La expansión catalana en el Mediterráneo siempre estuvo presidida por el acuerdo entre el poder político y militar (el Casal de Barcelona y los barones feudales del país); el poder eclesiástico (el arzobispado de Tarragona y los obispos y abades del país) y el poder económico (las poderosas clases mercantiles de Barcelona y, posteriormente, también de València, de Palma, de Perpinyà y de Tortosa). Este triángulo es el dibujo clásico de la ideología de imperio en todas las etapas de la historia. Y la expansión catalana en el Mediterráneo estuvo impulsada por una idea de imperio. Catalunya se convirtió en una potencia militar y comercial que disputaría el liderazgo del Mediterráneo a Venecia y a Génova. ¿Pero quiénes son los elementos más destacados de aquella empresa?