Hace unos días el científico chino He Jiankui anunciaba, a través de un vídeo colgado en Youtube, que ya habían nacido dos bebés mediante embriones modificados mediante edición genómica. Esta práctica está condenada por toda la comunidad científica, pero Jiankui se limitó a alegar que lo hizo, simplemente, para que no se le avanzara nadie y porque quería que un hombre portador del sida pudiera ser padre. El Nacional ha hablado con la profesora Itziar de Lecuona, profesora de la Facultad de Medicina y subdirectora del Observatorio Bioética y Derecho de la Universitat de Barcelona, para averiguar los problemas bioéticos derivados de este experimento. En realidad, Lecuona, unos días antes del anuncio de Jiankui, ya pronosticaba que en breve habría casos de embriones modificados genómicamente en China.
Probablemente cierto
Tras el anuncio hubo fuertes dudas sobre si el experimento de Jiankui era cierto o falso. El hecho de que lo hubiera anunciado a través de un vídeo, y no mediante un artículo científico, como es habitual, generó desconfianza. Además, parecía muy extraño que hubiera actuado en solitario y fuera del ámbito universitario, cuando estos procedimientos, cuando se hacen de forma seria, suelen implicar a grandes equipos con el apoyo de sólidas instituciones académicas. Dos días después del anuncio el científico aparecía a una conferencia internacional sobre edición genómica en Hong Kong. Sus explicaciones llevaron a muchos colegas a creer que el experimento realmente había tenido lugar. Ahora bien, lo que no consiguió es convencer a la comunidad científica de la oportunidad de su intervención. En realidad, el experimento ha sido condenado por su universidad, la Universidad Austral de Ciencia y Tecnología de Shenzhen, y por la Academia China de las Ciencias, y casi todos los participantes en la conferencia de Hong Kong consideraron, como mínimo, que era un imprudente. Peter Mills, director adjunto del Nuffield Council on Bioethics, tras oír sus argumentos, concluyó que se trata de alguien "que no sabe lo que no sabe" y que "no está habituado a la reflexión crítica".
Riesgos innecesarios
Itziar de Lecuona considera que no hay ningún tipo de excusa para lo que ha hecho este "supuesto investigador", como lo ha definido. La edición genética puede comportar numerosos riesgos, algunos de los cuales ni siquiera han sido suficientemente estudiados: "No se puede hacer una investigación muy invasiva cuando hay formas que lo son menos y que están probadas", explica De Lecuona. La profesora de bioética apunta que cualquier científico tiene que someterse a unos controles éticos, y que este experimento se ha llevado a cabo al margen de cualquier regulación.
El riesgo por ahora
El primer gran problema de esta práctica es que hoy por hoy no se han estudiado bastantes los riesgos que comporta esta práctica. En la edición genética, se corta una parte del ADN que se considera defectuoso, pero no se sabe a ciencia cierta qué efectos puede tener esta práctica sobre otras regiones del genoma. De Lecuona afirma que "no tenemos bastantes evidencias" para poder realizar una práctica de este tipo, que todavía es de alto riesgo porque tiene muchas consecuencias imprevisibles. No se sabe si los mellizos podrían tener problemas de salud a causa de la edición genómica.
Un riesgo de futuro
El gran riesgo de la edición genómica en embriones es que provoca cambios, no sólo en el individuo modificado, sino en toda su descendencia. La humanidad, pues, podría experimentar grandes alteraciones a partir del uso de esta técnica. Si bien algunas voces se han decantado por permitir el uso de la edición en embriones, sólo con finalidades terapéuticas (una vez eso haya sido testado de forma adecuada y fehaciente), otros científicos son partidarios de vetarla por completo... En el fondo el gran miedo es que con la edición genómica, con el tiempo, se lleguen a generar bebés "a medida", con las características que quieran a los padres. La edición genómica de los embriones no sólo se puede usar con finalidades terapéuticas, sino que es una herramienta eugenésica de primer nivel, que permite modificar a los humanos del futuro. "Hay que proteger a las generaciones futuras", explica De Lecuona.
Defensa de la edición genética
A pesar de todo, Itziar de Lecuona no cree que se tenga que rechazar la edición genómica en bloque: "La edición de genes es necesaria", afirma sin dudar. Añade que la edición genética ya se está utilizando, a pesar de que no en embriones, y destaca, sobre todo, su utilidad terapéutica, pero añade que "hace falta decidir en qué condiciones y con qué controles" se utiliza. El gran miedo es que hay muchos intereses creados, sobre todo económicos, y que hay muchos actores que intentan controlar esta práctica, conscientes de que el primero que la controle obtendrá grandes beneficios en términos científicos, económicos, políticos e incluso de lucro personal. EE.UU., Europa y China compiten por el dominio de herramientas de ingeniería genética, pero De Lecuona teme que China sea el país donde esto se desarrolle antes, porque tiene unos estándares de derechos humanos no tan rígidos. De momento, a pesar de todo, China ha condenado el experimento de Jiankui, que ya está siendo investigado.
Actualización pendiente
De Lecuona apunta que para resolver este asunto haría falta consenso internacional, porque en un mundo globalizado es difícil combatir eso con legislaciones locales. Pero muchos acuerdos internacionales no han sido firmados o ratificados por muchos países, lo que dificulta mucho la aplicación de ciertas restricciones. De Lecuona recuerda que el Convenio de Oviedo sobre derechos humanos y biomedicina del Consejo de Europa es de 1997, y por lo tanto no estaba pensado por algunas de las recientes posibilidades como la técnica de edición genómica CRISPR. De Lecuona explica que el Convenio de Oviedo prohíbe intervenciones en el genoma humano que tengan como finalidad alterar el genoma de la descendencia. Pero, 20 años después, la técnica CRISPR permite, justamente, modificar la dotación genética de una forma relativamente simple, y así alterar el genoma de la descendencia. Incluso J. Doudna, descubridora con E. Charpentier de la técnica CRISPR, "las tijeras del genoma", pidió un debate social informado sobre la aplicación de esta técnica.