La exposición Ossos / Huesos: un viaje a la época en la época medieval de la mano de la antropología física, que muestra la vida en la Edad Media a partir de los restos óseos encontrados por los arqueólogos, llega a Cornellà tras girar por diferentes poblaciones de Catalunya. La exposición se podrá ver sólo los domingos, hasta el 29 de marzo, en el Museo Palau Mercader, pero esta también es una fantástica ocasión para pasar por Cornellà y ver este magnífico Palau, que no es tan conocido como merecería y que los domingos ofrece visitas guiadas, a las 12h (algunos miércoles también se puede visitar a las 17h). Hay que reservar previamente por correo electrónico.
La arqueología física como método
Ossos es una exposición organizada por la Diputación de Barcelona, realizada a partir de las investigaciones realizadas por arqueólogos que han trabajado en excavaciones en el territorio catalán donde se han encontrado restos humanos de la Edad Media (básicamente, en la Catalunya central). Los investigadores han usado las técnicas forenses más modernas para analizar el pasado, y a través de los huesos que se conservan (de los siglos VIII al XV) han conseguido describir cómo era la vida de los ciudadanos de la Edad Media. Los yacimientos estudiados fueron excavados por el Servicio del Patrimonio Arquitectónico Local (SPAL) de la Diputación de Barcelona y por otros centros de investigación y empresas, y fueron estudiados en colaboración con personal del laboratorio de paleopatología y paleoantropología del Museo de Arqueología de Catalunya. Los huesos de la época han sido analizados con radiografías, análisis químicos y técnicas médicas que permiten descubrir muchos de los aspectos menos conocidos de la época medieval. "Estudiar a los muertos para conocer los vivos" es la tesis básica de esta exposición. En un caso, incluso, a través de técnicas policiales punteras, se reconstruye el rostro de una de las personas que se exhiben: dar rostro a los huesos es una forma de humanizar la historia y hacerla más próxima al visitante.
Vivir (mal) a la Edad Media
La mayoría de la población de la Edad Media no tenía un nivel de vida envidiable. A través del estudio de las necrópolis medievales se constata una elevada mortalidad infantil. Los estudios evidencian que mucha gente pasaba hambre a causa de la malnutrición: y eso se hace patente en los análisis de los cráneos y de las tibias de algunos individuos, que denotan paradas en el crecimiento por problemas alimentarios. Pero también se encuentran varios casos de huesos con síntomas graves de artritis provocada por la gota, lo que hace suponer que algunos individuos hacían un consumo inmoderado de carne. La precaria alimentación iba asociada con un trabajo excesivo: algunos individuos registraban problemas en las vértebras, probablemente derivados del sobreesfuerzo continuado. Y a través de los esqueletos también se detecta una altísima prevalencia de la tuberculosis, una de las enfermedades más letales de la época. Los arqueólogos han podido concluir que algunos de los individuos exhumados podían haber sufrido dolores terribles durante muchos años de su vida.
Cuando era fácil morir
Entre los cadáveres exhumados (en Bagà, Ripoll, Malla, Cardona y otros lugares de Catalunya) se ha detectado un número elevado de víctimas de una muerte violenta. Se encuentran muchos casos de personas con que murieron a causa de enfrentamientos con otras personas (en algunos individuos, por el tipo de herida o de entierro, está claro fueron víctimas de la guerra, en otros casos podían haber muerto en peleas o asesinados). Uno de los esqueletos que denotan malnutrición corresponde a un hombre que fuemuerto de un golpe de hoz: no sólo tuvo una vida dura, sino también una muerte terrible. Eso sin contar a mucha gente que sobrevivió a ataques terribles, como se puede deducir de algunos esqueletos que tenían múltiples fracturas cicatrizadas. En algunos casos, las personas habían sobrevivido a las heridas con terribles deformidades. Las exhumaciones también dejan constancia de la brutalidad del estado. Se muestra un cráneo atravesado un inmenso clavo, que corresponde a un individuo que fue ejecutado de forma terrible. No era la única forma de castigo y escarmiento público, aunque no siempre se pueden documentar los castigos con los esqueletos: se sabe que entre las penas había castraciones, vaciados de ojos, amputaciones de miembros, extirpaciones de lengua, marcas en la cara...
El palacio de unos aristócratas venidos a menos
El Palau Mercader había sido una masía y en el siglo XIX se convirtió en la mansión de recreo de Joaquim Mercader i Belloch, conde de Bell·lloc. Mercader, aficionado a la historia, a la arqueología y a la zoología, vivía en una mansión del paseo de Gracia y mantenía un museo de antigüedades en la calle Lledó, tras la plaza Sant Jaume (dicen que lo enseñaba él mismo a los visitantes). Pero las circunstancias no le fueron favorables, y los Mercader se tuvieron que instalar en Cornellà, donde fueron a parar buena parte de los fondos artísticos que tenían en el Museo y en el Passeig de Gràcia. La casa, presidida por un patio interior, tiene una planta noble que mantiene buena parte de la apariencia que tenía cuándo vivían allí los Mercader (aunque ha sufrido numerosas reformas, mantiene algunas de las salas principales). Esta es la planta que se puede visitar con reserva previa.
Ecléctico
El Palau de los Mercader es una construcción pensada, sin duda, para vivir bien. Los grandes vitrales que dan en el patio central iluminan una galería llena de antigüedades, muy diversas: de cerámicas a armas, pasando por ropas antiguas. Las estancias fueron decoradas con estilo modernista. En algunos casos hay decoraciones neoárabes, otras salas tienen aires neoclásicos. Si bien contienen numerosos elementos del siglo XX, el Palau también conserva objetos más antiguos, procedentes del fondo de la familia. Toda la planta noble está decorada con muebles antiguos, estatuas, pinturas de destacados artistas, pianos, fotografías familiares, lámparas de época... Incluso se conservan algunas de las fotografías de familia en el Salón de los Retratos. Todo una inmersió en la vida lujosa de un pasado no tan lejano.
Una ocasión para descubrir Cornellà
Ossos es una exposición espectacular que nos remite directamente a los aspectos menos divulgados de la Edad Media y que nos hace vivir la historia desde el punto de vista de la gente de la calle, y no sólo con la óptica de los nobles y monarcas. Vale mucho la pena visitarla, aunque incluye un exceso de texto. Pero también es un pretexto fantástico para visitar la planta noble el Palau Mercader, una joya del pasado que nos permite conocer a fondo a la burguesía de principios de siglo XX. En el último piso del palacio, encontramos un espectacular Museo de las Matemáticas, pensado para que los niños experimenten por sí mismos los conocimientos teóricos recibidos en la escuela. Y, rodeando el Palau Mercader, está el gran parque de Can Mercader, un espacio verde de grandes dimensiones, ideal para pasear, pero donde también hay un trenecito que encanta a los más pequeños. Cornellà está al lado de Barcelona, y en transporte público se llega en un momento, pero pocos barceloneses se plantean ir allí un domingo. Haría falta que se lo replantearan.