El sorpasso azulgrana de este sábado en Bilbao, con partidazo de Aitana Bonmatí, golazo de Alexia Putellas y exhibición de (Sweet) Caroline Graham Hansen, nos dice que, en tiempos de sequía culé, LA Barça es como el Paraje Verde de las Mil Madres. El oasis apuntado en Mad Max: Furia en carretera y contemplado en Furiosa, hogar de las Vuvalini, es el paraíso en medio de la violencia insoportable del resto de un planeta desértico. Pero no nos despistemos: todo el mundo decía que el fútbol femenino no interesaba, pero ya hace unos años que la realidad desmiente la teoría. Casi tres millones de espectadores vieron la final de la Copa de Europa por la tele, y el equipo catalán movilizó a 45.000 personas (muchas familias y muchas niñas y niños que ya tienen nuevos referentes) que llenaron la capital vizcaína de camisetas y banderas barcelonistas. Una barbaridad. Incluso el New York Times publicaba que Barcelona es la capital mundial del fútbol femenino.

Copa 71, el documental del primer mundial de fútbol femenino que la FIFA siempre ha querido silenciar

El éxito de la tercera Champions hace más oportuno que nunca el reciente estreno en Netflix de Copa 71, un magnífico documental que pasó hace unas semanas por el DocsBarcelona y que vuelve a desmentir eso tan subjetivo del interés, que siempre me recuerda a los políticos que ante preguntas incómodas tocan el violín y señalan los temas que de verdad importan a los españoles, que suelen coincidir con los que les importan a ellos. Los directores Rachel Ramsay y James Erskine realizan, en Copa 71, una muy relevante labor de historiadores y arqueólogos para recordarnos, o más bien descubrirnos, que una vez, hace más de 50 años, un partido de fútbol femenino reunió a 110.000 espectadores en las gradas del Estadio Azteca de Ciudad de México.

Por primera vez se celebraba un evento deportivo en el que las mujeres eran las protagonistas. Y los todopoderosos señoros de las federaciones, que ahora te cancelan y ahora te dan un piquito, no pudieron soportarlo

La intrahistoria que los cineastas retratan es apasionante: poco antes de esa final, conscientes del impacto socioeconómico que dejó en su país la celebración del Mundial 70, el que ganó el Brasil de Pelé, Rivellino y Tostão, un grupo de visionarios empresarios mexicanos decidió organizar una competición similar con seis selecciones de mujeres futbolistas. La disputaron Dinamarca, Argentina, Inglaterra, Francia, Italia y la anfitriona, México. El documental explica muy bien cómo el machismo rancio de la FIFA y de las federaciones nacionales de fútbol se opusieron desde el minuto 1, cómo pusieron palos en las ruedas y, finalmente, cómo presionaron para que el éxito de la iniciativa desapareciera de los libros de Historia. Copa 71 da voz a un puñado de esas mujeres que, durante unas semanas de verano, pasaron de completas desconocidas y casi marginadas en sus países, donde jugaban a escondidas, a estrellas momentáneas. México se volcó, sobre todo porque los empresarios organizadores eran propietarios de casi todos los medios de comunicación del país, y ni todas las presiones de la FIFA iban a conseguir que renunciaran al reciente descubrimiento de una gallina de los huevos de oro. Y ellas, claro, no podían creérselo. Por primera vez se celebraba un evento deportivo en el que las mujeres eran las protagonistas. Y los todopoderosos señoros de las federaciones, que ahora te cancelan y ahora te dan un piquito, no pudieron soportarlo.

Imprimir la leyenda

En la fabulosa El hombre que mató a Liberty Valance (1962), John Ford inmortalizó una frase icónica sobre la construcción de los mitos, pronunciada por un periodista que lo tiene claro: “Cuando la leyenda se convierte en realidad, imprime la leyenda”. Probablemente, se olvidó de añadir que el consejo no valía cuando las protagonistas eran mujeres, futbolistas borradas del imaginario como las de Copa 71, o legendarias por cualquier otro motivo. Otro estreno reciente, ya se puede encontrar en las salas y es una de las mejores películas que veréis este año, hace exactamente eso: imprimir la leyenda.

En Segundo premio, que nos advierte que esta no es una historia sobre Los Planetas, Isaki Lacuesta y su codirector Pol Rodríguez escuchan a los músicos miembros de la mítica banda indie granadina, pero también prestan atención a anécdotas y vivencias que cuentan taxistas, vendedores de discos o camareros. Lo pasan por la batidora y por el filtro de la imaginación, y fabulan con todo lo que pasó, o podría haber pasado, mientras el grupo componía las canciones de Una semana en el motor de un autobús. Poco antes, la bajista que tocaba de espaldas se había largado con viento fresco, ahí os quedáis, para estudiar poesía. El cantante y el guitarrista se amaban y se odiaban, se necesitaban mutuamente, el primero era un vampiro (por cierto, culé desde que vio jugar a Cruyff en Los Cármenes, y autor de una canción, La Copa de Europa, que se inspiraba en el gol de Ronald Koeman en Wembley) y el segundo desaparece cuando se deja llevar por los cantos de sirena de la heroína. En realidad, todos se ponen hasta el culo, pero logran grabar uno de los discos más influyentes de la historia de la música reciente. Y Isaki, un mago a la hora de poner imágenes a las leyendas (como demuestran Los pasos dobles o La leyenda del tiempo) y/o de jugar con los puntos de vista y la subjetividad (qué obra maestra, Un año, una noche), construye un film imprescindible, y una poética reflexión sobre la creación como forma de supervivencia. Y pone sobre la mesa otro tema, las drogas como motor y herramienta creativa, que conecta con otra película, de nuevo una mirada a leyendas musicales, que acaba de llegar a la plataforma Disney+.

Isaki, un mago a la hora de poner imágenes a las leyendas (como demuestran Los pasos dobles o La leyenda del tiempo) y/o de jugar con los puntos de vista y la subjetividad (qué obra maestra, Un año, una noche), construye un film imprescindible

Segundo premio, la no película sobre Los Planetas

El documental The Beach Boys reivindica que aquellos alegres chicos californianos que cantaban Surfin' USA eran mucho, muchísimo más que una banda de músicos surferos. Más allá de descubrirnos que la mayoría de ellos odiaban el agua, el film de Frank Marshall señala a Brian Wilson, el antilíder del grupo, como una de las mayores figuras referenciales de la historia del rock y el pop. Y, si bien es verdad que podría profundizar un poco más en la torturada figura y los graves problemas de salud mental de ese genio de la composición y la producción musical, la película sí se detiene a poner el foco en el papel del LSD en la creación del Pet Sounds, uno de los álbumes más importantes de la música contemporánea. The Beach Boys nos hace ver los peligros de publicar según qué leyendas, porque la de Brian Wilson quedó inexplicablemente empequeñecida en medio de tablas de surf y chicas en bikini.

El film de Frank Marshall señala a Brian Wilson, el antilíder del grupo, como una de las mayores figuras referenciales de la historia del rock y el pop

Las jugadoras del silenciado Mundial 71, el cantante y el guitarrista de Los Planetas y el cerebro destruido de aquella bestia de los estudios de grabación llamada Brian Wilson confluyen en la idea fordiana de la elaboración de los mitos, en las narrativas que recibimos y en cómo impactan en la memoria colectiva. Aitana, Alexia y (Sweet) Caroline ya forman parte de ella. Print the Legend.