Que en la cartelera coincidan dos películas protagonizadas por Hugh Grant en principio tan antagónicas, no es una sorpresa. Una, ya tiene un tiempo, es Love actually y cada año, cuando se acerca la Navidad, cobra vida. Está en el podio de clásicos navideños, una película que hace honor a su fama y que, a pesar de que se estrenó en 2003, está tan vigente ahora como entonces. Cierto es, que las cosas han cambiado y el mundo ha virado hacia otro lado. Sin embargo, para Hugh Grant, que sepamos, todo está igual. Con algunas arrugas de más, pero con el mismo gesto, la misma sonrisa, el mismo talante. Sin duda
Por mucho que nos empeñemos, esa sonrisa suya, que nunca aciertas a interpretarla, despista y desconcierta. A lo mejor, ahí esté el truco
Hugh Grant es lo opuesto a la teoría de la evolución de Darwin. Y, curiosamente, con el estreno de Heretic, se ha vendido que el hombre que en Love actually hacía de primer ministro británico, había mutado en un señor horrible y siniestro, muy agudo y a la vez diabólico. Un papel distinto y, en cierto modo, revolucionario. Y la verdad es que... no es tan así. Por mucho que nos empeñemos, esa sonrisa suya, que nunca aciertas a interpretarla, despista y desconcierta. A lo mejor, ahí esté el truco.
Un chicle que se alarga en exceso
Producida por A24, responsables de Civil War y Hereditary, el envoltorio es de calidad; la ambientación, el anclaje de la misma, el cuidado del sonido... La película empieza con una conversación entre dos misioneras (Sophie Thatcher y Chloe East), acerca de si hay mucha diferencia entre un condón normal y uno magnum. En el caso que las ocupaba, hablaban de una trompa de elefante, por lo tanto, la elección estaba clara. Mientras, en la charla que mantienen sobre si ven más o menos porno, se mezcla la religión. Y claro, con la iglesia hemos topado -nunca mejor dicho-. Sin mucho preámbulo e indicaciones previas, se presentan en una casa. Y allí está el Sr. Reed, o sea ese Hugh Grant perverso y manipulador, que las invita a entrar. Ellas, que van con la intención de convencerle de que su misión es la más recomendable, se encuentran con un señor que las engatusa con su tarta de arándanos y teorías sobre la comida rápida: qué diferencia hay entre Burger King y el resto de franquicias que ofrecen estos productos. En ese primer tramo hay intriga, tensión, pero una vez se abre la puerta de entrada al sótano, todo se enreda. Sobre todo, a partir de conspirar con los Hollies y cómo Radiohead les copiaron con Creep. Y luego, Lana del Rey a estos, dentro de esa noria que gira una y otra vez.
Heretic es un film que, desde la premisa del entretenimiento, pasa el corte, pero si quieres ir más allá, la silla cojea y no se sostiene. Tú eliges
En la cabeza del Sr. Reed hay una máxima: la única religión verdadera es el control. Y ahí, en esos términos y con esas obsesiones, maneja los hilos un señor que les pregunta: "¿Por qué me dejáis hacerlo?". Hasta aquí, todo correcto. Luego ya, incoherencia, algún giro inexplicable y la sensación que es un chicle que se alarga en exceso. Y que, con esa resolución al final, no necesita tantos enredos. En su beneficio, decir que la película no abusa de los sobresaltos típicos, no es muy efectista –en ese flanco está todo muy medido- y, si ahondas, en su mensaje hay muchas claves y reflexiones. Más que nada, esto va sobre las creencias, como tragamos con algunas de estas y, también, la manera en que nos aferramos a ellas sin saber del todo hacia dónde nos llevan. En definitiva, Heretic es un film que, desde la premisa del entretenimiento, pasa el corte, pero si quieres ir más allá, la silla cojea y no se sostiene. Tú eliges. Eso sí, quédate a los créditos, la voz de Sophie Tatcher en el clásico Knocking on Heaven's Door de Dylan, es una delicia. Es un premio a los más pacientes.