructura de la canción me da unos límites en los cuales yo tengo que esconder la idea que quiero trabajar. Hay unos versos, prácticamente siempre hay una rima, muchas veces hay un estribillo o una idea que se va repitiendo. Es una estructura muy concreta y una técnica que hace muchos años que he ido aprendiendo. Y eso es la parte puramente de la letra, porque después están todos los elementos musicales a los que también dedico muchas horas. Que una canción te pueda dar la sensación que una letra está elaborada o que está bien, no tiene mucho que ver con que puedas hacer prosa. De hecho, tengo 42 años y nunca he podido escribir prosa.

Foto: Marc Font

¿Nunca has tenido la tentación de escribir una novela?
Había trabajado de periodista, pero una novela... Ni siquiera lo intenté de adolescente. Y ahora mismo no es una cosa que forme parte de mis planes. Lo que me ocupa y me gusta es hacer canciones.

¿No sé si es una pregunta interesante o la más estúpida que te puedo hacer, pero cómo haces las canciones?
Tengo la misma manera de trabajar casi desde el principio: una letra es buena cuando queda bien ligada con la melodía que la acompaña. Intento que cuando me sale una frase que parece interesante, ya me salga con la melodía con la cual será cantada. Muy pocas veces he escrito la letra y después ha venido la melodía. Me hago estructuras, pequeñas maquetas, bases a partir de las cuales intento cantar encima, y así voy acotando las posibilidades hasta que me quedo con aquellas ideas que considero que valen la pena. Sí que es cierto que me salen canciones narrativas de una manera natural desde hace mucho tiempo, pero no sé exactamente por qué es así, quizás me viene de Bob Dylan. Hay otra diferencia importante entre una canción y un cuento: una canción nace con la vocación que la quieras escuchar varias veces, mientras que no te estás leyendo el mismo cuento cada día. Y para conseguir consumir regularmente esta cosa narrativa, el elemento musical tiene que ser fuerte.

Sin ser un disco conceptual, Balla la masurca! es un disco que habla de la búsqueda del sentido de la vida (aunque vuelve a ser una pregunta absurda porque una de las finalidades de toda creación artística es la búsqueda del sentido de la vida).
Es un disco que habla de la ausencia de la vocación y de vivir sin tener las cosas claras. Miracle a les Planes habla sobre unos estudiantes que salen consternados de clase porque no saben qué caray hacer con sus vidas. La última canción, Estudiantina, habla sobre estudiantes sin vocación. En Un home realitzat, el protagonista, que es el guionista Rafael Azcona, aunque sea un artista reconocido, acaba tirando un avión de papel y allí encuentra una realización personal. El protagonista de Balla la masurca! es un personaje que se está dando cuenta que mucho de lo que ha hecho en la vida, lo ha hecho para complacer el resto del mundo.

 

Yo no tuve nunca una vocación, ni siquiera la de cantante, músico o escritor de canciones. No lo fui a buscar, me lo fui encontrando

¿Y tú, te sientes realizado?
Yo no tuve nunca una vocación, ni siquiera la de cantante, músico o escritor de canciones. No lo fui a buscar, me lo fui encontrando. Tuve unos amigos con los cuales, de una manera natural, empezamos a trabajar, nos encontramos cómodos, hicimos muy buen equipo y de golpe nos fue muy bien. Nos habría podido ir mal, y tú y yo no estaríamos teniendo esta conversación ahora mismo. Pero aquel primer disco, Els millors professors europeus, funcionó muy por encima de nuestras expectativas, y a partir de allí empezamos una carrera. Siento que mi vida ha sido un azar que me ha llevado hacia los lugares y yo simplemente he ido haciendo.

¿Te has sentido alguna vez con el síntoma del impostor?
El mundo del pop está lleno de impostores. Todos lo somos un poco. Vas haciendo canciones, sales al escenario, saludas y tiras millas. Así que sí, soy un impostor en la medida en que realmente no me siento músico. En el disco Jo competeixo, que es del 2016, ya había una canción que es Cançó del dubte, que ya solo con el título queda bien claro de qué va. Es una cuestión que creo que la he ido tratando siempre.

Foto: Marc Font

Hacer un disco en solitario, sin embargo, requiere de una decisión.
De una manera inevitable, te acabas responsabilizando mucho más de lo que estás haciendo que si estás con tus tres colegas de toda la vida. Hay un acto de responsabilidad a la hora de hacer un disco en solitario, cierto. Estos meses, me ha pasado de pensar en gente que toda la vida ha hecho carrera en solitario y envidiar la fuerza de voluntad y la energía que deben haber dedicado para llegar. Ahora les miro con admiración renovada.

¿Yendo solo, has sentido miedo o pánico?
He tenido mis momentos. Vengo de haber estado mucho tiempo en una inercia muy positiva de muchos discos. La gente nos ha ido haciendo caso, por lo tanto salía con las reservas de coraje llenas. Pero a medida que iban pasando los meses y se acercaba el momento de sacar el disco, las reservas de coraje se iban vaciando. Y evidentemente que tienes dudas. Y evidentemente que, como estás trabajando con gente nueva, a veces hay cosas que no salen o no van como querrías. Momentos que tienes que reconducir, momentos que tienes que ir hacia otro lado, momentos que...

Pero eso también hace que el proceso sea enriquecedor, imagino.
Sí, la parte personal ha sido muy enriquecedora. Un grupo de música tiene un aspecto muy cerrado.

No hemos sido un grupo fácil de complacernos a nosotros mismos. Pero es que siempre he creído que si te dedicas a eso, necesitas esta parte de autocrítica.

En vuestro caso era muy evidente.
En nuestro caso, había una frontera rígida entre los cuatro miembros del grupo y el resto del mundo.

Recogisteis muchos elogios, pero, sobre todo al inicio, también tuvisteis muchos haters.
Éramos un grupo que hacía mucha piña y que había trazado una frontera muy rígida entre nosotros y el resto del mundo. Salió de manera natural desde el principio. Todavía no habíamos hecho a Els millors professors europeus que ya éramos este tipo de gente. Supongo que también tiene que ver con el carácter. Ahora, sin embargo, necesitaba sacar hacia fuera mi carácter extrovertido: ser la persona que conoce gente nueva y que se sienta con ellos y que saca adelante un proyecto. La persona que acepta que es vulnerable y pide ayuda a un desconocido para acabar de dar forma una cancioncilla que ha escrito. Y eso que no siempre es fácil, lo he disfrutado mucho, porque es una parte del carácter que si no la suelto, la puedo tener muy dormida. Y llegas a casa y estás contento con lo que has hecho. Y te lo has pasado bien y has conocido a gente. Porque está la parte del trabajo, pero también está la parte de hacer el café con el productor antes de empezar a grabar, y la parte de hacer la caña cuando acabas de trabajar. Y eso también es enriquecedor. Con Manel hacía 15 años que estas personas del café y de la caña éramos siempre nosotros cuatro. Y en un trabajo creativo siempre acaba surgiendo la fricción y la frustración. No hemos sido un grupo fácil de complacernos a nosotros mismos. Pero es que siempre he creído que si te dedicas a esto, necesitas esta parte de autocrítica.

Foto: Marc Font

Escuchando Balla la masurca! te he imaginado como un cantautor italiano de los años ochenta al estilo de Franco Battiato.
Esto del Battiato ya me lo han dicho. Ha sido un referente en alguna de las canciones. A veces, cuando empiezo el proceso de producción de una canción, lo que hago con el productor es crear una lista de Spotify con canciones que nos pueden ayudar a acercarnos estéticamente al lugar donde queremos ir. Battiato estaba en una de estas listas, pero no recuerdo ni siquiera en qué canción. Lo que sí que sé es que, la canción en la cual he tenido más claro el concepto de cantautor italiano, ha sido Miracle a les Planes. En mi cabeza la melodía era un poco como de tenor italiano. Aquel cantante que después de una comida con un poco de alcohol, de golpe se levanta y canta. Recuerdo que en la sesión de batería con Borja Barrueta le decía que se imaginara una banda de estas como de festival de Sant Remo, con los músicos con pajarita y un señor vestido de frac dirigiendo.

¿Qué otros artistas había en estas listas de Spotify, más allá del Battiato?
A Cantiga de Montse, por ejemplo, había unos sintes de Brian Eno que me gustaban mucho. Por eso esta canción la hice con Marcel Bagés y David Soler, que controlan mucho de sintetizadores y tenía muy claro que ellos podían llegar a estas estéticas. En el caso de la canción de Les aventures del general Lluna, que la he hecho con miembros de Ludwig Band, lo que fui a buscar fue la estética dylaniana que sé que esta gente controla perfectamente.

Dicen que son vuestros sucesores, La Ludwig Band. De hecho los habéis fichado para vuestra discográfica, Ceràmiques Guzmán.
Hay un hilo invisible que nos une a través de una tradición que forma parte de una de las almas de la música catalana. La Ludwig quizás se han fijado en nosotros como nosotros nos fijamos en Sisa, Riba y el resto de Laietans. O dicho de otra manera, si nosotros miramos hacia arriba, encontramos a Sisa, y si lo hacemos hacia abajo, a La Ludwig. Pero todos tenemos un talante diferente.

Ahora será cuando vengan las comparaciones con Manel.
No sé si es injusto o no, el hecho de juzgar un miembro de una banda cuando hace un disco en solitario, pero en cualquier caso lo que seguro que es, es inevitable. Pasa toda la vida. Yo, que me he dedicado a consumir música y a hablar sobre música desde siempre, he sido aquella persona cruel que juzgaba el disco del músico en solitario de la banda. Es un deporte generalizado en este mundo. Sé dónde me estoy metiendo. Es curioso, porque pasa que la vida te va llevando a lugares y de golpe dices: "Hostia, soy aquel personaje que hace el disco en solitario y entonces después la gente comenta y lo compara con el disco de la banda". Desde la cosa esta ácida del fan, que dice: "Mira este disco, qué mierda", me he convertido en este personaje.

Pienso que no llegaré nunca a ninguna conclusión sobre  què quiero hacer en la vida. Y no pasa nada

¿Qué quieres ser cuando seas mayor?
Pienso que no llegaré nunca a ninguna conclusión sobre qué quiero hacer en la vida. Y no pasa nada. Vas haciendo, vas encontrando, pero no pienso que se tenga que llegar a ninguna conclusión. Siempre estoy pensando en los próximos proyectos.

¿Y el próximo proyecto cuál es?
Ha habido ideas del proceso de este disco que se han quedado por hacer y ahora, cuando acabe la promoción del disco y tenga más o menos el directo preparado, seguiré trabajando como hago siempre.

¿Y qué pasa con Manel?
He sido jugador de equipo durante mucho tiempo y nadie es jugador de equipo durante mucho tiempo si no le gusta serlo. He encajado muy bien en el formato de Manel, y lo volveré a hacer, pero salir y probar otras cosas me ha gustado mucho. Ya lo dije, sin embargo, en una entrevista con Jordi Basté: seguramente antes de diez años habrá un disco nuevo de Manel. Esta es la información con la cual cuento ahora mismo. No puedo decir gran cosa más.

Foto: Marc Font