Quizás algunos habían escuchado a Albert Sánchez Piñol explicar sus historias, por la mañana, hace más de 10 años, en El Matí de Catalunya Radio, con Antoni Bassas. Ahora, Rosa dels Vents publica todas aquellas narraciones satíricas y descarnadas con un sugerente título: Homenatge als caiguts. Toda una proclama de intenciones, porque empieza con la historia de una chica que vivió la explosión de un avión en pleno vuelo y sobrevivió a la caída. Hoy, Sánchez Piñol ha presentado su libro a la prensa y ha explicado el porqué de esta publicación.
Historias para pasárselo bien
El objetivo de Piñol, al preparar estos textos, era muy sencillo, y al mismo tiempo muy difícil: "Quería que la gente se lo pasara bien cuando iba al trabajo, a las ocho de la mañana". Decidió, pues, optar por hacer relatos divertidos, aunque afirma que tiene una visión muy pesimista del mundo y algún texto salió "con un trasfondo más agrio de lo que habría querido". En Homenatge als caiguts se detecta el humor descarnado que Sánchez Piñol había mostrado a algunos pasajes de sus novelas, pero que era determinante en algunos de sus cuentos de los Trece tristes trances o en las historias reales de dictadores africanos explicadas en el Payasos y monstruos. Como el mismo autor afirma, estas 80 historias muestran "la visión piñoliana del mundo".
Narración sí, opinión no
Cuando a Sánchez Piñol lo invitaron a colaborar con la radio, lo tenía muy claro. No quería ofrecer su opinión, como lo hacen tantos y tantos colaboradores radiofónicos, porque es una cosa que no quiere hacer: "no he ido nunca a una tertulia", afirma, convencido. En realidad, critica la misma existencia de los opinadores: "No creo que mi opinión sobre la cotidianidad sea más relevante que la de un lampista. La idea de firmar manifiestos como intelectuales me parece poco democrática". Por lo tanto, decidió ofrecer relatos "que es lo que sé hacer". No se arrepiente: "El país va más necesitado de narradores que de opinadores". Y apunta que en sus historias hay un pequeño trasfondo moral, pero no un sermón. Lo argumenta: "Hay una diferencia entre la narrativa y el sermón; en la narrativa el autor tiene un punto de vista, pero el que saca la moralidad es el lector; en el sermón, es el autor el que saca las conclusiones morales".
Relatos atemporales
Este libro recoge 80 historias. Prácticamente, un 90% de las historias que Albert Sánchez Piñol explicó en los micrófonos de Catalunya Ràdio se han recuperado para esta compilación. Sólo unos pocos relatos habían perdido vigencia, gracias a que Piñol había intentado evitar centrarse en la actualidad. Reconoce, pese a todo, que algunas historias, como las referentes al desastre de RENFE, mantienen su vigor, porque "hay desastres que se mantienen". Los editores han preferido suprimir las pocas historias que no se mantenían plenamente vigentes. "Este libro es una victoria de la narrativa por encima de la actualidad", afirma Sánchez Piñol y añade que estos textos doce años después de haberse escrito son perfectamente vigentes. En realidad, Sánchez Piñol explica que estas historias fueron escritas con una visión universal. Apunta que podrían traducirse y que el público de otras latitudes también podría disfrutarlos.
Confundimos la literatura con una cosa muy pomposa, con gente que caga mármol, pero en realidad, es un misterio
Sin copia
Albert Sánchez Piñol hizo estos relatos como un simple producto de consumo inmediato; ni siquiera hizo copia de ellos cuando, unos años después de la transmisión, cambió de ordenador. Pero los vericuetos de la historia son curiosos, y hace algún tiempo los editores de Rosa dels Vents le propusieron recuperarlos. Piñol se siente sorprendido de que la historia de un pollo que sobrevive un año sin cabeza consiguiera interesar, todavía, al cabo de diez años. Pero se lo toma con filosofía: "Confundimos la literatura con una cosa muy pomposa, con gente que caga mármol, pero en realidad, es un misterio, al cabo de unos siglos igual perdura la historia de una sirena que habla o la de un pollo que no tiene cabeza".
Narrativa en cápsulas
Sánchez Piñol recuerda que para él la realización de estos pequeños textos fue todo un desafío. No le era difícil resumir una historia en un texto que pudiera ser leído en dos minutos, "que en radio es mucho". Afirma, muy serio, que es más fácil explicar una historia en cien páginas que en dos; y explica que para preparar el relato de cada viernes tenía que pasar toda la semana pensando el texto, haciendo el borrador y corrigiéndolo: "Dedicaba muchas horas a hacerlo bien", explica. Encontrar 80 temas a menudo estrafalarios como los que presenta no era fácil: reconoce que hace falta "el instinto asesino de saber dónde hay una gran historia", pero afirma que, sobre todo, lo que hay detrás de una buena narración es mucho trabajo. El autor barcelonés no cree en las musas.
Una reflexión diferente
Sánchez Piñol está convencido de que en el mundo hay muchas historias que valen la pena: "Ir a buscar historias es lo contrario de ir a buscar setas. Puedes ir a buscar setas y no encontrar ninguna, como me pasa a mí, pero historias hay por todas partes". El problema, para él, es como explicarlas. El escritor recuerda que preparó estas historias cuando Google todavía no funcionaba como funciona ahora. Incluso reconoce que algunas de las fantásticas historias radiadas podrían no ser reales, sino verdaderas leyendas urbanas. Pero apunta que "es irrelevante que sean reales o no... Como piezas narrativas funcionan". Y emplaza al lector, ahora que todo ya está en internet, a buscar, si quiere, la veracidad de los hechos que se explican. Sánchez Piñol reivindica el peso de la antropología en este Homenatge als caiguts: "No sé si soy un antropólogo que escribe o un escritor que hace antropología". Usa anécdotas de su trabajo de campo en el Congo en algunas de sus historias, pero quiere dejar claro que eso es accesorio: "La antropología no es recopilar imágenes exóticas, no es cómo miras a los salvajes... Al contrario, es cómo miras a los tuyos...". Y estos ochenta relatos nos ofrecen una peculiar mirada antropológica al mundo en que vivimos.