Hace más de cuarenta años que Helena Llagostera (Valls, 1971) hace castells en la Colla Joves Xiquets de Valls. Fue la primera mujer en subir al tronco de un castell de nueve en 1988 y también la primera —y de momento, única— cap de colla de un grupo de gama extra. En estos cuarenta años, ha visto el mundo de los castells cambiar y abrirse a la participación de la mujer en todos ámbitos, pese al camino que queda por recorrer. En estos cuarenta años, también ha tenido seis hijos aunque, a pesar de los embarazos, nunca se ha perdido una temporada entera de castells. A cada etapa vital, su condición de mujer la ha puesto en situación de tener que superar los escollos del cuestionamiento y de los prejuicios. A sus cincuenta y tres años, sin embargo, sigue llevando el peso de los castells en los hombros con espíritu combativo y amable.

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Foto: Cedida

Empezaste a hacer castells muy joven en un momento en que era poco habitual para una chica. ¿Cómo se lo tomaron en tu casa?
Yo empecé a hacer castells debe hacer más de cuarenta años e iba a los ensayos a escondidas, les decía que salía a pasear. Hoy podríamos decir que los castells están de moda, pero cuando yo empecé la impresión era que los grupos estaban formados —sobre todo las criaturas que iban— por gente con pocos recursos y niños de familias desestructuradas. Quizás era una impresión y una generalización fruto del desconocimiento de la realidad en las colles, pero este era el cliché. Había muchos niños que al grupo encontraba el calor que no encontraban en casa. Además, mayoritariamente todo eran hombres, y los que subían a los castells eran niños.

Desde el principio, mis padres no vieron con buenos ojos que les dijera que quería hacer castells; que yo, una niña de diez años, les dijera que quería ir a un lugar donde todo eran hombres no les pareció el mejor ambiente para mí

¿Y si no salió de casa, de donde te salió la manía castellera?
Cuando hay cualquier fiesta los padres siempre me llevaban a la plaza. Y soy de Valls, claro está. Recuerdo que de pequeña mi padre me subía a los hombros para poder ver los castells desde lejos. La verdad es que al principio recuerdo no encontrarle la gracia a eso de mirar hombres como bajaban y subían los unos sobre los otros. Pero soy curiosa y me gusta probar las cosas. Yo sabía que en casa eran de la Joves, y tenía vistos algunos de los niños que participaban en el grupo. Con una amiga que era mucho más extrovertida que yo, fuimos a preguntarle a uno de estos niños dónde se tenía que ir para hacer castells. Y fui.

Las mujeres no fueron reconocidas como castelleres de pleno derecho hasta los años setenta, prácticamente. ¿Cómo fue, eso?
Costó mucho que las mujeres estuviéramos reconocidas, incluso después de los años setenta. Se tuvo que luchar mucho para que se nos diera la camisa y se nos reconociera como alguna cosa aparte de administrativas. Muchas nos poníamos en la piña aunque fuera en el último cordón. Poco a poco se nos fue reconociendo, porque estábamos ahí, y se empezaron a introducir parejas de castellers en posiciones de muletas. ¿Muy poquito, eh? Pero cada vez que dábamos un paso era una pequeña victoria. En el tronco del castell, a las mujeres no se nos introduce directamente, sino que son chiquillos que van bajando a medida que se hacen mayores. Mientras que un chico podía entrar directamente en un piso más bien inferior, las chicas que había en el tronco era porque habían sido aixecadores o enxanetes.

¿Entonces fue en los años setenta, o fue años más tarde?
Claro, depende mucho del grupo. En la Colla Joves de Valls yo te diría que fue más tarde. Tienes que pensar que, en este sentido, en una colla nueva todo el mundo es necesario. Como más reciente es la colla, más oportunidad ha habido que hombres y mujeres entraran desde el principio más o menos en igualdad de condiciones. Pienso en los Minyons de Terrassa, ahora, que por ejemplo ya empezaron en términos de mucha igualdad. En las collas más tradicionales, las que ya hace siglos que están, está claro que eso no funcionó así. Me parece que yo empecé a ir a la colla en el año ochenta y uno u ochenta y dos, más o menos, y fue una cosa insólita que una niña formara parte de eso. Recuerdo que cuando hice el primer castell salió incluso en el diario del pueblo. Eran cosas que ahora parecen tonterías, pero que en aquel momento se consideraban una noticia. Y que en las colles más tradicionales y en las más nuevas no ha funcionado de la misma manera por un tema de antigüedad.

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Foto: Cedida

Hoy casi la midad de castellers son castelleres, sin embargo. ¿Eso demuestra que algunos argumentos en torno al físico que se podrían haber utilizado para excluir a las mujeres no acaban de ser verdad?
Sin las mujeres, llas colles castelleres no levantarían los castells que levantan hoy. Por varios factores, además. En rasgos generales, hay diferencias de talante —sobre todo con respecto a los chiquillos— que hace que las niñas sean menos movidas y por lo tanto reciban e interioricen mejor las órdenes y la información. Mayoritariamente, los niños son más inquietos. "Tienes que subir fineta, porque este castell es muy importante" es una consigna que hay que abrazar con calma. Quien esté más predispuesto, lo hará mejor. La otra cosa que ha influido mucho es que, físicamente, las chicas crecen menos que los chicos. Es un factor importante en los pisos superiores, porque eso hace que las mujeres podamos durar más tiempo en el mismo piso y que los chiquillos, cuando bajan, puedan encontrar siempre la misma figura clave, la veterana del piso, que da tranquilidad en el momento de hacer los grandes castells. Las mujeres también pesamos menos, normalmente, y tenemos más flexibilidad, aunque también hay mujeres con físico para ir a los pisos inferiores. Todo esto son todo características importantes y decisivas a la hora de hacer los castells que se están haciendo hoy.

¿Y esto se ve reflejado en la toma de decisiones en las colles y la representación en las juntas?
No del todo, y me parece que resolverlo pide participación de hombres y mujeres, de las dos partes. De entrada, hace falta que los hombres quieran confiar en nosotras. A menudo, cuándo se piensa en caps de colla técnicos o en chicas que puedan entrar en la junta, o cuándo se piensa en caps de colla en general, se piensa en masculino. Pocas veces se piensa en una figura técnica femenina y en la mayoría de juntas, la paridad queda lejos. A veces solo se piensa en las mujeres cuándo lo que hace falta es coordinar los equipos de chiquillos, como si lo único que pudiéramos hacer fuera cuidar niños. Y aquí es donde tenemos que participar las mujeres, también. Tenemos que reivindicar más nuestra posición: en todas las colles hay mujeres capacitadas para optar a los cargos de cap de colla. A veces nos da miedo dar el paso y nos frenamos porque pensamos que no es para nosotras, y no es cierto.

A veces solo se piensa en las mujeres cuándo lo que hace falta es coordinar los equipos de chiquillos, como si lo único que pudiéramos hacer fuera cuidar niños

Has tenido seis hijos. ¿La maternidad hace de barrera a la hora de hacer castells?
Hay una barrera evidente porque hay unos meses en que no estás disponible para hacer castells. Pero yo he tenido seis hijos y nunca he estado una temporada entera sin subir. Depende de cuándo he estado embarazada he podido hacer o los primeros meses de la temporada o los últimos. Mi segunda hija nació un 31 de julio y el 30 de agosto yo ya estaba haciendo castells. Evidentemente te interrumpe la temporada, pero también te la interrumpe una lesión. Me parece que todo eso cada vez está más normalizado y más integrado. Cada vez es más fácil ver una zona de parking de cochecito durante los ensayos. Con la mayor, al cabo de un mes también volví a ensayar y de vez en cuando paraba para darle el pecho allí mismo. En este sentido, las colles también funcionan como una gran familia. Yo sabía que cuando tenía que subir al castell habría alguien que estaría pendiente del cochecito. Muchas veces también estaba mi pareja, que forma parte de la colla y estaba con la criatura para que yo pudiera subir. No tiene que ser un escollo tan grande como la gente se piensa, el cuerpo se recupera muy rápido la mayoría a veces.

¿Y la edad?
El tema de la edad es una de las reivindicaciones que todavía nos quedan por hacer. Cuando entré en la colla me dijeron que las niñas no hacían castells, y tuve que luchar por demostrar que una niña puede hacer castells. Cuando tuve pareja, pasados unos años, había quien me decía "ahora que ya estás casada, dejarás de hacer castells". Está claro que una cosa no tiene que ver con la otra, pero antes funcionaba así. Mis ganas eran las mismas y mi técnica también, y resulta que lo tenía que dejar porque tenía hombre. Después llegó la maternidad: "ahora que ya eres madre, dejarás de hacer castells". Y no lo dejé. La última lucha es la de la edad. El otro día vi un reportaje en TV3 sobre castellers con más de cincuenta años que todavía hacían castells, y todo eran hombres. Parece que una mujer de más de cincuenta años que hace castells tenga que estar loca, y a los hombres se los felicita. Hace cosa de seis años, el cap de colla me propuso coger otro rol por el tema de la edad. Yo no llegaba a la cincuentena, todavía. Debía de tener cuarenta y siete. No lo entendí, sinceramente. Qué tenía que hacer, ¿barrer? Yo todavía tengo físico para hacer castells y, por lo tanto, seguiré haciendo. Había compañeros del grupo de mi edad o más mayores que no que eran cuestionados por la edad.

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Foto: Cedida

No hemos hablado de los casos de violencia sexual dentro de los grupos. ¿Cómo se tienen que abordar?
Desgraciadamente hay muchos grupos donde todavía hay casos de agresiones. En la Colla Joves, por ejemplo, recientemente ha habido un par de casos. Lo que nos pasa con estos casos es que la colla no puede actuar de verdad hasta que no hay una denuncia formal hecha. Me parece que se tendría que trabajar para tener protocolos que nos permitieran actuar con más rapidez. En el caso de la Colla Joves, hasta que no hubo una orden de alejamiento formal, aquella persona todavía podía venir a la colla. Y había una denuncia. Son procesos muy lentos que lo único que hacen es crear situaciones violentas para la víctima. En el caso de la Joves, se invitó el denunciado a no venir a los ensayos, pero no se le podía prohibir la entrada. No todo son agresiones sexuales, pero. Yo misma fui víctima de un episodio de acoso. 

¿Qué pasó?
No fue sexual, fue maltrato psicológico y fue por parte del cap de colla. No todo lo que ocurre dentro de las colles hace raíz en lo sexual. No lo he explicado demasiado, pero he terminado llegando a la conclusión de que, hasta que no lo cuente, no estaré bien del todo. En mi caso, el implicado me agredió golpeando sobre la mesa y amenazó con echarme del grupo a mi y mi familia. 

¿Qué consecuencias ha tenido?
Pues este año no he podido estar con la colla porque lo que pasó implica al cap de colla actual. He tenido que recibir asistencia psicológica, he sufrido mucha angustia y he tenido que realizar mi proceso. No voy a entrar en muchos detalles más, pero ahora que tengo el espacio, pienso que está bien que lo explique para que se entienda que no todo es sexual.

Hablemos de la seguridad de los niños; hace no mucho hubo una caída en Sant Fèlix que se convirtió en polémica porque una niña tuvo que ser hospitalizada.
Si coges las estadísticas, lo que pasó en Vilafranca es muy poco usual. Se ha avanzado muchísimo con respecto a prevención de riesgos por los niños. Ahora van protegidos con cascos y también llevan protectores bucales. Cada vez vamos introduciendo cosas porque, si entendemos que hay un punto débil, también entendemos que lo tenemos que mejorar. Me gustaría que todos estos que ven tantísimo peligro estuvieran alguna vez dentro de un grupo. Y que, si desgraciadamente cae un castell, pudieran pasar un rato después por el espacio que reservamos a los chiquillos cuando no actúan. Los niños siempre tienen un espacio separado de los adultos donde pueden estar tranquilos y jugando, si quieren. Si lloran por una caída, la mayoría a veces es por el susto de haber bajado a mucha velocidad, no por el dolor físico. De hecho, a menudo los que se hacen más daño son los adultos que están en los pies del castell. Hace dos semanas fue el Concurso de Castells y cayeron muchos castells. Yo no tengo constancia que hubiera ningún niño lesionado. Haciendo castells tengo seis hijos, no les habría introducido en el mundo casteller si pensara que los pongo en peligro.

Fui víctima de un episodio de maltrato psicológico; no lo he explicado demasiado, pero he llegado a la conclusión que, hasta que no lo cuente, no estaré bien del todo

¿Cómo se tiene que hacer para hablar de los temas que generan polémica en el mundo casteller —las violencias sexuales dentro de las colles, el peligro de los menores— sin hacerle el trabajo sucio al españolismo, a la gente que ve mal los castells porque son catalanes?
Todo eso es odio e ignorancia de quien se quiere cargar todo lo que es catalán. Y, en realidad, ninguna de estas cosas que utilizan para atacar a los castells les importan. Los castells son una manifestación de identidad y de tradición. Evidentemente, según qué comentarios afectan y saben mal, pero también pienso que nos tienen que hacer más fuertes y nos tienen que servir para demostrar cómo son los grupos castellers de verdad. Yo estoy muy contenta con que mis hijos hayan crecido en una colla castellera, de los compañeros de grupo han podido aprender muchísimas cosas. Los castells son una escuela de vida, pero se tiene que haber estado dentro para entender hasta qué punto eso es así. Se aprenden cosas que acompañan toda la vida: el esfuerzo, la paciencia, la perseverancia, el compromiso, el trabajo en equipo. Eso es lo que he querido transmitir a mis hijos.

¿Y qué retos encaran ellos, como castellers?
Tengo cuatro hijas y dos hijos. Por cosas de la vida, resulta que las niñas son las que más se han enganchado a hacer castells. Hace gracia, porque en casa siempre me habían dicho que los castells eran cosa de hombres, y ahora en mi casa ha pasado al revés. Ellas se han encontrado una colla mucho mejor de la que yo me encontré y unas condiciones por el hecho de ser mujeres mucho más favorables. Espero que nadie las cuestione y, cuando tengan pareja, puedan seguir haciendo castells. Que cuando sean madres, puedan seguir haciendo castells. Y que cuando se hagan mayores, hasta que el cuerpo aguante, puedan seguir haciendo castells. Hay muchas cosas en que hay que seguir trabajando, porque la igualdad todavía no es un hecho, ni con respecto a los cargos ni con respecto al papel que tiene que tener la mujer dentro del grupo. Me parece, sin embargo, que hay muchas mujeres que han abierto camino.