La forma de hacer televisión ha cambiado mucho durante la última década. Ahora el público pide series cortas, con arcos de personajes y ver en cada capítulo una cosa diferente. House era todo lo contrario: uno procedimental médico que casi siempre mantenía la misma fórmula de resolución de un caso por parte del malhumorado Doctor House a lo largo de ocho temporadas de más de veinte episodios cada una. Su formato ahora no funcionaría igual de bien, pero entre 2004 y 2012 la convirtieron en una de las ficciones más populares de la televisión, aclamada también por la crítica con dos Globo de Oro y tres premios Emmy. Ejecutamos, pues, el diagnóstico del éxito de la serie.

La fórmula Sherlock Holmes

La idea de House nace de una columna del New York Times escrita por la Dra. Lisa Sanders que explicaba casos médicos difíciles de resolver, llenos de síntomas extraños y diagnósticos imposibles. A partir de aquí, David Shore creó a un protagonista que se encargara del departamento donde llegaban este tipo de casos, con pacientes que los otros médicos eran incapaces de cuidar.
 

Doctor HouseLas peripecias del antipático doctor fueron aclamadas por la crítica, con dos Globo de Oro y tres premios Emmy. / Amazon Prime

Y en la forma de tratar estos casos fue donde la serie estuvo muy acertada para enganchar a los espectadores: utilizar la fórmula de Sherlock Holmes. Cada capítulo se basaba en la búsqueda de pistas para solucionar un caso, y al doctor House le obsesionaba resolver estos puzzles igual que al detective Holmes, incluso con su propio Watson, en este caso su amigo y compañero de trabajo doctor Wilson. Gregory House, sin embargo, era quizás todavía más irónico, más antipático y menos empático que Sherlock Holmes, y eso ya es mucho decir. El protagonista de la serie tenía todos los ingredientes para ser un personaje detestable, pero su gran inteligencia para llegar allí donde nadie más podía, junto con su carácter solitario, lo redimía un poco en los ojos del espectador.

Muy poca evolución

Una de las claves por las cuales el protagonista funcionó tan bien es la elección del casting. La interpretación de Hugh Laurie fue impecable a lo largo de toda la serie, jugando siempre en este difícil equilibrio entre un asocial adicto a la vicodina y un genio brillante. El único inconveniente del personaje, en todo caso, es que durante ocho temporadas evolucionó muy poco.

De hecho, esta es la única crítica que se le acostumbra a hacer a House; que después de tantos episodios similares, quizás habría tenido que mover de lugar algunas piezas para que la serie no acabara cansando. 177 episodios son unos cuantos, y si los basas casi todos en la misma fórmula es normal que no todos los espectadores llegaran hasta el final de la octava temporada, ahora hace diez años. Sin embargo, si la serie llegó a aguantar tanto tiempo en antena es porque seguía teniendo buenas audiencias. Y es que, a diferencia de ahora, encontrarse cada semana con un doctor carismático resolviendo un caso más complicado que el anterior era ideal para el espectador. Y por eso David Shore volvió a repetir la fórmula, a pesar de que con menos éxito, con The Good Doctor que, igual que House, podéis encontrar en Amazon Prime.