Edgar Cabanas y Eva Illouz son los autores de Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas (ed. Paidós), una reflexión sobre la búsqueda incesante de la felicidad en la sociedad moderna. Se trata de un libro que ha tenido un gran éxito en Francia, donde se publicó hace unos meses, y que se ha convertido en todo un referente. El concepto “happycracia”, acuñado por los autores, ya se ha difundido extraordinariamente y triunfa en las redes. Con motivo de la traducción del texto al castellano, hablamos telefónicamente con Edgar Cabanas, investigador de la Universidad Camilo José Cela.

Edgar Cabanas y Eva Illouz. Fotos cedidas por los autores.

No es habitual encontrar a investigadores que estudien la felicidad ¿Cómo llegó usted a este tema?

Yo ya hice mi tesis, que leí en 2013, sobre este tema, y no lo he abandonado. He publicado diversas cosas en esta línea con Eva Illouz. Y convertir estos trabajos dispersos en un libro fue una iniciativa de la editorial francesa Premier Parallèle. Se quería que fuera un libro que llegara a una audiencia más amplia. Y parece ser que lo hemos conseguido.

La felicidad no es universal, tiene unas raíces políticas y culturales…

La búsqueda de la felicidad, ¿ha sido siempre un objetivo del ser humano?

Una de las preguntas básicas que nos hacemos en Happycracia es si la búsqueda de la felicidad es una meta suprema del ser humano. No sabemos exactamente qué es la felicidad, pero si la felicidad es la idea reduccionista que de ella se tiene hoy, la respuesta es no… Básicamente, porque la felicidad no es universal, tiene unas raíces políticas y culturales…

¿Pero el deseo de felicidad no es inherente a la persona?

Hay muchas formas de entender la felicidad. La concepción aristotélica de la felicidad no es homologable a la visión actual. Hay cuestiones históricas y culturales que hacen que, según las épocas, haya posturas distintas sobre lo que se considera felicidad. El discurso mayoritario que en los últimos años se nos ofrece de la felicidad es marcadamente norteamericano, porque la búsqueda de la felicidad ha pertenecido al imaginario estadounidense desde muy antiguo…

¿Existe una felicidad válida para todos?

La felicidad desde el punto de vista universal, no está demostrada y no puede demostrarse. Algunos quieren presentar la felicidad como un objeto científico, propio de las ciencias naturales, al margen de las culturas… La quieren tratar como si fuera un mineral, al margen de la gente que la vehicula. Pero no es razonable pensar que sea así: la felicidad depende de la gente.

El hombre feliz de la modernidad es un individuo excesivamente centrado en sí mismo, obsesionado por su vida emocional

¿Cómo es el individuo feliz de la modernidad?

Es un individuo excesivamente centrado en sí mismo, obsesionado por su vida emocional, por la mejora de sí mismo, por la adquisición de productos de tipo emocional que le ayuden a controlarse mejor, que le ayuden a descubrir su supuesta autenticidad… Un ser que cree que la solución a sus problemas pasa por sí mismo, solo. Es un ser muy obsesionado, muy retraído hacia su mundo interior. Y esto tiene consecuencias.

¿No hay nadie que cuestione este modelo?

Hay mucha gente que cree que la solución a sus problemas pasa por el yo. Pero cada vez hay más movimientos críticos, que ponen de relieve que este planteamiento es muy simplista. Desde esta óptica se hace creer que los problemas se centran sólo en el individuo y así se le responsabiliza de su éxito y de su fracaso, sin tener en cuenta que los individuos están marcados por su entorno social. Cada vez hay más escépticos, más movimientos críticos…  La gente está cansada de este discurso. En Francia, donde se publicó Happycracia inicialmente, hace unos meses, el libro tuvo un gran recibimiento. Gustó mucho. Allí hay un contexto cultural crítico, quizá por un cierto poso antiamericano…

La búsqueda obsesiva de la felicidad ha calado hondo en España

¿Y cómo cree que se percibe este discurso aquí?

Aquí estas ideas han calado hondo, pero también está surgiendo una corriente crítica hacia la búsqueda obsesiva de la felicidad. Pero en España las críticas con frecuencia se hacen con el humor o con el sarcasmo. Y a veces con tomarse las cosas con humor no basta como para que calen los aspectos críticos y para desmontar estos discursos. Son necesarias discusiones más serias a este respecto. Los estadounidenses se tomaban este movimiento a broma, pero fue cada vez a más y se fue colando en la sociedad norteamericana. Estas recetas simples se toman muy en serio. Y los especialistas tenemos un trabajo duro, para desmontar un mensaje que circula muy rápido y cala hondo… Y que tiene muchos apoyos.

Hay especialistas en la felicidad que afirman que “las circunstancias personales no son la clave de la felicidad”.

Hay quien ha intentado valorar la felicidad como si fuera una fórmula matemática, una ecuación. La vendían como la “fórmula de la felicidad”. Era una cosa absurda, pero se hizo una gran campaña de marketing para venderla… Esta “fórmula” explicaba que el 90% de la felicidad viene de factores individuales y el 10% de las circunstancias… Y además se alegaba que estas circunstancias no son objetivas, que dependen de cada uno…

¿Qué es la psicología positiva?

La psicología positiva es un movimiento que surge dentro de la psicología, de la mano de Martin Seligman. Recoge elementos de la cultura popular norteamericana y los aglutina bajo el paraguas de un movimiento científico de gran envergadura. Una gran cantidad de instituciones privadas y académicas se han involucrado en la psicología positiva, que se ha convertido en un movimiento viral dentro de la academia, que supera el ámbito de la psicología y llega a la educación, al mundo de los negocios… La psicología positiva se dota de un lenguaje científico para revestirse de una cierta legitimidad…  Y bajo esa idea se viraliza… La "ciencia de la felicidad" es un movimiento que no tiene parangón en la historia de la psicología. Ningún otro movimiento científico se ha consolidado tan rápidamente...

La psicología positiva, ¿es ciencia o es una estafa?

Como ciencia, la ciencia de la felicidad es muy mejorable en todos los sentidos: desde el punto de vista teórico, desde el punto de vista metodológico… Sería necesario que fuera más clara en sus raíces ideológicas… Debería reconocer su etnocentrismo, que está enmascarado… Creo que, como ciencia, la psicología positiva, en el mejor de los casos, es una ciencia débil. La ciencia de la felicidad, además, debería ser más humilde. Usa una retórica muy característica, en la que todo parece importantísimo, sólido, revelador... Afirma que “descubre las claves” de todo, y con frecuencia no es así.

¿Hay muchos intereses creados en la psicología positiva?

La psicología positiva tiene unas sinergias curiosas con la industria de la felicidad. La potente industria de la felicidad necesita un discurso que la apoye… Y la psicología positiva le da legitimidad. En el libro vemos que muchos de los psicólogos de la felicidad se lucran de los productos de la industria de la felicidad.

Está por ver si estas prácticas ayudan a la gente o ayudan a crear los mismos problemas que dicen resolver

¿No creéis positivo que los psicólogos ayuden a la gente a triunfar?

Está por ver si ayudan realmente a triunfar a alguien. También pueden ayudar a reforzar la asunción de la gente de que el triunfo es una responsabilidad individual, y pueden hacer creer a la gente que no deben nada a nadie. No he visto ningún estudio que demuestre que estas tesis ayuden a la gente a triunfar. Pero sí que he visto que ayudan a hacer creer a la gente que el triunfo depende de sí mismos. Es legítimo que desde la psicología se ayude a la gente, lo que está por ver si estas prácticas ayudan a la gente o ayudan a crear los mismos problemas que dicen resolver.

En el libro llegan a afirmar que la búsqueda de la felicidad puede conducir a la depresión…

Siendo el discurso sobre la felicidad tan individualista, ayuda a generar los problemas asociados al individualismo: soledad, depresión, estrés… Estos discursos hacen mucho énfasis en la responsabilidad del individuo y pueden penalizarlo. Tienden a poner la carga de la responsabilidad en el individuo, como si los problemas fueran de uno, solo, y no de todos…

La solución a los problemas, ¿no depende del individuo?

Hay una lógica en los problemas que se repite, porque muchos problemas nos afectan a todos. Y esto indica que su base no es individual. La solución a un problema de estrés en el trabajo no es ir a un curso de relajación, es atacar la base del problema, la organización del trabajo. Muchas personas sufrimos los problemas de forma parecida, porque son los mismos.

En nuestra sociedad hay happycondríacos

¿Qué tiene de malo intentar obtener la felicidad?

La obsesión personal por la felicidad crea sus propios problemas. La felicidad es insaciable, porque no tiene fin, nunca alcanza la meta. Esto genera la idea de que somos seres incompletos, da una idea de carencia, y necesitamos siempre más y más, probar nuevas técnicas, nuevos cursos… Creemos que debemos de ser más resilientes, que hemos de relajarnos más… Esto provoca una búsqueda obsesiva e interminable de la felicidad. Y un consumo continuo de productos de la industria de la felicidad. En nuestra sociedad hay happycondríacos, seres que piensan que siempre pueden hacer algo más para ser felices.

¿Qué papel tiene la psicología positiva en la educación?

Uno de los problemas de la introducción de la psicología positiva en la educación es que quiere dictar las políticas educativas. Los psicólogos positivos dicen que educación es enseñar a los niños a que sean más felices, sin pensar en qué tipo de ciudadanos queremos crear. Esto no me parece bien. ¿Queremos o no queremos crear ciudadanos críticos? Según el modelo de la psicología positiva no debemos formar a niños que conozcan al mundo, sino a niños que se conozcan a si mismo… El discurso tiene una vertiente muy empresarial; se busca que los niños se sepan vender… Los niños que se eduquen así serán niños muy enganchados al discurso de sí mismos… Conocer el mundo puede implicar sufrir, sufrir por los demás. Y pensar que los niños no deben sufrir los infantiliza para siempre y les quita la idea de autonomía, no les deja pensar sobre sí mismos. Además, con esta educación estamos creando ciudadanos dependientes de productos terapéuticos. Los productos psicológicos se normalizan… Parece ser que hoy en día todos necesitamos terapia. Si estás mal, porque estás mal, y si estás bien, porque podrías estar mejor. Este es un discurso peligroso.

Nos deberíamos preguntar si lo que hace feliz a la empresa es lo que hace feliz a los trabajadores

¿Qué relación hay entre el discurso sobre la felicidad y las políticas empresariales?

Las empresas han contribuido a la globalización de este discurso de la psicología positiva. En las organizaciones empresariales se busca que la psicología ayude a controlar de forma más eficiente a los trabajadores. Y esta idea de la felicidad, que tiende a reforzar la responsabilidad personal, ayuda mucho al discurso empresarial. Hoy en día las empresas tienden a intentar que los trabajadores interioricen el control empresarial. Y estos discursos sobre la felicidad sirven para enganchar con mayor eficiencia al trabajador en la cultura de la empresa. Se le hace pensar que sus intereses son los de la empresa. Pero nos deberíamos preguntar si lo que hace feliz a la empresa es lo que hace felices a los trabajadores.

Así pues, es una psicología a medida de los empresarios…

La psicología positiva ha encajado como un guante en las empresas: si no hubiera existido, hubieran sido las empresas que la hubieran tenido que inventar. Esta ideología pretende que el lugar de trabajo sea el lugar de realización personal. Incluso se intenta prohibir la negatividad. Hoy en día hay empresarios que sólo quieren contratar a gente optimista, les parece que el conocimiento no es tan importante... La psicología positiva va como anillo al dedo a la filosofía empresarial.

No mencionan en Happycracia el problema de la medicina, pero hay quién pretende que si alguien se muere de cáncer es por su culpa…

El libro tenía que ser corto y no hemos podido incluir este apartado. Pero el discurso sobre la felicidad ha calado muy fuerte en el mundo de la salud. La idea de que las actitudes tienen un efecto causal sobre las enfermedades (una afirmación que no está demostrada), hace pensar que si te enfermas, si no te curas, o si te mueres, es porque no tienes la actitud necesaria. La gente enferma está doblemente acusada, de no haber hecho lo suficiente por no sufrir y de no recuperarse de esto. Es un discurso que insiste en la responsabilización del individuo. Incluso alcanza al ámbito de la prevención: se dice que los optimistas tienen menos enfermedades, pero esto no tiene ninguna base científica…

No hay emociones positivas ni negativas. Esto es mentira. Las emociones son complejas

El discurso de la felicidad insiste en el amor y en las llamadas “emociones positivas”. Pero para ustedes, ¿es malo odiar?

Odiar no es malo ni bueno. Uno de los problemas de estas teorías, justamente, es que dicen, a priori, que algunas emociones son buenas o malas. Pero si no hay ira o indignación por una injusticia no hay forma de repararla. Si no hubiera rabia, seríamos seres conformistas. Y gracias a que hay podemos movilizarnos. No hay emociones positivas ni negativas. Esto es mentira. Las emociones son complejas. Son funcionales o disfuncionales según el caso. Odiar puede ser sanísimo o puede ser peligroso. Los sentimientos son políticos y tienen funciones políticas. A veces se intenta minimizar la rabia porque políticamente moviliza… Pero la rabia no es ni buena ni mala en sí…